El reto más grande para los socialistas del siglo XXI es el de compartir las tecnologías del mundo: Corbyn | Entrevista

El reto más grande para los socialistas del siglo XXI es el de compartir las tecnologías del mundo: Corbyn | Entrevista

Por Irving Huerta

Viene tarde después de tener una reunión con jubilados de Merseyside, el cordón metropolitano de la ciudad de Liverpool. Son ya tres horas después del almuerzo y aún no ha comido, así que pide un platillo vegetariano mientras hablamos en un café de la circunscripción de Londres que representa, Islington North. El café se llama The Blue Owl y es propiedad de inmigrantes turcos.

Jeremy Corbyn es un político forjado en la desventaja. Su circunscripción es de las más pobres de la capital británica, se opuso a la intervención en Irak, en 2015 aceptó a regañadientes el liderazgo de su partido y en 2019 propuso uno de los manifiestos laboristas más redistributivos en tiempos de pre pandemia y del divisivo Brexit de la Unión Europea. Pero perdió la elección a pesar de las altas expectativas y hoy tiene suspendido su derecho a pertenecer a la bancada laborista en el Parlamento Británico, tras acusaciones de antisemitismo que él niega. 

La relación de Corbyn con América Latina es más que cercana. Visitó Chile por primera vez en la década de los sesenta y se solidarizó con las bases que llevaron a la presidencia a Salvador Allende. Pero la relación no solo es ideológica. Se casó con una chilena con quien tuvo tres hijos y ahora está casado con una mexicana, Laura Álvarez, activista en temas de derechos humanos y de control de armas. Por eso le pregunto por su percepción acerca de la nueva ola de gobiernos de izquierda en la región.

 

—Creo que lo que es diferente ahora es que la posición que Lula (Da Silva) adoptó cuando ganó la elección (en Brasil), Evo Morales, (Hugo) Chávez, también Ecuador, fue de hecho una posición cultural al mismo tiempo que política. Y en el caso de Evo es acerca de la expresión cultural de comunidades indígenas en Bolivia, de comunidades que no hablan español, lo mismo con Lula y la campaña de los Sin Tierra, y creo que la fuerza de la izquierda en América Latina es esa expresión cultural de la historia y (el rechazo) de las actitudes coloniales que fueron impuestas sobre las sociedades preexistentes. Así que tengo muchas esperanzas de que un Lula (sic) gane las elecciones en Brasil y estoy muy agradecido con Lula por sus expresiones públicas de apoyo hacia mí en muchas ocasiones. Incluso cuando estaba en prisión. […] Se trata acerca de entender las estructuras que esos gobiernos radicales en todos esos países no pudieron cambiar fundamentalmente, eso apenas está comenzando, y el debate en Chile es el más interesante en este momento, sobre su futura constitución, ese debate ha venido de la protesta popular. ¿Tengo esperanzas para el futuro? Absolutamente.

–Pero también tenemos ejemplos de gobiernos de izquierda que claramente no son democráticos, no necesariamente solo Venezuela, sino también Nicaragua, que preocupa grandemente. ¿Qué hacemos con personajes como el presidente Daniel Ortega? 

—Apoyó la posición de México (que, junto con Argentina, había llamado a consultas a sus embajadores en Nicaragua). La posición que ha adoptado AMLO en todas las áreas es que debería haber negociación antes que intervención, debe haber una protección de valores democráticos y un poder judicial independiente, y creo que ese es el enfoque correcto. Porque es muy tentador para cualquier gobierno acabar con la oposición a través de medios no democráticos, es un atajo, pero es un atajo muy peligroso, porque al final del día, el socialismo solo sobrevive si es aceptado y apoyado ampliamente y si aquellos en el poder rinden cuentas. […] No hace la vida fácil, pero así tiene que ser, es la única manera de proteger las cosas en el largo plazo. ¿Tengo preocupaciones por lo que está pasando? Absolutamente sí. Pero ¿quiero que las políticas de justicia social en estos países sobrevivan y crezcan? Absolutamente sí, pero tiene que ser de manera democrática. […] Recuerdo una charla larga con AMLO sobre esto antes de que fuera presidente acerca de Centroamérica, y su visión era que México tenía que apoyar desarrollo económico y mejoras de las condiciones de vida en todo Centroamérica como manera de disminuir los increíbles niveles de violencia y corrupción que existen allí. Pero no tiremos por la borda los muy significativos logros en Nicaragua en educación, salud y vivienda social.

El lunes, Corbyn acompañó al presidente AMLO.

 

—Bueno, pero como internacionalista, ¿no se les dice nada más?

