El Tribunal Europeo de Derechos Humanos culpa al Gobierno ruso del envenenamiento de Litvinenko


El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha señalado este martes al Gobierno ruso como el culpable de la muerte de Alexander Litvinenko, el exespía y disidente que agonizó en 2006 durante días en un hospital londinense, después de que dos agentes le suministraran dosis letales del isotopo radioactivo Polonio 210. “El Tribunal ha concluido que la muerte del señor Litvinenko era imputable a Rusia”, señala la institución en una extensa nota anticipatoria de la sentencia.

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La viuda de Litvinenko, Maria Anna Carter, de nacionalidad británica y rusa, denunció el caso ante la jurisdicción europea un año después del fallecimiento de su esposo, y el proceso judicial se desarrolló paralelamente -con una breve suspensión para evitar interferencias- a la investigación emprendida por el Gobierno británico. Londres concluyó ya que, “probablemente”, la mano del Ejecutivo de Vladímir Putin estaba detrás del asesinato.

Litvinenko había trabajado para el servicio de la inteligencia rusa (del KGB, en un principio, y posteriormente de la FSB), antes de huir al Reino Unido, después de acusar a sus superiores de haber planeado un intento de asesinato de Boris Berezovsky, un famoso oligarca ruso. Años después, en 2013, uno de sus empleados halló al empresario ahorcado en el cuarto de baño de su residencia en Berkshire (Reino Unido). En 2001, el Gobierno británico concedió asilo político al exespía y a su familia. Cinco años después, obtuvieron la nacionalidad británica y cambiaron sus nombres. Litvinenko, un experto en las redes criminales rusas, colaboró extensamente en las investigaciones de las autoridades británicas, españolas e italianas.

El tribunal señala cómo Andrei Lugovoy y Dimitri Kovtun, dos agentes que actuaban bajo la dirección de la FSB (el Servicio Federal de Seguridad ruso), viajaron a Londres hasta en tres ocasiones para reunirse con Litvinenko. Lugovoy mantenía con él una vieja amistad. La investigación policial encontró rastros de Polonio 210 en la habitación del hotel de los agentes, en cada una de las visitas. El Polonio 210 es un compuesto radioactivo que, en cantidades mínimas, puede hallarse en el cuerpo de una persona y se elimina a través de las heces y la orina. En cantidades elevadas provoca la muerte, y la dificultad para detectarlo lo convierte en altamente eficaz para provocar un envenenamiento.

El 31 de octubre de 2006, Lugovoy y Kovtun “se reunieron con Litvinenko, y tomaron té en el bar de su hotel [el Millenium, en Londres]. Amplios rastros de polonio fueron detectados, incluso en la tetera y en el cuarto de baño de hombres, que habían usado los dos agentes, pero no Litvinenko”, asegura la sentencia.

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Los dos agentes actuaron en nombre del Gobierno ruso, concluye el veredicto del tribunal (con el voto de seis de sus siete magistrados), porque no tenían ningún motivo personal para perseguir el asesinato de Litvinenko (que falleció a los 44 años de edad), y porque “de haber actuado por su cuenta, no hubieran tenido acceso al isótopo radioactivo con el que lo envenenaron”.

“El Tribunal Europeo de Derechos Humanos apenas tiene la autoridad o la capacidad técnica para obtener información sobre este asunto. Todavía no hay resultados de esta investigación [iniciada por el Gobierno ruso, de la que apenas se conocen detalles], y realizar afirmaciones como las expresadas resulta al menos poco fundamentado”, ha dicho este martes Dimitri Peskov, portavoz del Kremlin, en respuesta al anuncio de la sentencia.

El Gobierno ruso nunca ha dejado de negar su implicación en el asesinato de Litivinenko, y ha rechazado reiteradamente la petición de extradición de Lugovoy por parte de Londres. Poco después, se convirtió en diputado del Parlamento ruso por el Partido Liberal Democrático del ultranacionalista Vladimir Zhirinovsky, y adquirió inmunidad frente a cualquier intento de procesamiento.

Más allá del simbolismo y el peso de una sentencia que confirma lo que ya no dudaba ningún país, la condena que conlleva resulta llamativamente modesta. El tribunal obliga a Rusia a indemnizar a la viuda de Litvinenko con 100.000 euros, y a asumir los 22.500 euros de costas legales.

Nuevo sospechoso en el “caso Skripal”

En el mismo día en que se daba a conocer la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, la policía del Reino Unido ha señalado a un tercer ciudadano ruso como sospechoso del intento de asesinato del exespía y agente doble, Sergei Skripal y de su hija, Yulia, en 2018 en la localidad británica de Salisbury. Ambos fueron envenenados con el agente nervioso Novichok. Se trata de Sergei Fedotov, de unos 50 años de edad. Scotland Yard le incluye en el mismo grupo que a Alexander Petrov y Ruslan Boshirov. Los tres hombres, según las autoridades británicas, serían agentes del aparato de inteligencia militar ruso, GRU, y se desplazaron hasta el Reino Unido en 2018 para atentar contra Skripal, quien había sido condenado por alta traición y sentenciado a 13 años de cárcel por un tribunal ruso.

La policía británica ha asegurado que los tres agentes realizaban operaciones clandestinas por todo el mundo para el Gobierno ruso, y su presencia había sido detectada ya en Bulgaria, la República Checa y otras localizaciones. “Todos ellos habían trabajado previamente en nombre del Gobierno ruso en operaciones desplegadas en el exterior de ese país”, ha dicho Dean Haydon, coordinador nacional de la lucha antiterrorista de la Policía Metropolitana. “Los tres son individuos muy peligrosos. Han intentado asesinar a personas en territorio británico y han traído hasta el Reino Unido armas químicas extremadamente peligrosas por medios desconocidos, ha dicho Haydon.

Interpol ha remitido ya orden de captura contra Fedotov, que se suma a las que permanecen vigentes contra Petrov y Boshirov. Los tres siguen en Rusia y niegan su participación en el intento de asesinato de Skripal. Sin existir tratado de extradición entre ambos países, las posibilidades de que el Gobierno de Vladimir Putin colabore son prácticamente nulas. La ex primera ministra del Reino Unido, Theresa May, señaló directamente a Moscú como responsable de lo sucedido en Salisbury, y desencadenó una reacción diplomática potente, secundada por otros países europeos, que conllevó la expulsión de decenas de diplomáticos rusos. La policía británica ha señalado ahora también, como May se aventuró a hacer, la mano del GRU detrás de todas estas maniobras ilegales.

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