Nadia Calviño y María Jesús Montero, en una rueda de prensa en mayo.Moncloa / Europa PressCada euro cuenta. No son solo los 14.000 millones que se están pidiendo a los Ayuntamientos. El Gobierno está reclamando más de 1.000 millones de euros en depósitos a todos los organismos autónomos y entidades estatales por la covid-19. Un déficit público disparado obliga al Ejecutivo a buscar toda la financiación posible. Ya quitaron 1.600 millones a las comunidades de la formación ocupacional para pagar el paro. Han pedido a la UE 20.000 millones del fondo SURE. Aunque durante julio y agosto ha levantado el pie, el Tesoro ha emitido hasta julio un récord de 1.000 millones de euros al día. Y acumula en tesorería un colchón de cerca de 50.000 millones, unos niveles de liquidez que salvo por amortizaciones puntuales no se alcanzaban desde la anterior crisis.Y esos colchones se han construido a pesar de la caída de la recaudación, las moratorias de impuestos y cotizaciones y teniendo en cuenta que supone un coste de unos 200 millones al año al tener que pagar un 0,4% de interés al Banco de España —si bien al año siguiente el banco transfiere parte de sus beneficios al Estado—.El Gobierno está captando liquidez como nunca. A cierre de julio, el Tesoro había emitido ya 216.000 millones de los 297.000 que tiene previsto captar en cantidades brutas. Es decir: unos 1.000 millones al día. De esas emisiones, unos 152.000 millones eran deuda a medio y largo plazo, el 82% de los 186.000 millones que esperan conseguir. Si se toma solo la financiación neta, esto es, el endeudamiento nuevo una vez sustraídas las amortizaciones por los vencimientos de deuda, el total logrado roza los 100.000 millones frente a los 130.000 que se tiene como objetivo. Nunca la maquinaria del Tesoro había funcionado a un ritmo igual.El Tesoro ha aumentado las emisiones sindicadas, aquellas en las que se llama directamente a los inversores institucionales a través de los bancos. Ha creado nuevas referencias de bonos a siete y 20 años. Ha emitido subastas por cantidades récord, superando la horquilla de los 5.000-6000 millones que se había dado entre 2017 y 2019. Y ha cambiado la segunda vuelta de las subastas para que los creadores de mercado puedan comprar al tipo marginal, que es más bajo, en vez de al tipo medio, y así adquieran más. “El trabajo del Tesoro ha sido muy bueno anticipando las necesidades y no dejando que asome la menor duda sobre su posición de liquidez”, apunta Francisco Vidal, economista jefe de Intermoney.El paraguas del BCE ha sido decisivo. Este año ha comprado ya unos 60.000 millones de deuda pública española. “Si se extrapola la cifra al resto del año, está garantizando cerca de un 90% de la nueva financiación del Estado”, señala Vidal. Semejante respaldo ha permitido al Tesoro aumentar como nunca sus emisiones a la vez que, por primera vez en la historia, ha reducido el coste medio del total de deuda en circulación por debajo del 2%. Y además lo ha logrado anclando la deuda cada vez a plazos más largos, ahora en los 7,82 años de vida media. Así se asegura que las arcas públicas se benefician de los actuales tipos bajos durante más tiempo.También han contribuido las compras de los bancos nacionales, que han vuelto a elevar sus tenencias de deuda pública tras años bajándolas. Aprovechan que toman la liquidez del BCE a tipos muy bajos y la llevan con un beneficio a la deuda pública sin incurrir en riesgos, lo que en la jerga se conoce como carry trade. Hasta mayo han comprado unos 29.000 millones. En general, hay mucho ahorro de fondos de pensiones que busca donde guarecerse.En estas circunstancias, el mayor riesgo es que más adelante el BCE tenga que poner el freno a sus adquisiciones. Si la recuperación económica española no va al mismo ritmo que el resto y el eurobanco reduce su apoyo antes de que España haya salido del pozo, entonces podría haber problemas. También podría suceder que en algún