Braulio Medel, presidente de la Fundación Unicaja.Manuel Casamayón
La tremenda fortaleza y capilaridad de las cajas de ahorro en España se dio de bruces con la Gran Recesión. A partir de 2008 solo sobrevivieron las más saneadas y hubo cambios normativos para convertirlas en bancos, quedando la obra social bajo el ala de las fundaciones. Braulio Medel ha dirigido con mano de hierro una de ellas, la Fundación Unicaja. Hasta este Jueves Santo, cuando anunció su salida del organismo antes de tiempo tras “un sinfín de presiones externas y de persistentes campañas mediáticas hostiles”, según sus propias palabras. Su decisión ha sorprendido, pero solo a medias. Medel ya no era el todopoderoso financiero andaluz que fue y había pasado a ser el centro de las críticas debido a sus maniobras para mantener el control de Unicaja Banco. Una guerra soterrada que explotó en las últimas semanas con ataques incluso desde el Ministerio de Economía, que expresó “serias dudas” sobre su idoneidad para el cargo.
La figura de Medel ha estado rodeada de un aura de intocable que comenzó cuando se situó al frente de la recién nacida Unicaja en 1991, y le persiguió durante los 25 años que estuvo en el cargo. Era el hombre fuerte de la banca andaluza, respetado por todos y temido por muchos. Sus decisiones eran inquebrantables y aplaudidas. Sus opiniones, escuchadas por todo el arco político andaluz. Apenas tenía voces en contra, salvo excepciones como la de Pedro Moreno Brenes, durante años vocal de la fundación cultural y que recientemente lideró la plataforma Salvemos Unicaja. Al exlíder de IU en Málaga y actual jurista del Tribunal Supremo, la renuncia “a plazos” le parece “el primer paso para salvar Unicaja y su debido compromiso con los intereses de la economía malagueña, andaluza y española”. En la Costa del Sol, las principales instituciones también han celebrado su marcha.
Las presiones que Medel ha subrayado como uno de los principales motivos para irse comenzaron a tomar forma tras la fusión con Liberbank el verano pasado. Se le achacó maniobrar para que Manuel Menéndez, antiguo consejero delegado de la entidad asturiana, adquiriese más poder del que le correspondía como consejero delegado de Unicaja Banco en detrimento del actual presidente, Manuel Azuaga. Fuentes cercanas a la fundación explican que ha estado “tratando de restar todavía más poder a Unicaja”. Sus primeros signos de debilidad habían llegado, eso sí, años antes, con los problemas judiciales en el caso Ausbanc. Quedó probado que Medel había pagado un millón de euros a sociedades cercanas a la Asociación de Usuarios y Servicios Bancarios, cuyo presidente, Luis Pineda, fue condenado en 2021 a ocho años por extorsionar a entidades bancarias durante años. Medel salió jurídicamente intacto, pero la opinión a su alrededor empezó a cambiar.
Más aún después de que se conociera que en 2017 había intentado vender Unicaja Banco al Santander. Planeó una operación muy restringida, a completar en pocos meses y en la que él se aseguraba un puesto en el consejo de administración del Banco Santander. “Eso era justo lo que él quería, Unicaja le daba igual”, subrayan fuentes críticas con Medel, que recuerdan que la negociación incluía una importante reducción de plantilla en Andalucía. La maniobra fue llevada en secreto, pero saltó a la luz pública y generó una oleada de protestas que acabó con ella. Más aún cuando se anunció la salida de Unicaja a Bolsa para revalorizar la entidad en una operación coordinada por Morgan Stanley y UBS y la participación de Citi y Credit Suisse. Medel también puso obstáculos para ello, aunque Unicaja tuvo un buen estreno bursátil el 30 de junio de aquel año. Su actitud en ambos casos generó más desconfianza alrededor de su figura, que se volvió a erosionar tras la fusión con Liberbank en junio de 2021 y sus gestos, desde entonces, para dotar de más poder del que le correspondía a la asturiana, minoritaria en la operación.
