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El tren tóxico de Ohio se convierte en objeto de batalla política entre Trump y Biden

EL PAÍS

Los análisis de aire y de agua que se realizan en East Palestine (Ohio) siguen sin detectar sustancias tóxicas. Los vecinos han vuelto masivamente al pueblo en cuyas afueras descarriló y ardió un tren de mercancías cargado con productos químicos, pero muchos de ellos siguen legítimamente preocupados por la contaminación que ha dejado el accidente. Mientras los trabajos de limpieza de la zona del accidente continúan, la batalla se ha trasladado al terreno político. El expresidente Donald Trump se desplazó este miércoles a Ohio y acusó a Biden de “traición” por la respuesta de la Administración demócrata al accidente. Los demócratas, mientras, acusan a los republicanos de haber impedido que prosperara una regulación que habría aumentado las medidas de seguridad ferroviaria.

Tras volar desde Florida, Trump llegó a East Palestine con la puesta en escena de una visita presidencial, con una caravana de coches oscuros. Con ello resaltaba lo obvio, que el actual presidente, Joe Biden, no se ha desplazado al lugar del accidente desde el descarrilamiento de la noche del viernes 3 de febrero, hace ya casi tres semanas. Sí lo ha hecho un miembro de su gabinete, Michael Regan, responsable de la Agencia de Protección del Medio Ambiente (la EPA). Este jueves está previsto que acuda a East Palestine el secretario de Transportes, Pete Buttigieg, a quien se ha criticado por tardar tanto en acudir. Los republicanos dicen que lo hace en respuesta a la visita de Trump.

Trump ha llegado al pueblo del accidente en un día lluvioso, lo que ha deslucido un tanto su recibimiento, aunque había seguidores con pancartas en las calles. El expresidente, y candidato a las presidenciales de 2024, ha llevado como presente un lote de botellas de agua etiquetadas con su nombre. Ha intervenido ante un pequeño grupo en el cuartel de los bomberos de la localidad, escoltado por el senador republicano por Ohio JD Vance y por el alcalde, Trent Conaway.

En su intervención, Trump ha dicho que lo que necesita East Palestine no son excusas, sino “respuestas y resultados”. “En demasiados casos, vuestra bondad y perseverancia se han encontrado con la indiferencia y la traición”, ha afirmado. Ha atacado a Biden por no ir a Ohio mientras se dedica a “recorrer Ucrania” y ha dicho que esperaba que “le sobre algo de dinero” cuando vuelva para ayudar a los habitantes, en referencia al gasto en ayuda militar para la guerra con Rusia que algunos republicanos empiezan a criticar.

Botellas de agua donadas por Donald Trump.MICHAEL SWENSEN (Getty Images via AFP)

Biden llamó al gobernador de Ohio, republicano, y al de Pensilvania, demócrata, tras el accidente, pero no se ha desplazado al lugar de los hechos. Aunque las agencias estatales se pusieron a trabajar de inmediato y la respuesta sobre el terreno fue rápida, los republicanos han subrayado la ausencia del presidente y del secretario de Transporte como síntomas del supuesto abandono por parte del Gobierno de Biden a los estados republicanos. Trump ganó las elecciones en 2016 y 2020 en Ohio, un estado que se ha decantado del lado republicano.

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Los medios de derechas, con la Fox a la cabeza, han ido más allá y presentado el accidente y la respuesta como una cuestión racial. Uno de los presentadores estrella de la Fox ha estado diciendo que el responsable de la agencia medioambiental, afroamericano, debe su cargo a que prometió luchar contra el racismo ambiental: “¿Esta es su idea de luchar contra el racismo ambiental? ¿Derramar químicos tóxicos sobre los blancos pobres de Ohio?”, dijo en antena. Otro presentador aseguró que todo era parte de “una guerra a los blancos”.

