El sesgo del voluntario sano: por qué los expertos tachan de despilfarro las PCR masivas en Madrid

Una enfermera hace una prueba PCR el pasado lunes en el distrito de Carabanchel.
Una enfermera hace una prueba PCR el pasado lunes en el distrito de Carabanchel.INMA FLORES / EL PAIS

“En cada área hoy, solo de la última semana, hay de cientos a miles de positivos a los que no se les ha llamado. No hemos hecho nada con ellos. Nada es nada. Ni una llamada. No sabemos cómo se han contagiado, dónde, a quién han podido contagiar. Hemos perdido el control de la pandemia. Es criminal decir que esto está bajo control. Deberían saber que esto podía pasar. Ha habido mes y medio para prepararse, preparar personas… y no se ha hecho nada”.

Este es parte del relato de una epidemióloga que trabaja desde hace algunos años en la Comunidad de Madrid y que ha sido absorbida hace meses por la espiral de la pandemia. Ya casi no dedica tiempo a la tuberculosis o al sarampión. “Nos estamos centrando en los colectivos más afectados como residencias de mayores, de personas dependientes, con deterioro cognitivo; centros de día de todo tipo; colectividades religiosas; un centro residencial con familias de acogida o pensiones del Samur”. Es tajante al reconocer la falta de personal disponible para controlar la situación actual.

Otro epidemiólogo pinta el panorama menos desolador aunque insiste en la falta de medios y de previsión tras el fin del estado de alarma. Es también empleado permanente de la sanidad regional y con años de experiencia aunque no dedica todas sus horas de trabajo a combatir la covid-19. “Progresivamente se están incorporando rastreadores” pero “todo está desbordado” porque “son insuficientes” y “la falta de recursos es tremenda”. En todo caso, le parece excesivo considerar la situación como “criminal” aunque está seguro que hay cientos de casos sin rastrear. Cree que la clave está en los problemas para mantener el nivel de atención en los centros de primaria.

“Hay demoras para llamar el mismo día al positivo. Hay demora crónica desde que empezaron a crecer los casos. Hay retraso”. Considera importante “la detección precoz de los casos” pero “si no bajan los casos, si se siguen doblando, no hay rastreadores para compensar”, señala este sanitario. “En los dos meses de tranquilidad se tenía que haber preparado la respuesta y no se hizo”.

Madrid superó el miércoles los 100.000 casos positivos. El Gobierno recomendó el viernes no salir de casa en las zonas con más contagios así como reducir las reuniones y viajes innecesarios. Cada día se hacen más de 20.000 pruebas PCR en la Comunidad, de las que 12.000 corresponden a los centros de atención primaria, según el consejero Enrique Ruiz Escudero. Vinculan ese número de test a los casos que detectan.

La Consejería de Sanidad informó a principios de semana de que dispone de más de 560 personas dedicadas “exclusivamente” a hacer frente a la covid-19. Unos 350 técnicos de salud pública que efectúan encuestas a nivel epidemiológico con los contagiados y sus contactos y algo más de 200 operadores que se encargan del seguimiento diario de esas personas para comprobar si presentan síntomas o si cumplen la cuarentena. La Asociación Madrileña de Salud Pública (Amasap) recomienda, para poder atajar la cadena de contacto de manera más efectiva, entre 800 y 1.200 rastreadores para la región de Madrid.

Los dos epidemiólogos consultados, que prefieren no publicar su nombre ni en qué unidad técnica de salud trabajan, consideran excesiva esa cifra de 560 rastreadores que ofrece el Ejecutivo regional dedicados a tiempo total a luchar contra el virus. Puede ser, señalan, que la Comunidad incluya ahí a los que desempeñan otra tarea compatible con la de hacer seguimiento del virus. “Las cifras reales no las conocemos ninguno realmente”, comenta Julián Ordóñez, secretario de Sanidad de UGT, que habla de “oscurantismo”. El Gobierno regional ha vuelto a solicitar esta pasada semana al Ayuntamiento personal de Madrid Salud para que se incorpore en tareas de rastreo.

Sin dedicación exclusiva

La epidemióloga reconoce que no tiene acceso a los datos, pero recuerda algunas de las tareas que, más allá de combatir la covid-19, hay que seguir sacando adelante. “Nuestros compañeros, a los que se cuenta (en los 560), son personas que no son de dedicación exclusiva y su trabajo es importante: contar muertos, campañas de vacunación de la gripe, definir protocolos en los colegios, inspecciones en la industria alimentaria, controlar el agua de una residencia para evitar brotes legionela… todo esto se ha de seguir haciendo. Yo misma he dejado de trabajar en todo lo demás que hacía”, explica la sanitaria. “Nadie nos da una idea clara de qué hacer o dejar de hacer. ¿Cómo que a mi hora fiche y me vaya, bajo qué moralidad?”.

Al igual que el consejero Ruiz Escudero, que lo repite de manera constante, el epidemiólogo considera esencial cortar rápido la cadena de transmisión mediante la “detección precoz” de los infectados y sus contactos. “La llamada ha de ser rápida para identificar contactos y aislarlos. Si se hace con demora, la estrategia falla mucho. Hay que sistematizar de forma rápida la detección precoz para que tenga un buen resultado”. Pero eso ahora no se está haciendo en muchos de los casos.

Para tratar de conocer el comportamiento del virus en las zonas más sensibles de la región, la Consejería de Sanidad lleva a cabo la semana pasada y esta un sondeo con pruebas PCR entre asintomáticos, que representan al 75% de los positivos. “¿Quién les va a llamar con los resultados? ¿Quién hará los seguimientos a sus contactos? ¿Quién ordenará y controlará las cuarentenas? No hay gente que pueda asumir eso. ¿De qué nos sirven esas pruebas en barrios con cientos de miles de personas?”, se pregunta la epidemióloga sumida en el pesimismo.

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