El sueño autoritario que comparten Putin y Zemmour


El futuro es el resultado de una construcción cotidiana que se sostiene por nuestra facultad de hacer y mantener promesas. Y es así, bajo la idea de tres promesas, como el candidato Emmanuel Macron describió esa forma inédita de organización política que es la Unión Europea, y que nació hace ya más de 60 años. Las promesas de Macron son las de Europa: la promesa de la democracia, la promesa de futuro y la promesa de la paz. Y contienen también la clave de la identidad europea: sin una idea de progreso, ¿de qué sirve luchar por un mundo mejor? Hablaba Macron del peligroso retorno de “lo trágico”, de cómo las pulsiones iliberales provocan la respuesta reaccionaria y melancólica del sueño autoritario y sus nuevos padres fundadores. Uno de ellos, Zemmour, replicó diciendo que esa Europa carecía de cuerpo, cabeza o alma: “Una Europa que arranca sus propias raíces”, dijo Éric, el Tenebroso, “que borra su propia historia, que en modo alguno se identifica con la civilización de la que proviene”. Sus palabras potentes, peligrosas, recordaban al ataque al liberalismo de Putin en su famoso discurso en Sochi. Vladímir percibe las fallas de las naciones occidentales, y se convierte en fuente de inspiración de la reacción iliberal.

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