Siete años y diez días han tenido que pasar para que el Barça vuelva a jugar hoy un partido en una Final Four de la Euroliga. Atrás queda una larga travesía por el desierto, la peor época de un equipo que pasó de estar acostumbrado a ganar a vivir de forma casi perenne alejado de los grandes títulos. Atrás quedan un buen número de proyectos fallidos, el tramposo ‘nou model’ y un rosario de fichajes que nunca llegaron a rendir como se esperaba por mucho que fueran pasando diferentes entrenadores (Georgios Bartzokas, Sito Alonso, Svetislav Pesic) por el banquillo. El Barça, sin embargo, ya no mira hacia atrás sino hacia adelante, ilusionado por la posibilidad de instalarse de nuevo entre los grandes de Europa. El primer paso fue acabar líder de la fase regular de la Euroliga, el segundo, superar al Zenit en un exigente playoff de cuartos de final y el tercero hay que darlo hoy. Nadie en el Barça quiere mirar de momento más allá del duelo de semifinales de esta noche (21.00 horas) contra el Armani Milan, otro histórico llegado a la Final Four de Colonia con la intención de reverdecer laureles.
El Barça apostó fuerte por un nuevo proyecto en el verano de 2019, con fichajes muy importantes (Mirotic, Higgins, Davies, Abrines) que dispararon la competitividad del equipo pero que no llegaron a conducirle hacia los títulos en esa primera temporada. Faltaba una pieza clave y esa llegó un año después con el ansiado retorno de Sarunas Jasikevicius, esta vez para liderar desde el banquillo. El carisma y magisterio técnico del lituano han conseguido multiplicar el poderío de un grupo sobrado de talento pero que ahora además funciona como un todo, con el colectivo siempre por delante de las individualidades. Los resultados están ahí: título de la Copa del Rey, primera posición de la fase regular de la Euroliga y regreso a la Final Four tras siete años de ausencia. Eso sí, el camino todavía está incompleto.
El gran reto de Saras y sus chicos empieza hoy en Colonia. El Barça llega preparado, con todos sus jugadores en buenas condiciones físicas y las maletas cargadas de ilusión. Solo dos victorias separan al equipo azulgrana de su tercera Euroliga tras las de 2003 y 2010 pero la mirada no va de momento tan lejos. Como ha hecho durante toda la temporada, el Barça solo piensa en el próximo partido, no hay otra cosa que el duelo de semifinales contra el Armani.
El equipo italiano regresa tras una sequía mucho más larga (29 años sin Final Four), con otro gran técnico al frente (Ettore Messina) y un montón de talento y experiencia en sus filas. Si en el Barça solo Higgins sabe lo que es ganar la Euroliga, en el Armani pueden presumir de ello el propio Messina, Sergio Rodríguez, Kyle Hines y Luigi Datome.
El Barça, sin embargo, no tiene miedo. Ya ganó al Armani en los dos partidos de fase regular (87-71 en el Palau y 56-72 en Milán) y dispone de la mejor defensa de la Euroliga y un equipo mucho más físico que el italiano. Aprovechar estas virtudes será clave para llegar a la final del domingo y situarse a un solo paso del sueño.
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