El terror de La Familia Michoacana, el longevo cartel mexicano que aún busca imponer su ley de plomo


Integrantes de La Familia Michoacana en una captura de pantalla de un vídeo con el que anunció su llegada a Milpa Alta, en la Ciudad de México, el pasado 4 de diciembre.RR. SS.

La imagen del changuito muerto dio la vuelta a medio mundo: no todos los días se ve a un mono con chaleco antibalas, sin vida, en el piso, como si acabara de soltar su fusil, caído en combate. Ni siquiera en México. La ironía del chango sicario es que su imagen eclipsaba lo ocurrido, el enésimo enfrentamiento a balazos en la Tierra Caliente del Estado de México, que esa vez dejó 11 muertos, todos civiles, presuntos integrantes del grupo criminal. Se habló de los muertos, sí, pero como se habla en el país desde hace años, con una lógica estadística, dando por hecho que aquello, tal cual están las cosas, era parte del día a día.

Así, las fotos del mono con chaleco distraían de algunos detalles del suceso. Ocurrió el 14 de junio en Texcaltitlán, puerta de Tierra Caliente, región que comparten el Estado de México, Michoacán y Guerrero. La Fiscalía del Estado de México habló de un intercambio de disparos con sicarios, que, según la dependencia, atacaron primero. Mencionó a sus heridos y las armas, vehículos y demás enseres decomisados. Más tarde, las autoridades lanzaron un nombre al aire, La Familia Michoacana. Otra vez La Familia Michoacana.

Un mono araña vestido con chaleco antibalas que murió en el enfrentamiento.RR. SS.

Opacada por el quehacer criminal y la habilidad mediática del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y sus grupos satélite, La Familia Michoacana vuelve estos días a las primeras planas por la agresividad que han demostrado en sus ataques recientes. Especialmente activos en el Estado de México y Guerrero, sus integrantes demuestran una osadía sorprendente, la perdurable ley de plomo que somete a la región desde hace más de una década. A las masacres y los ataques hay que sumar su posible expansión. Hace unas semanas, un grupo de hombres armados cantando sus siglas anunciaron su llegada a Milpa Alta, el sur rural de Ciudad de México.

Las autoridades monitorean las actividades del grupo desde hace años. El Gobierno tiene en sus listas de objetivos a sus líderes, los hermanos José Alfredo y Johnny Hurtado Olascoaga, seguimiento que puede verse a detalle en documentos del Ejército, gracias al hackeo masivo que llevo a cabo hace unos meses el grupo Guacamaya. También el Gobierno de Estados Unidos los señala. En noviembre, el Departamento del Tesoro de aquel país los metió en su lista negra. Pese a todo, La Familia prevalece.

El enfrentamiento de Texcaltitlan fue solo el último de una serie de emboscadas y reyertas protagonizadas en el Estado de México por el grupo criminal, uno de los más longevos del país, marca que ha sobrevivido a sus pares de generación, caso por ejemplo de Los Zetas. Cerca de allí, en Coatepec Harinas, sicarios del grupo criminal habían asesinado meses atrás a 13 policías del Estado de México, estatales y ministeriales. También por entonces, otros dos policías ministeriales habían muerto a balazos en la misma Texcaltitlan, en una emboscada que dejó además seis agentes heridos.

La lista de encontronazos es extensa y responde a una guerra que el grupo criminal -o alguna de sus células asociadas, presentes en el sur del Estado de México- declaró a la Fiscalía del Estado a mediados de 2020, al parecer por la captura de uno de sus líderes, guerra anunciada en carteles colgados en municipios de la zona. La batalla parece que acabó el día del chango, al menos en esa zona. En estos últimos meses, el frente de batalla se ha desplazado unos 200 kilómetros al sur, en la misma región de la Tierra Caliente, pero ya en Guerrero.

Diapositiva de un documento filtrado por Guacamaya en octubre de este año sobre la vigilancia a mandos de La Familia.

Como ocurre con el CJNG, es difícil delimitar el radio de acción de La Familia Michoacana y la cohesión entre los grupos que actúan bajo su nombre. En el caso del CJNG, sus siglas aparecen por doquier, sin que signifique muchas veces su presencia en una u otra zona. Los académicos hablan de un régimen de franquicia, tipo McDonald’s, en que el grupo presta sus siglas a cambio de algo. Puede ocurrir también que otras bandas las asuman sin permiso alguno, tratando de aprovecharse del terror que infunde solo el nombre.

Aunque existen semejanzas, el caso de La Familia es distinto. El grupo nació en Michoacán en el cambio de siglo, como respuesta a la violencia de Los Zetas, que empezaban a expandir sus tentáculos fuera del noreste. Su líder, Nazario Moreno, armó una organización muy particular, con su biblia, su código ético, la idea cien veces repetida en años posteriores de que su único motivo para existir era el bien del pueblo. Puede que alguna vez lo fuera, o que alguno de sus integrantes de verdad lo pensara, pero con el paso de los años se mostraron como un grupo de asesinos, traficantes y maleantes sin escrúpulos.

