El todo por el todo en San Paolo

Habrá que jugársela en San Paolo, salvo que el Rijeka consiga vencer al AZ el próximo jueves, lo que le bastaría a la Real, aún con derrota ante el Nápoles. De nuevo los de
Imanol
embotellaron al rival pero su falta de puntería le castigó para no pasar del empate ante el rival que aún no había sumado ningún punto en el grupo.

El partido de anoche fue muy extraño. El colegiado portugués
Joao
Pinheiro

vio penalti en una mano de Isak en el área croata. Debieron convencerle tanto las protestas del Rijeka que, sin haber VAR, él mismo se sacó un bote neutral rectificando lo que ya masticábamos como el primer gol de
Oyarzabal
desde los once metros donde nunca falla. Pero esta vez le faltó fluidez al equipo guipuzcoano para seguir en la insistencia y poca efectividad a
Isak
, que tuvo hasta tres llegadas que no le sacan de mantener su marcador de goles a cero cuando ha jugado en Europa.

Así que cuando
Velkoski
aprovechó un balón al área para cabecear el 0-1, empezaron los sudores para una Real que tuvo que esperar a serenarse en el descanso y salir a por el partido después. Había que buscar nuevos aires e
Imanol,
que en eso casi siempre acierta, puso en el campo a
Jon
Bautista
, el salvador en Rijeka, que de nuevo salió al rescate, para empatar en una media vuelta para llevar a la red el pase de
Gorosabel
, también recién llegado. Parecía que quedaba tiempo para ganar los tres puntos, pero nuevo mazazo con el gol de
Loncar
y de nuevo a sufrir. Más de una veintena de remates locales no bastaban para ganar, aunque al menos el servicio de
Merino
a
Monreal
dejó un punto para que la Real siga dependiendo de sí misma y le sea suficiente con hacer lo mismo que haga el AZ en su última jornada con el Rijeka. Una victoria en Nápoles incluso le daría el pase como primera del grupo

PERSONALIDAD DE IMANOL

Escuchaba esta semana a compañeros de Villareal que no daban crédito al cambio de personalidad que han descubierto en Imanol Alguacil, exjugador del submarino amarillo tras su salida de la Real. Hablaban de aquél jugador que pasó por tierras castellonenses entre 1998 y 2000, muy tímido y de otro talante al que ven ahora cuando dirige a la plantilla txuri urdin desde el banquillo. Es muy cierto que en estos veinte años Imanol ha experimentado un cambio importante en su personalidad, aunque aún destaca en él su timidez que, poco a poco, supera con la intensidad de los focos a los que le sometemos con más frecuencia de la que desearía. Es un trabajador infatigable, pero a la vez le cuesta mucho exteriorizarlo, aunque ya se sabe que en este mundo del fútbol mediático hay quienes sin hacer mucho se saben vender y otros, como nuestro entrenador, son hormiguitas de trabajar en silencio pero con resultados que saltan a la vista. A Imanol no le gustan los excesos y se siente hasta incómodo cuando le premian por sus éxitos. Es el gran prototipo del guipuzcoano que más allá de recibir medallas, lo que le gusta es que su trabajo enorgullezca a sus seguidores. Y el preparador de Orio lo consigue.

Los recuerdos de Labaka

Es muy posible que Mikel Labaka, segundo de Imanol y único superviviente en la actual plantilla de la Real que no pueda evitar recordar aquella tarde del 8 de junio del 2008 en Mendizorroza que terminó con muchas lágrimas en el vestuario de Lillo, tras perder 3-2 un partido que llegaba a los últimos minutos con ventaja 1-2 y que pudo suponer, de ganarlo, el regreso a Primera y un cambio de la historia.

La televisión sujeta a la Real

Es compresible que la Real tuviera prisas en reanudar los partidos en plena pandemia cuando el 23 de diciembre presentará un presupuesto en el que anuncia recaudar 60 millones de la tele, con lo que compensará gran parte de los 67,4 millones de gasto en personal, 51 de ellos de la primera plantilla. El presupuesto llega a su mayor cota de 110 millones de euros que aprobará tal cual.


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