El triunfo de la activista que movilizó a los afroamericanos

De izquierda a derecha: Kamala Harris, Stacey Abrams, Gretchen Whitmer y Elizabeth Warren.
De izquierda a derecha: Kamala Harris, Stacey Abrams, Gretchen Whitmer y Elizabeth Warren.

Si Joe Biden gana las elecciones de noviembre, jurará el cargo como presidente de Estados Unidos a los 78 años. El inconveniente de esa edad ha planeado hasta tal punto durante la campaña de primarias demócratas que, de forma anónima, fuentes cercanas al veterano político han dejado caer que solo cumpliría un mandato. Eso convierte la vicepresidencia en un puesto mucho más crucial de lo habitual. El hecho de que en la carrera de mayor diversidad de género y raza de la historia haya acabado ganando un hombre blanco también convertía en casi inevitable que la compañera de carrera de Biden sea una mujer. Por si quedaban dudas, el 15 de marzo el candidato se comprometió a que así sería. La campaña hace sus cábalas: ¿conviene una figura marcadamente progresista, que seduzca a los seguidores del socialista Bernie Sanders? ¿Alguna procedente de las mal llamadas minorías, que encarne la diversidad del país? El objetivo es apear a Donald Trump de la Casa Blanca. El proceso de selección e investigación del historial al que se somete a los candidatos ha comenzado y disparado las especulaciones. Exrivales de las primarias, como Kamala Harris, Elizabeth Warren y Amy Klobuchar figuran entre los nombres más citados, pero Biden podría sorprender, porque la quiniela resulta mucho más extensa.

Stacey Abrams

A sus 46 años, está en la lista desde antes incluso de que hubiera un candidato. Perder por la mínima en 2018 su carrera a gobernadora de Georgia, un Estado conservador del sur, la convirtió en una estrella emergente del partido, como demuestra el hecho de que fuera la elegida para dar la réplica al discurso Estado de la Unión el año pasado. Mujer, joven, indisimuladamente izquierdista y con demostrada capacidad para generar entusiasmo, Abrams permitiría fortalecer la candidatura demócrata allí donde flojea. Entre sus debilidades está una limitadísima experiencia de gestión, que se reduce a haber sido líder de la minoría en la Cámara legislativa de Georgia. Autora de novelas de suspense romántico, su principal ocupación política ahora, aparte de soñar con la vicepresidencia, es luchar contra las leyes electorales que, en Estados como el suyo, dificultan el registro y el ejercicio del voto de los ciudadanos más desfavorecidos.

Catherine Cortez-Masto

Su nombre ha empezado a sonar hace relativamente poco. La senadora de Nevada, descendiente de mexicanos por parte de padre y de italianos por línea materna, supondría un guiño para el cada vez más influyente voto hispano. Fiscal general de Nevada durante dos mandatos, Cortez-Masto rompió barreras invisibles en 2016 al convertirse en la primera mujer y primera latina de Nevada que llegaba al Senado de Estados Unidos. Nació en Las Vegas hace 56 años y en la Cámara alta coesponsorizó la ley que protege a los dreamers, los jóvenes migrantes que llegaron de forma irregulares EE UU siendo menores. A diferencia de otras de la quiniela, aún es poco conocida a nivel nacional.

Val Demings

Antes de convertirse en congresista por Florida desde 2017, trabajó en la policía de Orlando durante 27 años. En 2007 se convirtió en la primera mujer jefa de la policía de la ciudad. En el Congreso representa a un distrito clave de un Estado clave en las elecciones de noviembre. Fue parte de los gestores nombrados por la Cámara de Representantes para ejercer de acusación en el juicio en el Senado por el impeachment de Trump. “Como antigua trabajadora social, miembro de las fuerzas de seguridad y jefa de policía, he visto lo mejor y lo peor de Estados Unidos. Y lo mejor es cuando la gente tiene la oportunidad de prosperar y tenemos líderes que lo comprenden”, dijo en la CNN Demings, de 63 años, después de apoyar a Biden en las primarias tras sus victorias del Supermartes. Está siendo entrevistada por el equipo de Biden, según ha confirmado su entorno.

Tammy Duckworth

Si hubiera que retratarla en una sola imagen, sería la que protagonizó en abril de 2018, cuando entró en el Capitolio en silla de rueda con un bebé en brazos. La teniente coronel Duckworth, una piloto de combate que perdió dos piernas en Irak, fue la primera senadora en dar a luz mientras servía en la Cámara alta y su hija de 10 días, el primer bebé en pisar la sala de plenos. Nacida en Bangkok hace 52 años, de madre tailandesa de ascendencia china, aporta algo más que una gran una historia de superación. Al Senado llegó en 2017 después de arrebatarle el escaño por Illinois a un republicano que llevaba siete años de senador. Su compañero demócrata en el Estado, Dick Durbin, ha confirmado que Duckworth está pasando la fase de entrevistas.

