El sueño chileno de miles de haitianos se estrella en la frontera de México y Estados Unidos


La masiva y repentina llegada de haitianos a la frontera de México con Estados Unidos es el punto final a una larga travesía que comenzó en Haití, siguió en Chile y ha desembocado en el río Bravo. Miles de haitianos han permanecido retenidos en un campamento bajo el puente que une Texas y el Estado de Coahuila. La Administración de Joe Biden ya ha comenzado la deportación de las cerca de 15.000 personas que lograron cruzar y que serán devueltas a otros países o acabarán en Ciudad Acuña, la ciudad mexicana que sirve de muro de contención. La crisis humanitaria se combina con un pulso diplomático que mantienen en el limbo el futuro de miles de haitianos que comenzaron muchos meses, o años, su éxodo hacia el norte.

El detonante más reciente fue la salida desde Chile donde la comunidad haitiana representa el 12,5% y se ubica en tercer lugar luego de la venezolana (30,7%) y peruana (16,3%). De acuerdo a la información del Servicio Jesuita de Migrantes (SJM), el número de haitianos que sale de Chile supera al de los que ingresan tanto en 2019, 2020 como en los primeros cuatro meses de 2021. Es una tendencia que no se había registrado desde 2010, cuando arrancó una década marcada por la llegada de los haitianos al país sudamericano, pese a la distancia, las barreras del idioma y del clima.

Muchos de ellos llegaron a Chile con su esposa y sus hijos en plena ola migratoria de 2016, cuando los haitianos podían entrar como turistas sin visa y regularizar luego su situación si encontraban trabajo. Por entonces, la estabilidad política y el crecimiento por encima de la media regional hacían de Chile un paraíso en una Latinoamérica convulsionada y un Haití aún destruido por el terremoto de 2010. El fenómeno también se explica en parte por la instalación de tropas chilenas en Haití en los años previos. Entre 2004 y 2017, unos 12.000 militares chilenos fueron parte de la llamada Misión de Estabilización de Haití de las Naciones Unidas. El vínculo entre los uniformados y la población local pavimentó el largo camino de Haití a Chile.

Si en 2010 llegaban 988 haitianos por pasos habilitados, en 2017 ingresaron 110.166. En medio de este proceso migratorio, el segundo Gobierno de Sebastián Piñera en sus primeros meses en el poder emitió en abril de 2018 un decreto imponiendo a los inmigrantes haitianos la obligación de solicitar una visa de turista para entrar a Chile. Les permitiría permanecer 30 días, pero sin trabajar, y sin opción a cambiarla luego por una visa laboral. El propósito de la medida fue frenar la llegada de falsos turistas, lo que ralentizó la llegada oficial de haitianos a tierras chilenas.

Pero estas medidas administrativas lo que empujaron fue un tipo de migración “más precaria y vulnerable”, de acuerdo al anuario del SJM. “Solo entre enero 2018 y enero 2021 se dan más de 35.400 ingresos por paso no habilitado, concentrando el 79% de estos registros desde 2010. Son también venezolanos y haitianos quienes más aumentaron el ingreso irregular, los primeros en un 134.622% en 3 años (enero 2018-enero 2021) y los segundos en un 8.975% en el mismo período. También venezolanos y haitianos fueron quienes, según datos entregados por Policía de Investigaciones, más víctimas de tráfico ilícito tuvieron en 2020, constituyendo el 42% y 29% del total de víctimas registradas respectivamente”, asegura la investigación.

Como los haitianos están saliendo de Chile por los pasos no habilitados que utilizan para ingresar, no existen cifras acabadas sobre el éxodo, aunque se conocen las razones para que prefieran irse del país. “Debido al estallido social de 2019 y a la pandemia, las dificultades de inserción lo de los ciudadanos haitianos en el mercado laboral y de generar remesas hicieron que ellos decidieran salir de Chile y buscar nuevas oportunidades en Norteamérica”, explicó a la televisión Álvaro Bellolio, director del Servicio Nacional de Migrantes, del Gobierno chileno. Las razones del éxodo son multidimensionales. “Las personas que decidieron migrar hacia Chile en los últimos 10 años y que provenían de Haití no todas han logrado tener un proceso de acogida y de inclusión en la sociedad chilena”, explicó en agosto a EL PAÍS Carlos Figueroa, investigador del SJM. Apuntaba a la discriminación, a las dificultades para conseguir un trabajo digno –consiguen empleos que generalmente son precarios con respecto a otras nacionalidades– y las complejidades para regularizar sus papeles. El Gobierno chileno, por ejemplo, pide un documento de antecedentes penales que resulta especialmente complejo de conseguir para los haitianos. Para Figueroa, la salida de Trump de la Casa Blanca ha impulsado la migración haitiana hacia Estados Unidos, con la expectativa de que las barreras se levanten.

La discriminación racial aparece como un asunto central a la hora de buscar explicaciones del éxodo de haitianos. “¿Qué puede esperar en Chile un haitiano negrito y cabello de lana, si entre ustedes los chilenos existe racismo?”, se preguntaba William Pierre, vocero de la comunidad haitiana en Chile, en una entrevista con un canal local de televisión. El portavoz se refería a la discriminación que se observa en Chile hacia los apellidos indígenas mapuche, en una sociedad fuertemente racista y clasista. De acuerdo al Barómetro de Percepción de la Migración de 2020, que analizó cerca de 1,5 millones de mensajes en Twitter, identificó que un 14% reflejan discriminación hacia migrantes en general. “El colectivo haitiano sobresale como víctima de una mezcla de clasismo y racismo de parte sobre todo de grupos radicalizados de la derecha”, asegura el informe.

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