El semen que incriminó a un técnico en el asesinato que investigaba su laboratorio



El asesinato de Claire Hough una noche de verano de 1984 en San Diego probablemente tuvo solo un autor, pero durante años la policía dio por hecho que fueron dos: uno, un violador que estaba en libertad provisional; el otro, un técnico en criminalística que trabajó en el mismo laboratorio donde se analizaban las pruebas del caso, y que se suicidó tras ser investigado por la policía. Su viuda ha demandado a la ciudad de San Diego y al detective que incriminó a su marido, y el caso ha vuelto a la luz.
Un transeúnte encontró el cuerpo de la adolescente de 14 años. La habían estrangulado y mutilado la noche anterior, cuando había salido a pasear con su radio y un paquete de cigarrillo. La policía no encontró ninguna pista ni testimonio sobre el posible autor del crimen, que durmió en los archivos hasta que en 2012 un detective de homicidios, aprovechando los avances en análisis genético, encontró algo chocante al analizar las muestras tomadas del cuerpo. Su ADN se correspondía con el de dos personas distintas. El de la sangre que impregnaba los pantalones de la joven coincidía con los de un violador, Ronald Clyde Tatro; el de una muestra de semen de uno de los bastoncillos usados para extraer pruebas del cadáver, al de un técnico del laboratorio de criminalística, Kevin Brown, que ya se había jubilado.
La policía se presentó con una orden de registro en casa del técnico jubilado, que entonces tenía 62 años, y que había padecido episodios de depresión. Replicó que aquello tenía que ser un error. El hombre se suicidó nueve meses después.
Ahora, un jurado federal en California analiza el caso, recoge The Washington Post. La viuda de Kevin Brown, Rebecca Brown, quiere que se aclare el motivo que, considera, llevó a su marido a quitarse la vida: la policía no aceptó las explicaciones que él les ofreció. En los ochenta, sostiene la causa que abandera la mujer, los técnicos de laboratorio guardaban muestras de su propio semen en los laboratorios para probar los productos químicos empleados en los análisis antes de aplicarlos en las muestras de semen de los sospechosos. El de su marido estaba entre ellos.

El técnico inculpado nunca se ocupó del caso de la joven en el laboratorio. Quien sí lo hizo, otro técnico llamado John Simms, ha testificado ahora y ha dicho que quizá mezcló las pruebas por error, recoge el diario San Diego Union Tribune. Simms se jubiló en 2016 tras 36 años de servicio. En 1984, mientras trabajaba en el caso de la joven asesinada, recibió de los forenses un bastoncillo con el que habían recogido muestras de la vagina del cadáver. Simms ha asegurado que no sabe qué muestra escogió para hacer las pruebas de los químicos antes de usar la muestra extraída del cádaver. “No quiero creer que cometiera un error, pero admito que cabe la posibilidad”, ha señalado. En su momento, ha asegurado, compartió esa duda con la policía, aunque ese testimonio difiere de declaraciones anteriores suyas en las que aseguraba que en su trabajo solo usaba sus propias muestras de semen.
En el registro domiciliario de Kevin Brown, la policía se llevó centenares de fotografías y documentos. No encontraron nada que lo relacionara con el criminal sexual que había violado y asesinado a la joven. Brown se suicidó el 20 de octubre de 2014 y cuatro días después, la policía anunciaba en un comunicado que el hombre se había quitado la vida justo cuando se preparaba su arresto.


Source link