El regreso de Charlene


Mar Flores nos invitó a cenar en el restaurante La Parra para celebrar su espectacular regreso a la Pasarela Cibeles. Como llegamos tarde, aunque no mucho, ya estaba reunida con sus otras dos invitadas, ambas de nombre Nina. Ellas, rubias y dispuestas a no aburrirse, propusieron como plato principal el regreso de Charlene a Mónaco, donde reside una de las dos Ninas. “Lo siento, Charlene no ha sabido entender ni defender sus responsabilidades. Ha estado fuera demasiado tiempo, como si el principado no le interesara. Hay gente muy molesta en Mónaco. ¡Ha resultado una gran decepción!”. Charlene se rebeló ante la idea de que la volvieran una nueva Grace, algo tan imposible como innecesario pero, de alguna manera, aspiracional. ¿Por qué no colaborar aunque sea un poquito con eso? “Tardó en aprender francés, ¿sabes? Nadie entendió que dejara Montecarlo por Sudáfrica tantos meses. Se interpreta como un desprecio”, aseguró enrocada Nina y se sintió su desahogo.

La cena prometía. Lo mejor estaba por llegar. Más desahogos, más sobresaltos, muchos relacionados con la enorme tensión que sentimos por la guerra en Ucrania. La Nina residente en Mónaco relató con detalle y sin mirar su Rolex cómo su empleada le enseñó a través de una videollamada el momento en que confiscaban el yate de un oligarca ruso en el muelle debajo de su casa. Algo nunca visto hasta 2022. “Está pasando en todos lados con superyates. En Mallorca, en Barcelona, el mar entero está lleno de yates de oligarcas. Puede sonar frívolo, pero hay más yates de oligarcas que cabezas nucleares” dijo. Es un efecto colateral de la guerra y la peor pesadilla posible para un millonario, que además de congelar tus cuentas te señalen como oligarca ruso delante de tus vecinos. Sorprendidas por esta situación, una flota de embarcaciones privadas han puesto rumbo a esa meca lujosa y tax free que son los Emiratos del Golfo. La socorrida y cálida solución final.

Con el segundo plato, lubina o pollito Marrakech, la conversación derivó a Pablo Urdangarin, el nuevo darling de la prensa del corazón. Que rivaliza, como contenido gráfico, con su prima Victoria Marichalar. Para algunos se trata de un movimiento que facilite el regreso de su padre al equipo de balonmano, donde fue estrella, y convertirlo en entrenador o coach. Un regreso muy anhelado por Iñaki Urdangarin tras su aventura borbónica. Pablo es la prueba física de que las adversidades y un buen profesorado pueden forjar una personalidad joven, capaz de enfrentarse a la prensa y a la vida, más madura que la de sus propios padres. Él sí recuerda y sabe lo que hace.

Cuando llegó el postre, las señoras, para evitar harinas, pidieron sorbete. Se abordó ese anhelado regreso que es el de las bodas de postín, tras el parón debido a la pandemia. Madrid y sus alrededores fueron escenario de una de las primeras de la temporada y contó con la asistencia de María Dolores de Cospedal, su marido y un provocador abrigo de pieles. Un abrigo y una boda cuya lista de invitados y de no invitados fueron tema de conversación en la fiesta de cumpleaños de Vicky Martín Berrocal, que regresa a España tras unos hermosos años de amor en Portugal.

El aniversario reunió a miembros de ambas listas. Las damas de rojo, los caballeros de oscuro. Entre los vestidos rojos destacó Esther Cañadas, de vuelta de todo y con todos los ojos puestos en ella porque en los noventa fue compañera de carrera y de piso de Melania Trump. Muchos deseaban preguntarle cómo era la ex primera dama entonces. El grupo flamenco que amenizaba la fiesta, y con el que todos se fotografiaban, impidió las preguntas. Mejor así, la respuesta habría arruinado la celebración. No todos los regresos garantizan un final feliz.

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