Jon Uriarte emprende su etapa al frente del Athletic como es debido. El nuevo presidente del centenario club rojiblanco recibió la makila, en forma de camiseta rojiblanca con su apellido y el dorsal 33 a la espalda, de manos del anterior responsable del club y con Iribar, auténtico mito viviente de la entidad, y sus rivales en las urnas al lado. Posiblemente la procesión vaya por dentro, pero la imagen proyectada al exterior tras unas semanas intensas de pugna electoral resulta a todas luces edificante.
El nuevo máximo responsable de la entidad de Ibaigane, el trigésimo tercero de la historia, pudo experimentar algo que sus antecesores en el cargo no llegaron a vivir. Lo habitual hasta ahora era que una vez oficializado el escrutinio de la votación a presidente, cada cual saliera por su lado de Ibaigane. Ayer no. Ayer el Athletic, por iniciativa de los ya anteriores gestores del club y en pleno San Mamés, organizaron un recibimiento conjunto al ganador en las urnas y todo su equipo de chapeau.
Uriarte fue agasajado por Elizegi e Iribar y rodeado tanto por Arechabaleta como por Barkala. Los dos candidatos frustrados a la presidencia de la entidad de Ibaigane no solo aguantaron hasta el final, sino que agradecieron a los socios la jornada vivida y ofrecieron públicamente su colaboración y apoyo al nuevo presidente. Como debe de ser, como debería haber sido siempre. Como auténticos señores.
El propio discurso de Uriarte sirvió también para pasar página a las trencillas habituales en cualquier proceso electoral. Elizegi y sus colaboradores supieron cerrar su ciclo a nivel público como nadie hasta ahora lo había hecho. Toda la familia rojiblanca, representada por el ayer, hoy y mañana de la misma, se unió en tal señalado momento. Impresionante.