Michelle Lujan Grisham

Tras las elecciones de 2018 se convirtió en la primera mujer hispana gobernadora de un Estado, Nuevo México. Con anterioridad, se sentó durante seis años en la Cámara de Representantes, lo que le da la experiencia federal que algunos consideran necesaria, y llegó a presidir el grupo de congresistas hispanos. Su respuesta a la crisis del coronavirus en el Estado ha sido elogiada, y ella misma ha dicho a sus aliados que el equipo de Biden está en el proceso de examinar su historial para comprobar su idoneidad para el cargo. A la campaña de Biden le queda trabajo para conectar con el electorado hispano, y elegir a una candidata como Grisham, de 60 años, podría proporcionar una conexión capaz de movilizar a ese segmento de la sociedad, que será crítico sobre todo en aquellos Estados en los que hace cuatro años Trump se impuso por la mínima.

Kamala Harris

Paradójicamente esta senadora que tanto ha sonado como posible compañera de campaña de Biden es también quien le propinó uno de los primeros golpes en las primarias, cuando, en el segundo debate, acorraló al vicepresidente por sus opiniones sobre la segregación escolar décadas atrás. De padre jamaicano y madre india, Harris fue la primera mujer fiscal general de California, en 2011. A la Cámara Alta llegó en 2017 y pronto se hizo un nombre a nivel nacional por sus incisivas intervenciones durante los primeros compases de la Administración de Trump. De 55 años, era una de las aspirantes a la candidatura demócrata más mediáticas, pero nunca despegó en las encuestas, con un posicionamiento político difuso. También se la ha acusado de mano dura en su etapa de fiscal.

Amy Klobuchar

La senadora por Minnesota exhibe los galones de algo nada menor en unas presidenciales como las de noviembre: el haberse impuesto en elecciones en cada uno de los condados del Estado en los que había ganado Trump en 2016. De 59 años y graduada en la Universidad de Yale, Klobuchar es una demócrata ganadora en el Medio Oeste que se le resistió a Hillary Clinton. El consejo editorial de The New York Times decidió respaldarla en las primarias demócratas —junto a la senadora Elizabeth Warren—, destacando su labor legislativa y capacidad de llegar a acuerdos políticos y unir al Partido Demócrata. “Se puede ser progresista y práctica”. Ese fue uno de los lemas que la senadora enfatizó durante su carrera. Pero la batalla de los pragmáticos la ganó Biden.

Susan Rice

Experiencia de Gobierno no le falta a Susan Rice, y a un nivel alto y complejo. Fue consejera de Seguridad Nacional con Barack Obama y, antes, embajadora entre las Naciones Unidas. Se crió en la élite política de Washington, con padres poseedores de amplias y celebradas carreras públicas. Con un candidato como Biden, que muchos ven como de transición, y los tiempos turbulentos que todo indica que esperarían al 46º presidente, la experiencia es sin duda un grado para completar el ticket. Rice, afroamericana de 55 años, nunca se ha presentado a un cargo electo, pero le sobra experiencia en las batallas partidistas. La última: el entorno de Trump, empeñado en emponzoñar la campaña y reescribir la historia de la injerencia rusa en las elecciones de 2016, esgrime ahora un correo suyo para argumentar que la investigación contra el exconsejero de Seguridad Nacional de Trump Michael Flynn tenía motivaciones políticas.

Elizabeth Warren

Con un ideario económico muy progresista, pero desmarcado del movimiento socialista impulsado por Bernie Sanders, Warren significaría para Joe Biden una credencial entre los votantes escorados a la izquierda. La senadora por Massachusetts y exprofesora de Harvard, de 70 años, es una especialista en Derecho Mercantil que se erigió en azote de los excesos Wall Street tras la Gran Recesión de 2009. Su campaña de primarias se caracterizó por lo minucioso de sus planes —planes para todo— y lo energético de sus mítines, pero Sanders le ganó la batalla progresista. Cuando se retiró lamentó que, entre la filosofía Biden, uno de los más moderados de aquellos más de 20 precandidatos, y el veterano socialista de Vermont no existiese una tercera vía. Ha dicho abiertamente que, si Biden le dicen “ven”, ella irá.

Gretchen Whitmer

La gobernadora de Michigan, de 48 años, ha alcanzado relevancia nacional durante la pandemia del coronavirus, cuya gestión en su Estado le ha llevado a enfrentamientos sonados con Trump. Impuso uno de los más estrictos confinamientos y ha aplanado la curva de propagación en uno de los estados más golpeados. Biden, en cuya campaña ha sido una de las coordinadoras, ya dijo en abril que estaba entre las candidatas. Trump ganó Michigan en 2016 por solo 11.000 votos, y arrebatarle el Estado en noviembre sería importante para los demócratas. “Arreglemos las malditas carreteras”, fue el eslogan de campaña de Whitmer en su carrera a gobernadora en 2018. Ganó por casi 10 puntos, y Michigan fue uno de los siete Estados cuya gobernación pasó de republicana a demócrata en esas elecciones. El problema es que no está ni a la mitad de su mandato, y en un punto caliente de la pandemia.




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