Si hubiera marcado en el último suspiro en el Sánchez Pizjuán habría matado dos pájaros de un tiro: por encima de todo, el Athletic habría firmado un empate que le habría dado acceso a Europa; además, habría roto una especie de gafe que le impide marcar desde que llegó al equipo bilbaíno. La madera malogró un momento histórico para Iñigo Martínez, acostumbrado en la Real Sociedad a anotar con frecuencia.
En el primera campaña como txuri urdin, el central de Ondarroa ya demostró que está habituado a anotar y además con una cifra espectacular: pocos debutantes en un equipo de Primera podrán presumir de marcar tres dianas, más aún cuando se es central. Y lo hizo después de 26 encuentros ligueros.
En la siguiente ascendió hasta los cuatro después de 34 choques, mientras que en la posterior se tuvo que conformar con la mitad con 35 partidos a sus espaldas. En el cuarto ejercicio, el vizcaíno hizo la misma cifra con 34 duelos y en el quinto apenas uno con una treintena de compromisos.
En la 16/17, Iñigo estuvo más certero y llegó a las tres dianas con 34 envites y además estuvo acertado con una en la Copa del Rey; en los 12 partidos que jugó en el curso precedente a su llegada a Bilbao también mojó en una ocasión.
Al Athletic sí
Sin embargo, vestido de rojiblanco se le niega la suerte. En su primer año, con 16 encuentros jugados, no marcó, y otro tanto se puede decir en el que ha concluido hace unas semanas: sus 33 choques merecieron al menos ese gol que se le negó en Sevilla, que hubiera sido para la historia. Aunque parezca mentira, en 51 contiendas como rojiblanco Iñigo no ha marcado, pero llegarán.
Llama la atención que como txuri urdin marcó al Athletic en San Mamés con un espectacular cabezazo en el choque que acabó con un 3-2 para los de Valverde el 16 de octubre de 2016: cosas del fútbol.
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