La casa que aparece en la portada del nuevo número de ICON DESIGN, que se publica el sábado 31 con EL PAÍS, es una paradoja de esas que tanto gustan en esta revista. Este apartamento fue una vez la sala de baile de una mansión neoyorquina, y hoy es la vivienda-estudio de Remy Renzullo, un joven interiorista –aún no ha cumplido los 30– que, llevando la contraria a todos los estudios de mercado, asegura que el diseño moderno no le interesa demasiado y que con antigüedades se vive mejor, y más cómodamente. “Un mueble del siglo XVIII ha pasado la prueba del tiempo. No hay nada más práctico que eso”, defiende, en un gesto que defiende el reciclaje –eso sí, exquisito– como actitud vital.
El año 2020 pasará a la historia por muchos motivos, y entre ellos está el mérito de haber sido el año en que menos salimos de casa. En unos meses que nos han hecho replantearnos el espacio doméstico, las historias que hemos reunido en nuestra revista de arquitectura, interiorismo, arte y diseño son una invitación a ampliar los confines de la imaginación y reivindicar el valor emocional de los espacios. Para Vincent Van Duysen, el arquitecto que ha definido una nueva sobriedad enormemente influyente, la casa es un santuario. En la columna que ha escrito para nosotros, recuerda la impresión que le causó la visita del templo egipcio de Hatshepsut y analiza el modo en que esa influencia sigue siendo palpable en sus lujosos interiores.
Para el cineasta Fernando Trueba, otro de nuestros protagonistas, los muebles y los libros de su casa madrileña son también un resumen de las obsesiones que circulan por sus películas. Del mismo modo, en un año tan introspectivo como este, el diseñador Jonathan Anderson nos ha abierto las puertas de su invernadero londinense, un canto de amor a la naturaleza y a la parsimonia que invita a cambiar el ritmo. Precisamente un invernadero ha causado sensación en Madrid (y en Instagram) estos últimos meses. La instalación del artista kosovar PetritHalilaj en el Palacio de Cristal del Retiro se basa en enormes flores de tejido y metal, pero también en su historia de amor con el artista español Álvaro Urbano. Hemos viajado hasta Berlín para conocerlos y curiosear en el estudio donde crean sus proyectos.
Hay muchas emociones en este número. Las alfombras que diseña Philippe Malouin, por ejemplo, se inspiran en las pinturas a la cera que usábamos de pequeños. Y la cruzada del interiorista Tomás Alía para recuperar la artesanía española antes de que algunos de sus mayores maestros desaparezcan tiene su origen en una ciudad mágica, Toledo, cuyos talleres secretos hemos recorrido con él. Visitamos una asombrosa vivienda en Montecarlo donde las obras de arte son objetos de uso cotidiano y regresamos a los interiores más fastuosos y excéntricos de los ochenta para una sana píldora de evasión decorativa. Hablamos con la arquitecta Ellen Van Loon sobre por qué las cocinas son tan pequeñas y preguntamos a Lluís Alexandre sobre el lado oscuro del coworking. Pedimos a Stephen Bayley que analice para nosotros esa maldita manía de pintarlo todo de colores brillantes y regresamos a un transatlántico fabuloso que ahora yace en el fondo del mar. Como siempre, contamos historias, descubrimos objetos asombrosos y dejamos que los que saben hablen de las cosas que conocen. Esperamos que disfrutéis de la lectura.
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