El Sevilla lo hizo otra vez. Con toda la literatura del mundo, con el penalti convertido por Montiel, el hombre que le dio a Argentina el Mundial de Qatar, con todo lo que sufrió en una temporada muy complicada… sumó su séptimo titulo de Europa League tras remontar la final ante la Roma.
El rey de la competición agrandó su leyenda de la mejor manera posible, con Bono como protagonista parando dos penaltis para entrar de nuevo en la gloría.
El Sevilla estaba destinado a repetir su historia. El dominador absoluto de la competición ya tenía escritas páginas doradas que le han dado crédito en Europa. Como en Eindhoven en 2006, Glasgow en 2007, Turín en 2014, Varsovia en 2015, Basilea en 2016 y en Colonia en 2020, el sevillismo se volcaba con cerca de 13.000 hinchas en las gradas del Puskas Arena esperando que los suyos cumplieran la costumbre de ganar las finales a las que llegan y alzaran la Séptima.
Enfrente había un rival doblemente rocoso. Primero por ser italiano y segundo por estar dirigido por José Mourinho, pero la experiencia de haber eliminado a Manchester United y a Juventus para llegar a la final era un aval para los de Mendilibar, el hombre milagro en un vestuario al que cambió a su llegada.
Y el vasco sacó a su mejor once posible. Con la única baja de Acuña por sanción, Alex Telles ocupó el lugar del argentino en el lateral izquierdo, justo por donde Mourinho iba a sorprender. Después de proclamar que Dybala sólo estaba para 20 minutos, sacó al argentino y lo hizo coincidir por la zona débil del equipo andaluz. El resto, su rocoso bloque compactado con tres centrales, dos carrileros y un centro del campo fuerte que pivotaba en el eje Cristante-Matic. Y desde el primer momento la Roma se vio con fuerza para mandar en la final. Ante un Sevilla sin ideas que sólo buscaba colgar balones a En-Nesyri, la superioridad de centímetros era de los italianos, que ganaban las segundas jugadas. A los doce minutos Bono ya tenía que intervenir en un remate de Spinazzola solo tras una jugada genial de Dybala. El paradón del marroquí mantenía con vida en un duelo en el que no parecía que el Sevilla pudiera hincarle el diente a la Roma, que defendía muy cómoda y esperaba su momento.
Y éste llegó a los 35 minutos en una pérdida de Rakitic ante Cristante en el que los sevillistas pidieron falta. Mancini vio el hueco que había dejado Badé y que no dejó de aprovechar Dybala para batir a Bono.
El Sevilla, como en las tres últimas finales, empezaba por detrás en el marcador y tenía el reto de intentar una remontada. Y fue entonces cuando empezó a apretar. En los últimos minutos de la primera parte se vio un Sevilla más reconocible, aprovechando un largo descuento por el tiempo perdido por un golpe de Gudelj a Abraham. Primero avisó Fernando con un cabezazo forzado en un córner, aunque quien rozó el empate fue Rakitic con un zurdazo al poste en el largo tiempo extra marcado por el inglés Taylor.
Los nervionenses salieron más decididos en la segunda mitad. Con Suso y Lamela por Óliver y Bryan, Mendilibar buscó más opciones de pase y poder desbloquear el candado romano. Y la verdad que tardó poco en encontrar la llave. Logró el empate en un centro de Jesús Navas que Mancini se metió en su portería al intentar bloquear el contacto con En-Nesyri. No se había llegado a la hora de partido y el Sevilla había logrado devolver la final al punto inicial.
Fue cuando se empezó a endurecer el juego, acercándose cada vez más al terreno en el que se siente cómodo Mourinho. Bono evitaba en un remate embarullado de Abraham el segundo tanto de la Roma en una falta lateral y el VAR abortaba lo que hubiera sido un golpe definitivo del Sevilla al pitar Taylor un penalti de Ibañez a Ocampos que fue revisado y se quedó en nada. Esa acción acababa de trabar un duelo ya muy caliente que enfilaba la recta final. En ella, con gran tensión y la prórroga cerca, hubo más corazón que cabeza, y un intento de Suso que se encontró con Rui Patricio.
La tensión subió, como era de esperar en el tiempo extra, en la que ya el subconsciente hace que se piense en los penaltis y las ocasiones casi no existan. Las pérdidas de tiempo de la Roma, con jugadores al suelo, eran constantes en la segunda mitad buscando descaradamente la tanda de penaltis, que los italianos trataron de evitar con un final de acoso con faltas en la que llegó a dar un balón en el larguero.
Y en la tanda apareció la figura de Bono, como en Colonia en 2020, parandos dos lanzamientos, y la de Montiel, especialista en penaltis que valen un título. Primero falló, pero Taylor mandó repetir el lanzamiento y ahí no perdonó. El Sevilla es heptacampeón.
sevilla
11
roma
Sevilla: Bono (4); Jesús Navas (2) (Montiel, 94’, 3), Badé (2), Gudelj (3)(Marcao, 128’, sc), Alex Telles (2) (Rekik, 94’, 2); Fernando (3) (Joan Jordán, 128’, sc), Rakitic (3); Ocampos (3), Óliver Torres (2) (Suso, 46’, 4), Bryan Gil (2) (Lamela, 46’, 2); y En-Nesyri (2).
Roma: Rui Patricio (2); Mancini (3), Smalling (3), Ibañez (3);Çelik (2) (Zalewski, 91’, 3), Cristante (3), Matic (3) (Bove, 120, sc), Spinazzola (2) (Diego Llorente, 106’, 2); Pellegrini (2) (El Shaarawy, 106’, 2), Dybala (3) (Wijnaldum, 67’, 2) y Abraham (2) (Belotti, 75’, 2).
Árbitro: Anthony Taylor (inglés). (2).
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