La muerte y captura de Moreno y otros líderes tumbaron a La Familia Michoacana en su estado natal. Los herederos adoptaron otros nombres, caso de Los Caballeros Templarios, deudores también de una lógica religiosa, mística. Pero en Guerrero y el Estado de México, la marca perduró. No está clara la conexión entre La Familia de Michoacán y la de Guerrero y el Estado de México, pero amplias regiones de estos dos últimos Estados se convirtieron en un feudo prácticamente inexpugnable para ellos. En todos estos años, las autoridades solo han capturado a uno de sus líderes importantes, José María Chávez Magaña, alias El Pony, en 2014. Entonces y ahora, los hermanos Hurtado Olascoaga siguen haciendo y deshaciendo a su antojo.

Un miembro de Pueblos Unidos, un grupo de civiles armados para prevenir el acceso de los cárteles a algunos municipios de Michoacán.Cristopher Rogel Blanquet (Getty Images)Con López Obrador

En los últimos dos años, La Familia Michoacana ha ocupado parte de las preocupaciones del gabinete de seguridad del Gobierno. A finales de octubre, autoridades federales catearon inmuebles ligados presuntamente al grupo tras las últimas masacres. A principios de mes, sicarios habían asesinado a una veintena de personas en San Miguel Totolapan, ya en Guerrero, entre ellas el alcalde y su padre. El fin de semana pasado, miembros de la banda masacraron a siete pobladores de una comunidad de Coyuca, a 50 kilómetros de allí.

En los cateos, los agentes buscaban pistas que les acerquen a los hermanos Hurtado, objetivos del Ejecutivo desde hace una década. Al parecer, al menos una de las casas registradas en Guerrero era de uno de los hermanos, José Alfredo, alias La Fresa. En su sala había animales salvajes disecados, entre ellos un león. En otras casas encontraron antílopes, un tigre de bengala, un lago con flamencos… Pero ni una pista de ellos.

Otra diapositiva del documento filtrado.

Gracias a la filtración de documentos de la Secretaría de la Defensa que hizo el grupo Guacamaya hace un par de meses, es posible rastrear la preocupación del Gobierno respecto al grupo antes de octubre. En noviembre de 2020, por ejemplo, en una reunión del Centro de Fusión de Inteligencia (Cerfi) Centro, organismo de inteligencia del Ejército, sus dirigentes actualizaron la lista de objetivos de la zona. De los 13 prioritarios, uno era Johnny Hurtado, alias El Pez, y otro Juan Moreno Salgado, alias Jabón. El Ejército localiza al segundo en Sultepec, en el Estado de México, cerca de Texcaltitlan, y al primero en Arcelia, Guerrero, junto a San Miguel Totolapan. De los 13, los militares consideraban que tres son más importantes que el resto. Uno era Jabón, supuestamente uno de los orquestadores de los ataques contra la Fiscalía del Estado de México en 2020 y 2021.

En un documento titulado “Informes de Juntas de Coordinación efectuadas den 2020″ en la zona “Centro”, se observa de nuevo la preocupación de buena parte de los mandos de la región por el grupo criminal. Ahí, el Cerfi Centro señala, por ejemplo: “Se ha compartido información de la movilidad y fotografías de integrantes de la organización delictiva “La Familia” (…) Se compartió la movilidad de Juan Moreno Salgado, ‘Jabón’, Jefe de plaza de Sultepec, Estado de México, Artemio Martínez Castrejón, ‘La Mala’, Jefe de Plaza de Tenancingo, Estado de México y Luis Gómez, ‘Kaliman’, encargado de incursionar del Estado de México a Morelos, quienes son generadores de violencia y blancos consensuados con los mandos territoriales”.

Vigilantes locales en San Juan Nuevo (Michoacán), que se organizaron después de un asesinato presuntamente realizado por La Familia Michoacana, en enero de 2018.Juan José Estrada Serafín (Cuartoscuro)

En otro documento, titulado “Reunión y Resumen de resultados 2020″, el Cerfi informaba de la detención momentánea en un retén, en marzo de ese año, de Adita Hurtado Olascoaga, hermana de La Fresa y El Pez. “Viajaba en compañía de su hijo. Sin encontrarle indicios de actividad delictiva, dejamos que continuara su camino”, reza el documenta. En ese mismo informe se explicaba también cómo había ocurrido la detención de uno de los lugartenientes de alias Jabón, José Dámaso Alpizar, “jefe de plaza de Texcaltitlan”.

El Cerfi cuenta que proporcionó al Mando Especial Iguala del Ejército información sobre la movilidad de Alpizar. Basados en ella, los militares instalaron retenes en Amatepec, Estado de México, algo al sur de Sultepec y Texcaltitlán. El 10 de junio de 2020, los militares interceptaron una camioneta Ford Lobo negra, en la que iban tres hombres. Uno de ellos resultó ser Alpizar. En la camioneta, los militares encontraron además tres armas largas, una pistola y cartuchos. Alpizar quedó detenido.

Su captura habría provocado la penúltima ofensiva de La Familia Michoacana, la del Estado de México, calificada de guerra por el grupo criminal. Poco se sabe de por qué empezó la última, dirigida contra civiles y funcionarios públicos, ya en Guerrero.

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