La Casa Blanca ha defendido su respuesta al descarrilamiento, diciendo que equipos de la EPA, de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte y otras agencias estaban sobre el terreno a las pocas horas del descarrilamiento. También destaca que ha ofrecido asistencia federal y que la agencia federal de emergencias ha estado coordinada con el centro de operaciones de emergencias de Ohio. El propio gobernador de Ohio, el republicano Mike DeWine, ha reconocido que el Estado ha recibido del Gobierno federal todos los recursos que necesitaba. El responsable de la EPA, Michael Regan, visitó el lugar la semana pasada para tratar de asegurar a los escépticos residentes que el agua era apta para beber y el aire seguro para respirar.

Desde la administración actual se ha criticado la decisión del Gobierno de Trump de derogar una norma del Departamento de Transporte de la era Obama que habría exigido que los trenes de carga de “alto riesgo” que transportan grandes cantidades de líquidos inflamables, como petróleo crudo y etanol, estuvieran equipados con frenos más sofisticados y controlados electrónicamente para 2023.

Buttigieg ha dicho esta semana que estudiará la reactivación de esa norma sobre frenos, aunque no habría sido de ayuda en este descarrilamiento porque el convoy no se consideraba un “tren inflamable de alta peligrosidad”. Solo tres de los 20 vagones de materiales peligrosos que transportaba el tren contenían líquidos inflamables. Los organismos reguladores pueden estudiar ahora la posibilidad de ampliar los trenes a los que se aplican las normas de “alta peligrosidad”.

Salud mental

Aunque el accidente no dejó muertos ni heridos, algunos vecinos aseguran que han sufrido picores, dolores de cabeza y malos olores. Los responsables de salud mental estatales de Ohio han señalado también el trauma que ha supuesto el accidente para los habitantes de East Palestine, preocupados por el efecto a largo plazo que la contaminación pueda tener sobre su salud.

Por ahora tampoco se ha detectado contaminación en ninguna ciudad cercana y los mensajes más apocalípticos y alarmistas sobre el accidente han remitido.

El tren descarriló hacia las 20.54 horas de la noche del viernes 3 de febrero tras atravesar East Palestine y justo antes de cruzar la frontera de Ohio con Pensilvania, por suerte en una zona apenas poblada, con lo que no hubo ningún muerto ni herido. Según la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB), como consecuencia del accidente, 38 vagones descarrilaron y se produjo un incendio que dañó otros 12. En total había 20 vagones con materiales peligrosos, 11 de los cuales descarrilaron.

El incendio provocó una nube tóxica. La mayor preocupación fue el cloruro de vinilo, un producto cancerígeno, transportado en cinco vagones. Cuando arde, se descompone en cloruro de hidrógeno y fosgeno. El fosgeno es muy tóxico, provoca vómitos y problemas respiratorios y se utilizó durante la I Guerra Mundial como agente asfixiante, mientras que el cloruro de hidrógeno es irritante y corrosivo. El pueblo se evacuó unos días mientras ardía el cloruro de vinilo.

La empresa Norfolk Southern, que fletaba el tren, ha perdido unos 6.000 millones de dólares de valor en Bolsa desde el accidente. Se ha comprometido a asumir todos los gastos de limpieza y reparación y dispone de seguros que cubren al menos parte de esos importes. Su jefe, Alan Shaw, ha visitado varias veces East Palestine y ha atendido quejas y consultas de los vecinos, algunos de los cuales le han trasladado que les está haciendo mucho daño la desinformación que se ha propagado sobre el accidente, principalmente en las redes sociales. “No les gusta que la gente lo llame el Chernóbil estadounidense cuando todos los tests muestran que es seguro y que está limpio”, ha declarado a The Wall Street Journal.

Este miércoles ha hecho frente a protestas de los vecinos en un programa de la cadena CNN. “Ahora no me siento seguro en este pueblo, me lo quitasteis. Nos lo quitasteis”, le ha espetado Jim Stewart, que lleva 65 años viviendo allí. “¿Me habéis acortado la vida? Quiero jubilarme y disfrutarla. ¿Cómo vamos a disfrutarlo”, ha dicho.

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