El príncipe Fahd Bin Turki Bin Abdulaziz al Saud, en primer plano, junto al general estadounidense Kenneth McKenzie, en 2019 en la base militar de Al-Kharj, en Arabia Saudí.FAYEZ NURELDINE / AFPEl rey Salmán de Arabia Saudí ha destituido este lunes a dos príncipes en el marco de una investigación por irregularidades económicas en el Ministerio de Defensa, según informa la prensa local. La medida se presenta como un nuevo paso en la campaña anticorrupción lanzada por el príncipe heredero y gobernante de hecho, Mohamed Bin Salmán. Pero su implicación va más allá, ya que MBS, como se le conoce por sus siglas, también es ministro de Defensa y uno de los destituidos estaba al frente de su controvertida intervención militar en Yemen.Sendos decretos reales, publicados de madrugada como es habitual en el reino, destituyen al príncipe Fahd Bin Turki Bin Abdulaziz al Saud como comandante de las fuerzas árabes que combaten en Yemen, y a su hijo, el príncipe Abdulaziz Bin Fahd, de su cargo como vicegobernador de la provincia de Al Yauf, situada en el norte del país. Según el texto, el descubrimiento de “operaciones financieras sospechosas en el Ministerio de la Defensa” ha llevado a abrir una investigación contra ambos príncipes, además de varios oficiales y empleados civiles de ese departamento.Aunque las órdenes están firmadas por el rey, el texto deja claro que se actúa “de acuerdo con las informaciones transmitidas por el príncipe heredero a la Autoridad de Control y Lucha contra la Corrupción”. El poderoso príncipe Mohamed dirige el departamento anticorrupción desde que se formó en 2017 para dar cobertura a la purga llevada a cabo contra varios centenares de empresarios, altos cargos y miembros de la familia real. Después de varios meses encerrados en el hotel Ritz-Carlton de Riad, la mayoría quedaron en libertad tras ceder una parte de sus haberes al Estado.El gesto fue bien recibido entre la joven población del reino (dos tercios de cuyos habitantes tienen menos de 35 años, la edad del heredero), harta de las prebendas de que disfrutan las élites. Nada sorprendente en un país que la ONG Transparency International cita entre los más corruptos y acostumbrado a nadar en petrodólares. Desde entonces, MBS ha convertido la lucha contra la corrupción en objetivo central de su proyecto de modernización del país. Sin embargo, los críticos ven en el carácter selectivo de sus campañas un instrumento para asentar su poder y eliminar voces críticas antes de ascender al trono.De hecho, desde que desplazó de la línea de sucesión a su primo y entonces heredero, el príncipe Mohamed Bin Nayef, MBS ha ido apartando a todos aquellos príncipes que pudieran hacerle sombra o cuestionar su posición. El pasado marzo, se filtró la detención de su tío el príncipe Ahmed (el último de los hijos del fundador de Arabia Saudí que podía aspirar a reinar) y del propio Mohamed Bin Nayef, quien hasta entonces permanecía en detención domiciliaria. Ambos fueron acusados de alta traición.Antes de hacerse cargo de la operación saudí en Yemen en 2018, el príncipe Fahd, un general de 61 años, estuvo al frente las tropas terrestres reales, las unidades de paracaidistas y las fuerzas especiales. Le remplaza el teniente general Mutlaq Bin Salem Bin Mutlaq al Azima, que hasta ahora ejercía como vicejefe de Estado Mayor. El panorama que se encuentra en el país vecino no es nada halagüeño. Después de cinco años largos, la guerra se ha enquistado y su objetivo, echar a los rebeldes Huthi de Saná y retornar al presidente Abdorabo Mansur Hadi al Gobierno, resulta ilusorio.Desde la retirada de las tropas emiratíes el año pasado, Riad intenta buscar una salida que no parezca una derrota. Pero el acuerdo que alcanzó con los separatistas del sur de Yemen ha fracasado y los Huthi están aprovechando las crecientes divisiones entra los diversos grupos políticos y milicias que se agrupaban bajo la etiqueta de “fuerzas progubernamentales”. La coalición anuncia casi a diario la intercepción de drones cargados de explosivos con los que los rebeldes yemeníes intentan alcanzar objetivos dentro de territorio saudí. Mientras, al otro lado de la frontera, la situación humanitaria se agrava por la combinación del bloqueo de la coalición, la malversación Huthi y la falta de fondos de la ONU para ayudar a la población.
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