momento los inversores penalicen a la economía española porque se está quedando retrasada por los rebrotes, las duras restricciones a la movilidad o el peso del sector turístico, la hostelería y las pymes.Por si acaso, el Gobierno está haciendo caja y arañando liquidez de todas partes. En un real decreto ley de abril introdujo la posibilidad de que Hacienda se quedase con aquellos depósitos que no estuviesen siendo utilizados de los organismos autónomos y las entidades del sector público estatal. En ellos hay hasta 18.000 millones, según datos del Banco de España. Pero algunos pertenecen a entidades como el Fondo de Garantía de Depósitos, que respalda los ahorros y por tanto no se pueden tocar. O la SEPI, que necesita esa caja para su operativa. En cambio, sí que hay dinero, por ejemplo, en Tráfico de las multas. Según apuntan fuentes no oficiales, la cifra que está tomando Hacienda de los organismos supera los 1.000 millones de euros.Para gastos de la covidSegún consta en el decreto, ese dinero se ingresa en el Tesoro y se puede destinar al Fondo de Contingencia para cualquier gasto justificado por la covid-19. Y el Fondo de Contingencia podrá rebasar temporalmente su límite legal establecido en el 2% del gasto presupuestario del Estado.El PP ya hizo una barrida similar de depósitos en 2012. “El efectivo de los organismos es el chocolate del loro. Simplemente no tiene sentido emitir cuando hay dinero ocioso”, señala una fuente gubernamental. Siguiendo la misma lógica que para los Ayuntamientos, el Ejecutivo defiende que esta es la mejor forma de gestionar estos recursos en un momento en el que además hace falta acumular liquidez. Y subrayan que los ahorros de los Ayuntamientos están costando unos 70 millones al año calculándolo con el tipo que cobra el BCE.La otra cara de lo que hace el Tesoro se encuentra en la recaudación fiscal. El desplome en la primera mitad del año ha sido del 11%, unos 10.000 millones menos. Según explican fuentes de la Administración, se trata de una caída drástica pero algo mejor que los peores escenarios contemplados.Sin embargo, la pérdida de la campaña turística y la amenaza de rebrotes podría lastrar más las cuentas públicas y exigir aún más de lo que el Tesoro tenía previsto. La Autoridad Fiscal prevé dos posibles cierres del déficit dependiendo de la intensidad de la crisis: el 11,9% del PIB y el 14,4%. El segundo escenario rebasaría las previsiones del Gobierno y obligaría al Tesoro a seguir forzando la máquina hasta los últimos días. Además, desde que el Tesoro hizo público sus planes poscovid, el Gobierno ha anunciado los 16.000 millones para las comunidades autónomas, 10.000 millones para el fondo de rescate de empresas de la SEPI, y los 5.000 millones para los Ayuntamientos. Todo ello elevará las necesidades de financiación del Tesoro.En cualquier caso, el colchón que tiene el Estado se ha disparado hasta los 47.000 millones depositados en el Banco de España. Al cierre de 2019 solo tenía allí 13.000 millones, en parte para emitir menos y bajar la deuda pública, en parte para evitar que se pagasen los intereses negativos.Objetivo: que no haya tensión en el mercado El Tesoro está emitiendo en volúmenes históricos. Esta estrategia de adelantar la captación de fondos es habitual en un año normal. Pero ahora está aún más justificado en un mercado en el que todos los países colocan deuda a mansalva. En lo que resta de año no es previsible que las cosas se tuerzan gracias al BCE. Aun así, el Tesoro trata de construir colchones y reducir la apelación a los inversores, suprimiendo de raíz cualquier viso de tensión que pueda surgir en los mercados. Cabe la posibilidad de que siga emitiendo mucho una vez logrado el objetivo de financiación para acumular caja del año que viene. Aunque lo lógico sería que haga falta más de lo previsto si continúan los ERTE y cae más la recaudación por los rebrotes.
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