—Como internacionalista, les dices cuando piensas que están mal, así se los dices. A manera de animarlos a hacer las cosas de manera diferente.

—¿Qué les diría entonces a sus correligionarios en América Latina que usted ha hecho mal y que quizá pueda servirles?

—Vaya, perdimos una elección, lo cual es algo malo (se ríe sin tomarse mucho en serio, pero luego retoma un tono formal). No logramos unir a la gente en torno a nuestro programa en 2019 y subestimamos gravemente el poder de un mensaje simplista, populista y cuasi nacionalista del gobierno conservador. Y no hay futuro en ceder terreno a estas personas, tienes que ser mucho más fuerte que ellos en recurrir a las bases culturales. Entonces les diría a los camaradas de izquierda o de todo el mundo, que la base de todo lo que hacemos tiene que ser la fuerza de las ideas socialistas dentro de nuestras comunidades y cómo las presentamos, y que no se asusta a la gente con el socialismo, en realidad las ideas socialistas son la vida cotidiana. Y sobre todo ser tolerantes con los demás y estar preparados para afrontar cualquier forma de racismo que se presente en cualquier parte de nuestra sociedad.

—Usted se queja de los medios constantemente, ¿cómo es que eso es un problema en el Reino Unido?

—Existe un problema en los medios y los valores de los medios sobre la información, y ocurre mucho en Gran Bretaña: los medios principales informan desde la perspectiva de administrar la economía existente en lugar de imaginar algo nuevo […]. (Esto se tradujo en) los titulares que se usaron, que me estaban denigrando individualmente a mí y a John McDonnell (un aliado de su partido) y otros, el flujo constante de abuso de los medios fue un problema. Es difícil contrarrestarlo, porque pasas todo el tiempo defendiéndote y no tienes la oportunidad de transmitir un mensaje progresista. Así que intentamos usar mucho las redes sociales y eso fue bastante exitoso en 2017, pero mucho menos efectivo en 2019. En ese momento la derecha política se nos emparejó en las redes sociales y usó muchos mensajes y algoritmos de programación para transmitir su mensaje. Para invertir las cosas, usaron Brexit para dividir y me acusaron de cosas que las que no soy culpable, antisemitismo […], he peleado contra el racismo toda mi vida y moriré luchando contra el racismo. Pero eso se convirtió en una gran distracción y es muy difícil lidiar con esa distracción.

—¿Qué haría diferente con respecto a los medios?

—En Reino Unido, los medios están influidos por Murdoch (el magnate australiano que también es dueño de la cadena estadunidense Fox) […], compró el Times y The Sun y The News of The World, ahora desaparecido, y las convirtió en repugnantes panfletos de propaganda de la economía de libre mercado y eso se ha contagiado a los demás medios […]. Los medios locales están a punto de desaparecer. […] Estamos empeñados a intentar romper estos monopolios mediáticos  y promover periódicos locales propiedad de cooperativas independientes, que es lo que hago ahora en el Peace and Justice Project. A menos que la izquierda alrededor del mundo pueda confrontar tanto la propiedad y el troleo de los medios, y que además habilite a las personas para que ellos cuenten su propia historia, continuaremos siendo marginados. Y las redes sociales dan una especie de ilusión de ser un espacio independiente, no son independientes, trabajan masivamente a través de algoritmos diseñados por otros.

 

Pero sus enemigos más agudos quizá están dentro de su partido, particularmente con la fracción socialdemócrata que inauguró el ex primer ministro laborista Tony Blair.

—¿Y cómo fueron los ataques dentro del partido?

—Los medios confunden la bancada del Partido Laborista en el Parlamento con el partido en su conjunto. Yo nunca tuve mucho apoyo del Partido Laborista en el Parlamento. De hecho, en realidad, cuando me convertí en líder, había menos de 20 parlamentarios de unos 240 que apoyaban nuestra posición. Así que yo estaba en una minoría del 10% del partido en el Parlamento y, aunque algunos aceptaron los puestos para los que los nominé y trabajaron muy duro y con mucha diligencia, muchos no lo hicieron y pasaron todo el tiempo socavando (el liderazgo). Por ejemplo, Peter Mandelson, que está en la Cámara de los Lores no en los Comunes, dijo que ‘no pasa un día en el que no piense en alguna forma de destruir el liderazgo del Partido Laborista’, y no estaba solo en ello. ¿Estuve aislado por esto? Bueno, sí.

