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El Senado de EE UU allana el camino al Tribunal Supremo a la jueza negra Ketanji Brown Jackson

La jueza Ketanji Brown Jackson, en una foto del pasado 28 de marzo.
La jueza Ketanji Brown Jackson, en una foto del pasado 28 de marzo.JIM WATSON (AFP)

El próximo viernes, el 8 de abril, justo antes de que se inicie el receso primaveral en las sesiones del Capitolio, Ketanji Brown Jackson será con toda probabilidad confirmada como jueza del Tribunal Supremo de Estados Unidos. Ese día se pronunciará la Cámara de Representantes, donde los demócratas tienen mayoría. El camino para ese desenlace final se allanó el lunes después de que tres senadores republicanos se sumasen a las filas demócratas para situar a la primera mujer negra en la máxima instancia judicial de EE UU.

Al voto favorable ya anunciado el mes pasado de la senadora republicana por Maine Susan Collins se sumó el de su colega por Alaska Lisa Murkowski y el de Mitt Romney de Utah, con lo que la votación final en la Cámara Alta quedo en 53 sufragios positivos frente a 47 negativos, muy lejos del sueño de consenso bipartidista ansiado por el presidente Joe Biden.

Murkowski solo tuvo elogios para Jackson, ya fuera por su “independencia judicial más que demostrada” o por “la importante perspectiva que traería a la corte”. Jackson, 51 años, ha sido vicepresidenta de la Comisión de Sentencias de Estados Unidos (una agencia independiente que vela por unificar los criterios de los tribunales federales), jueza del Distrito de Columbia (donde se encuentra Washington) y de su tribunal de apelaciones. Romney, por su parte, definió a la magistrada como “una persona de honor”.

Las declaraciones de ambos senadores llegaban pocas horas después del Comité Judicial del Senado pasara más de tres horas debatiendo el nombramiento de Jackson sin lograr un acuerdo sobre la idoneidad de la jueza. La discusión llegó a un punto muerto cuando sus 22 miembros se rompieron en dos partes iguales, 11 votos a favor frente a 11 en contra. En ese punto, quedó claro que ningún republicano del Comité apoyaría a Jackson. El presidente de esta comisión, el demócrata de Illinois Richard Durbin, mostró su decepción. “Por un momento creí que la jueza Jackson iba a ser la portadora de buenas noticias de que el Comité Judicial estaba cambiando”, expresó Durbin. “Desgraciadamente no ha sido así”, deploró.

Durbin expresó luego su esperanza de que los senadores republicanos moderados Murkowski y Romney dieran su apoyo a Jackson para que se pudiera elevar la votación al pleno de la Cámara Alta, como así sucedió el lunes, lo que permitió superar el bloqueo del nombramiento de la jueza al que se había llegado en el Comité Judicial.

La votación de este lunes se producía después de que la semana pasada se vivieran dos largas e intensas jornadas del proceso de designación de la primera afroamericana en la historia del alto tribunal. Para los republicanos, Jackson ha tratado el crimen con guante de seda; viene avalada por “grupos de extrema izquierda de financiación dudosa”, como dijo el republicano más veterano, Chuck Grassley (Iowa) en referencia a la organización Demand Justice (Exige justicia); defendió a terroristas en Guantánamo con una “sospechosa” dedicación cuando era abogada de oficio; y ha demostrado benevolencia a la hora de juzgar casos de pornografía infantil.

Para el líder de la minoría republicana en la Cámara Alta, el senador Mitch McConnell, el nombramiento de Jackson forma parte de “una misión ideológica para hacer que el Supremo sea más amable y gentil con los criminales”. La posición de McConnell responde a un intento de politizar la justicia de cara a las elecciones legislativas de noviembre, en las que los demócratas se juegan el control de ambas cámaras del parlamento.

La llegada de Jackson a la corte no cambiará la composición ideológica del Supremo estadounidense, que cuenta con seis jueces de tendencia conservadora (tres de ellos nombrados por Donald Trump) y tres progresistas, una situación que no se había dado en Estados Unidos en los últimos ochenta años. Sin embargo, la retirada a los 81 años del magistrado Stephen G. Breyer, miembro de la terna progresista, propició que la Administración de Biden pudiera sustituir al juez antes de las elecciones de medio mandato, en las que el Partido Demócrata podría quedar sin la mayoría necesaria para hacer ese nombramiento.

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