El Reino Unido revisa las medidas de seguridad de sus 650 diputados tras el asesinato de David Amess


La muerte a puñaladas de David Amess, de 69 años, cuando atendía cara a cara a los votantes de su circunscripción electoral, ha provocado una imagen de unidad entre los políticos británicos ausente desde hacía largo tiempo. El primer ministro, Boris Johnson, y el líder de la oposición laborista, Keir Starmer, acudían juntos a depositar flores y mostrar sus condolencias a la iglesia de la localidad de Leigh-on-Sea donde este viernes fue asesinado el diputado conservador. La ministra del Interior, Priti Patel, ha mantenido ya conversaciones con el speaker (presidente) de la Cámara de los Comunes, Lindsay Hole, con la Policía Metropolitana y con otros departamentos de seguridad, para poner en marcha dispositivos de refuerzo en torno a los 650 diputados británicos. Algunos de ellos han pedido que se imponga una pausa en la tradición de las llamadas surgeries, las reuniones semanales cara a cara de los parlamentarios con los electores de sus circunscripciones electorales en las que se atienden quejas y peticiones.

Amess celebraba la suya en la Iglesia Metodista Belfairs cuando un ciudadano británico musulmán, de origen somalí, se abalanzó sobre el diputado y le asestó al menos 12 puñaladas. Los servicios de emergencia que atendieron allí mismo al político conservador no pudieron evitar su muerte. “No podemos dejar que ningún individuo ni ninguna causa nos intimiden, e impidan el funcionamiento habitual de nuestra democracia”, ha asegurado Patel. La ministra ha prometido que se desplegarán las medidas necesarias para que “los diputados puedan llevar a cabo con normalidad las tareas que les corresponden como representantes elegidos democráticamente”. Varios comisarios jefe regionales han comenzado ya a ponerse en contacto con los diputados de sus respectivas zonas para conocer de primera mano sus necesidades de seguridad. Algunos parlamentarios, como el exministro conservador Tobias Ellwood, han pedido una pausa en los encuentros cara a cara con los electores, hasta que se complete la revisión de seguridad prometida. En medio del duelo por Amess, se ha producido un debate inesperado entre los que piden prudencia y los que, como el euroescéptico David Davis, exige que las reuniones semanales se mantengan, como parte fundamental del ejercicio democrático británico.

El departamento antiterrorista de la Policía Metropolitana, que ha asumido la investigación de la muerte de Amess, rastreó en la madrugada de este sábado dos domicilios en Londres, en busca de posibles conexiones con el principal sospechoso. “Las pesquisas iniciales han revelado una motivación potencial que estaría vinculada al extremismo islamista”, ha dicho la Policía Metropolitana en un comunicado. La identidad del agresor aún no se ha hecho pública. Se sabe que, después de asesinar a puñaladas al diputado, esperó pacientemente, sin oponer resistencia, a que la policía lo detuviera. Algunos medios como The Times sugieren que había formado parte en el pasado de programas públicos de anti-radicalización, con lo que, si finalmente se confirma la motivación terrorista, se trataría más bien de la actuación de otro de los llamados lobos solitarios.

La muerte de Amess ha traído al recuerdo de los británicos el caso de la diputada Jo Cox, muerta en 2016 en circunstancias muy similares. La política laborista fue también asesinada a puñaladas y a tiros por un extremista, Thomas Mair. Era un ciudadano británico de 52 años de adscripción neonazi, que gritó: “¡Britain first!” (Gran Bretaña primero) mientras la asesinaba. Cox defendía la permanencia del Reino Unido en la UE durante la campaña del referéndum del Brexit.

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