Las críticas crecieron ante las movilizaciones laborales por el Expediente de Regulación de Empleo tras la fusión y las hicieron públicas las instituciones malagueñas y andaluzas. Primero el Ayuntamiento de Málaga y más tarde la Junta de Andalucía. Las protestas se basaban en el miedo a que la sede del banco saliese de la ciudad malagueña, cuartel general histórico de Unicaja. Fuentes cercanas a la entidad dudan de que ello vaya a suceder —como ha negado una y otra vez el banco— y le restan importancia. “Las críticas arrancaron porque tras la fusión, muchos con puestos importantes en Málaga van a ir perdiendo poder, ya sea político o porque tenían a toda su familia colocada en el banco”, aseguran las mismas fuentes. “Y ante la incertidumbre, temen por los suyos y terminan apuntando a Medel como causa de todos los males”, añaden.
El propio presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, elevó el tono a finales de marzo: “Bajo ningún concepto vamos a permitir que la sede social salga de Andalucía”, dijo el dirigente del PP. Su mano derecha, Elías Bendodo, consejero de presidencia y portavoz del gobierno andaluz, invitó también a Medel a abandonar la presidencia de la fundación. Entonces ni se inmutó, pero el desasosiego alrededor del banco llegó a Madrid. La vicepresidenta primera, Nadia Calviño, ha criticado varias veces “el ruido” alrededor de Unicaja. “Me consta que el Banco de España y el Banco Central Europeo están también muy preocupados por la deriva en la gobernanza del banco”, añadió.
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Su ministerio firmó la carta enviada por el Protectorado de Fundaciones Bancarias al patronato de la fundación en la que se decía: “Los problemas de gobernanza de la fundación suponen un riesgo para la propia gobernanza de Unicaja Banco”. Y solicitaba un informe independiente para saber si Medel —que se encuentra bajo una investigación de la Fiscalía de Málaga― reunía los requisitos para mantenerse en el cargo. Antes de que el documento se haya empezado a elaborar, el banquero ha decidido abandonar el barco. Fuentes críticas aseguran que Medel siempre ha preferido vivir en la sombra, con escasa transparencia. “En su trayectoria ya ha escuchado al menos a dos Ejecutivos decirle que no es el dueño del banco y que no podía hacer lo que quisiera”. Una gestión personalista que finalmente le ha pasado factura.
Medel controlaba desde la presidencia de la fundación algo más del 30% de Unicaja Banco y desde ahí ha tratado de marcar el camino de la entidad financiera. Esta vive una etapa de turbulencias y crisis reputacional sin precedentes, aunque sus cuentas, las del quinto mayor banco del país por volumen de activos, no reflejan deterioro alguno: ganó 137 millones el año pasado y repartió 67 millones en dividendos, aprobados recientemente por la junta general de accionistas. En ella se ratificó a Manuel Azuaga como presidente con el 91% de los votos a favor, lo que se podría interpretar como un síntoma de estabilidad. Fuentes cercanas temen, sin embargo, que el consejero delegado, Menéndez, se termine haciendo con el control cuando Azuaga dé un paso al lado, una opción que parece próxima porque a finales de año cumplirá 75 años y quienes le conocen dicen que entonces lo dejará. “Está loco por irse”, asegura una fuente próxima.
Con estos ingredientes, desde el banco tratan de mantener la calma y niegan la mayor. Para ello, se apoyan en la literalidad que se recoge en el proyecto de fusión: “En un plazo máximo de dos años desde la plena eficacia de la fusión con su inscripción [julio de 2021], el consejo de administración modificará el modelo de gobernanza de Unicaja Banco, de modo que la presidencia del consejo pase a ser no ejecutiva y se adapten las funciones del consejero delegado; revaluará al consejero delegado y adoptará los acuerdos que resulten necesarios”. Es decir, está previsto un cambio en el modelo de gobernanza: el presidente —Azuaga o su sucesor— dejará de ostentar las funciones ejecutivas, como recomienda el Banco Central Europeo. Por lo que el consejero delegado, Menéndez, sería el primer ejecutivo del banco. Todo ello, según remarcan fuentes de la entidad, queda a expensas de lo que decida el consejo de administración. Unicaja Banco, mientras tanto, permanece en una situación difícil. Más si cabe cuando su principal accionista, la Fundación Unicaja, quede descabezada en el momento en que se haga efectiva la marcha de Medel. Un paso que abre una etapa hacia la estabilidad del banco. O no.
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