El sector turístico entra en el verano con 1,2 millones de empleos menos que hace un año

Tumbonas de playa recogidas el 1 de junio por la falta de turistas en Playa del Inglés, en Gran Canaria.
Tumbonas de playa recogidas el 1 de junio por la falta de turistas en Playa del Inglés, en Gran Canaria.Quique Curbelo / EFE

El agujero del turismo español cada vez es mayor y el Instituto Nacional de Estadística (INE) confirma una a una las peores previsiones del sector por la crisis del coronavirus. Este jueves el INE ha publicado los datos de mayo de llegadas de viajeros extranjeros y gasto, que por segundo mes consecutivo se quedaron a cero. La caída se debe a las restricciones a la movilidad en casi todo el mundo y al cierre de fronteras provocado por las medidas de confinamiento. Lógico, aunque no por ello menos traumático para una industria que genera más del 12% del PIB español y que afronta un futuro incierto pese a la apertura parcial al exterior de las últimas semanas. En los cinco primeros meses de 2020, el sector ha ingresado 18.860 millones de euros menos que en el mismo periodo del año anterior y aún faltan por cifrar las pérdidas de junio, que serán cuantiosas, y de los meses de verano.

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El hundimiento acumulado en lo que va de este ejercicio parece ya una losa demasiado pesada para parte del negocio turístico. Y un descalabro para la economía. Entre enero y mayo han llegado a España solo 10,5 millones de turistas que gastaron 11.700 millones. Esto supone un desplome del 63,88% y del 61,7%, respectivamente. Las empresas emiten mensajes dramáticos ante una situación en la que muchas tiritan por la falta de liquidez. La amenaza de muerte de parte del tejido productivo es cada vez más real y se acerca a marchas forzadas. En 2019, solo en mayo llegaron casi 8 millones de turistas que gastaron casi 8.200 millones de euros. En la antesala del verano, el sector turístico siempre calienta motores y comienza a aumentar sus visitas e ingresos. Algo que este año se ha esfumado.

“Hay algunas excepciones sobre el flujo de personas que pueden cruzar la frontera española, como es el caso de los ciudadanos de nacionalidad española residentes en otros países que sí tienen permitido el acceso al territorio español después de entrar en vigor estas órdenes, así como otros viajeros con causa justificada que podrían considerarse, en algunos casos, visitantes. Sin embargo, el reducido volumen de esos flujos y la imposibilidad de su caracterización acertada (difícilmente puede entenderse que el motivo de su desplazamiento sea turístico) desaconsejan la contabilización de los mismos”, argumenta el INE. A lo que añade: “Durante el mes de mayo, el número de visitantes internacionales con destino España por motivo turístico en todas las vías de acceso ha sido cero”.

Hace unos días, el instituto estadístico también ofreció los datos de ocupación hotelera en mayo. En este caso, en la misma línea que la llegada de turistas extranjeros, el hundimiento fue casi total. Pese a que desde el 11 de mayo se permitía la apertura de establecimientos de zonas que estaban en fase 1 —eso sí, con muchas restricciones—, solo se ofertaron un 4,3% de las plazas totales y las pernoctaciones hoteleras cayeron un 99,2% respecto a mayo de 2019.

El INE incide en que este colapso viene causado por el cierre de fronteras durante el estado de alarma. Esto puede suponer una ligera esperanza para que una vez reabran se reduzca la brecha respecto al ejercicio anterior. Pero esto está por ver. Desde Exceltur esperan que mejore la situación en el tercer trimestre, aunque estará muy lejos de los datos de 2019: un 63% por debajo en concreto, según el lobby turístico.

Un segundo semestre clave

Para junio las perspectivas tampoco son mucho más halagüeñas, ya que solo desde el 21 llegaron las primeras medidas en favor de una industria que se teme un verano negro. Las empresas del sector se preparan para la temporada alta, pero todavía con la incertidumbre de no saber cómo será la demanda. De hecho, muchos hoteles y restaurantes permanecen cerrados pese a que ya está abierta la frontera con los principales países emisores de viajeros a España.

Así, las empresas del sector dependen de lo que pueda ocurrir durante el segundo semestre para salvar un año para el olvido. En primer lugar, de julio a septiembre, cuando tradicionalmente llegan la mayoría de visitantes extranjeros y el gasto. Y también en los meses posteriores, de octubre a final de año. Se trata de una época en la que se reducen las llegadas, pero que se entiende fundamental para que las cuentas empresariales ya muy tocadas sean capaces de mantener cierta liquidez y sobrevivir. De ahí la reclamación de esta semana de la Asociación Nacional de Balnearios (Anbal) para que el Imserso anuncie que volverá a operar. Sin este flujo nacional, especialmente en los meses valle del turismo, el desplome de la industria puede ser todavía mayor. Y los cierres en el tejido productivo, generalizados.

Otra de las grandes preocupaciones para los meses finales de 2020 se centra en Canarias, donde el verano no es su temporada alta, sino que esta llega en los meses de otoño e invierno. De ahí la importancia de llegar a ese momento con una buena situación de control de la pandemia, así como una restauración y cierta normalización de los viajes entre países. Estos ingredientes se antojan claves para que la región pueda soportar mejor el golpe del coronavirus, más si cabe por su dependencia económica del turismo.

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