El Tesoro estrena el año con rentabilidad negativa por primera vez en su historia


El dato está en la presentación sobre la estrategia de emisión que el Tesoro español ha enviado a los inversores internacionales. Allí se ve cómo los tipos a los que se emite la deuda pública llevan toda esta última década en caída libre: desde el 4% que rondaban en 2011 han ido cayendo hasta inaugurar 2021 con un -0,08%, la primera vez que entran en territorio negativo. La política de máxima liquidez del Banco Central Europeo permite a España financiarse gratis (o incluso ganar dinero por pedir prestado) pese a que la deuda alcance récords históricos: este año superará el 117% del PIB, según pronostica el Gobierno.

No es algo completamente novedoso. Hace tiempo que nadie se sorprende al ver una rentabilidad negativa en las emisiones de deuda. Ahora mismo, los bonos a 10 años de países como Alemania, Francia, Holanda o Suiza cotizan con intereses bajo cero en el mercado secundario de la deuda. Y en el primario, la mitad del endeudamiento emitido el año pasado por el Tesoro español se adjudicó a tipos negativos. Pero la tendencia va a más. Frente al coste de emisión inferior al 1% del año pasado, 2021 ya empieza directamente con un porcentaje bajo cero. A medida que los intereses bajan, el vencimiento de la deuda crece. Frente a los seis años de media de principios de la pasada década, la deuda española en circulación alcanzará este año un vencimiento medio de casi ocho años (7,87). Otro récord más en este mercado.

En su documento, el organismo dependiente del Ministerio de Economía insiste en que la financiación neta que solicitará España en los mercados rondará este año los 100.000 millones de euros, por debajo de los 110.000 de 2020. “Los costes de financiación están en niveles históricamente bajos: el interés medio de la deuda en circulación está en el 1,85%”, asegura. El Tesoro también resalta el compromiso del Gobierno para mantener la senda descendente en el déficit fiscal y en la relación entre deuda y PIB “tan pronto como se cierre la brecha de producción”.

La baja rentabilidad de la deuda supone un ahorro significativo para las arcas del Estado. Así, el pago en intereses ascendió el año pasado a 25.900 millones de euros, casi 10.000 menos del coste financiero de 2013. Y eso pese a que las necesidades de financiación aumentaron considerablemente para hacer frente a los gastos extra de la crisis del coronavirus. “El impacto de la covid-19 ha sido muy significativo, pero se ha visto limitado por las medidas para mitigarlo. El paquete de ayudas incluye el apoyo directo del Presupuesto (5,3% del PIB) y las medidas de liquidez (15,3% del PIB)”, añade el texto del Tesoro.

Para salir del hoyo en el que anda metida la economía española, el Gobierno confía en su “agenda de crecimiento”, que se centra en la digitalización, la economía verde y la igualdad de género; y sobre todo en los fondos europeos procedentes del Next Generation EU. También destaca el “consenso político” para aprovechar “esta oportunidad histórica” para aumentar el potencial de crecimiento.

Demanda récord para un bono a 50 años

El Tesoro Público adjudicó el martes 5.000 millones de euros con un nuevo bono sindicado a 50 años, la segunda emisión de este plazo tras la emitida en 2016. La demanda alcanzó el récord de 65.000 millones, según informó el Ministerio de Asuntos Económicos.

La nueva referencia, que vence el 31 de octubre de 2071, se emitió con un cupón de 1,45% y una rentabilidad del 1,458%, dos puntos porcentuales menos que la referencia anterior y equivalente a 13 puntos básicos por encima de la actual referencia a 50 años. La emisión registró na demanda de más de 65.000 millones de euros, más de seis veces superior a la registrada en la emisión sindicada de 2016, lo que ha permitido al Tesoro asignar la emisión entre inversores de “muy alta calidad”. Se trata de una cifra de demanda récord en este tipo de bono, aunque no en el conjunto.

La demanda final se repartió entre 477 cuentas inversoras de naturaleza muy diversificada, algo que Asuntos Económicos ve “especialmente relevante”, puesto que este bono no es elegible para el programa de compras del BCE, lo que refleja la “confianza de los inversores en la economía española”. Los inversores no residentes alcanzaron una participación del 91,9%.


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