Con la llegada de Carlos III al trono, ha comenzado una nueva era que nada tiene que ver con la de Isabel II. Los cambios han sido más que notable y, este verano, el nuevo Rey ha roto con una de las tradiciones de la Corona: Balmoral. Por todos era conocido el refugio de la Reina Isabel, a quien le gustaba pasar gran parte del verano en la propiedad escocesa, alejada del foco mediático y buscando la completa tranquilidad. Pero parece que el padre del príncipe Guillermo ha llegado pisando con fuerza, cambiando por completo la temporada estival de la Familia Real británica.
Carlos III y la Reina Camila en Balmoral / Gtres
Tal y como se ha podido saber, el monarca ha querido extender el horario de apertura al público de la residencia real, lo que ha hecho que los Windsor no puedan disfrutar en agosto de este paraje. Cada año de forma tradicional, Isabel II establecía su residencia en el Castillo de Balmoral desde el último fin de semana de julio hasta el final del verano. Sin embargo, ahora la propiedad estará disponible para los turistas hasta el 16 de agosto -en un intento de atraer nuevos ingresos- mientras el Rey Carlos continuará con la costumbre de alojarse en el Castillo de Mey, en Caithness.
Los secretos que guarda Balmoral
Una de las leyendas urbanas más sonadas cuenta que Isabel II sometía a las novias de sus hijos a lo que denominó como ‘Balmoral Test’. Una prueba que consistía en pasar unos días en el castillo escocés para conocer a las chicas y dictaminar si eran conocedoras de la etiqueta de clase alta. Los rumores dicen que una de las novias de Carlos III nada más llegar a la propiedad se sentó en la butaca de la reina Victoria, provocando la indignación de Isabel, que le hizo pasar un fin de semana de absoluto calvario.
Isabel II y sus nietos en Balmoral / Gtres
Pero esta no es la única curiosidad que rodea a Balmoral. Después de conocerse que Diana Spencer empezó a odiar el castillo y todo lo relacionado con la vida ecuestre, se pudo saber que fue donde Isabel II recibió la noticia de la muerte de ‘la princesa del pueblo’ la madrugada del 31 de agosto de 1997. Unos días en los que la soberana vio tambalearse los cimientos de la monarquía británica.
El castillo fue diseñado por el príncipe Alberto a su gusto en la década de 1850, pero con el paso de los años ha ido modificándose, aunque conservando siempre su esencia. Pero en sus paredes guarda un gran secreto. Según desveló Sarah Hoare para Vanitatis, debajo de la piedra fundacional de ampliación del castillo, la reina Victoria mandó guardar varias botellas de whisky, monedas y algunos de los ositos de peluche de sus hijos.
La Reina Isabel subida a un pony en Balmoral. / Gtres
Además, se pudo saber que Isabel II se despertaba en Balmoral, cada día, a las 9 de la mañana gracias al sonido de una gaita escocesa. Cuando los miembros de la Familia Real se reunían allí, además de hacer senderismo, pesca y caza, celebraban cenas de rigurosa etiqueta (y, una vez más, un gaitero amenizaba la comida alrededor de la mesa).
El homenaje a Isabel II
La fallecida monarca tenía la tradición de pasar el día de su ascensión al trono, el 6 de febrero, en Sandringham -lugar donde su padre falleció-. Para ella, era una jornada de reflexión y tranquilidad y no había mejor lugar para homenajear a Jorge VI que en su refugio.
Isabel II en Balmoral / Gtres
Una costumbre que parece que seguirá Carlos III. Según han informado varios medios británicos, el soberano podría pasar el 8 de septiembre en la más estricta soledad entre los muros de Balmoral, lugar que fue testigo del último suspiro de Isabel II.
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