En efecto, la oposición dentro del partido escaló al grado de que en 2016 Corbyn tuvo que defender su posición en una elección interna. La ganó con casi el 60% de los votos, pero el antagonismo no cesó. Ha enfrentado acusaciones de antisemitismo, que él dice son infundadas, pero que lo persiguen hasta hoy, incluso después de dejar el liderazgo de su partido. En 2021, se le dio una advertencia formal y se le suspendió por un mes la membresía del partido, pero no se le ha devuelto el derecho a pertenecer a la bancada en el parlamento o “whip”.

Sus detractores lo ponen en la caja de izquierdista “radical” y lo han llamado un “desastre”. Pero hoy es protagonista en las discusiones críticas acerca de los problemas más apremiantes del mundo, desde ser parte del consejo de la Internacional Progresista, una organización amplia que agrupa a fuerzas de izquierda de todo el mundo junto con figuras como el líder estudiantil chileno convertido en congresista Giorgio Jackson o la intelectual pública canadiense Naomi Klein, y hasta organizando una cumbre alternativa en torno al cambio climático a través de su organización Peace and Justice Project.

—El nombre de Internacional Progresista me trae un eco inevitable a la Internacional Socialista (la organización heredera de los conflictos laborales europeos de finales siglo XIX), ¿puede explicar en qué se diferencia de ella?

—Está más dominada por las bases que la Internacional Socialista, no está controlada por ningún partido político en ninguna parte del mundo. El consejo es muy amplio y muy grande, y solo conozco a algunos virtualmente, lo cual es bueno. En temas de solidaridad, hicimos mucho por enviar a observadores electorales a Ecuador, Bolivia (ambas elecciones en 2021) y brindándoles apoyo en esas áreas. Enviaremos gente (observadores) a Brasil e intentaremos hacerlo a otros lugares donde la gente nos lo pidió. Obviamente, los recursos son un problema, (la Internacional Progresista) no es una organización súper rica, hacemos recaudación de fondos a nivel de base, […] no estamos tratando de copiar la Fundación Tony Blair, no estamos en el mismo juego que esa organización (risas). 

En el otoño de 2021, a través del Peace and Justice Project, el proyecto fundado por Corbyn para cultivar “justicia económica, paz y derechos humanos, en Gran Bretaña y alrededor del mundo”, se organizó el evento “Una alternativa a la COP26” en Escocia. Se hizo en paralelo al  evento global más grande sobre cambio climático organizado por la ONU, la COP26. Fue en vísperas de este evento que Corbyn me dio su posición sobre las tensiones que existen hoy en el debate ambientalista. 

—En la agenda medioambiental hay grandes tensiones, porque a nivel mundial tenemos que recortar las emisiones, tenemos que reducir el calentamiento global, tenemos que reducir la contaminación y tenemos que cambiar los sistemas de fabricación y comercio. Pero no se puede ir y sermonear a las personas más pobres de Bangladesh o de cualquier otro lugar diciéndoles, “ustedes tienen la culpa”. Se tiene que proporcionar algún sistema de apoyo y es por eso que estoy muy satisfecho con la forma en que desarrollamos Green Industrial Revolution Alternative (parte de la propuesta de su manifiesto para la elección de 2019), que es intervención pública, apoyar a las comunidades y sacarlas del lugar en el que se encuentran hacia un futuro más sostenible. Creo que ese tiene que ser el camino correcto a seguir. ¿Habrá tensiones a veces? Sí, por ejemplo, las economías de varios países, Bolivia, México, Venezuela y otros, dependen en gran medida de las industrias extractivas que a largo plazo no son compatibles con la sostenibilidad ambiental, ¿eso significa que te niegas a participar con ellos? En absoluto. Significa que empiezas a buscar sistemas de minería, reciclaje, reutilización, pero sobre todo, sistemas de comercio mucho más justos.

Respecto de los retos para el siglo XXI, y a pesar que sus detractores dicen que está anclado en la izquierda de hace décadas, Corbyn es capaz de imaginar una crítica socialista para la era digital con un giro anticolonial:

—Toda la experiencia colonial fue sobre la extracción de riqueza de las partes más pobres del mundo, seguramente el reto más grande para los socialistas en el siglo XXI es el de compartir las tecnologías del mundo, porque ahí es donde la riqueza proviene de estos días, es la tecnología, en lugar de ponerla en el menor número de personas, por lo que nuestro desafío son las grandes corporaciones y la gran tecnología.

Nos despedimos con el último café en el Blue Owl e intercambiando lecturas para entender la efervescencia política en Chile, que unos meses después llevaría al activista estudiantil Gabriel Boric a ser el presidente más joven en la historia de ese país.

 


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