El Tyrannosaurus rex es conocido como uno de los mayores depredadores de la historia. Vivió durante aproximadamente un millón y medio de años, según el paleontólogo y director del Parque de las Ciencias de Granada Luis Alcalá. Y probablemente, es uno de los animales extintos más reconocidos. Se han hecho numerosas investigaciones al respecto, como la velocidad a la que caminaba, que era similar a la de los humanos, o el descubrimiento de nuevos parientes. Ha aparecido y protagonizado numerosos éxitos taquilleros, como Parque Jurásico, e incluso ha dado nombre a un grupo musical. Hasta el momento se le conocía como una única especie dentro del género Tyrannosaurus. Sin embargo, este martes se ha publicado una investigación en Evolutionary Biology que plantea la posibilidad de que en realidad los fósiles encontrados de estos animales atiendan a tres especies diferentes y no a una sola. Incluso los autores han dado nombre a estas nuevas especies potenciales: Tyrannosaurus imperator y Tyrannosaurus regina. Esta clasificación se plantea tras un análisis por diferencias físicas en el fémur, otros huesos y estructuras dentales entre los individuos encontrados.
En total se analizaron restos óseos y dentales de 38 especímenes. En 24 de ellos compararon la robustez del fémur, a partir de su longitud y la circunferencia que permite conocer la fortaleza del hueso. Los resultados albergaban variedad en los fémures siendo algunos robustos y otros gráciles. La diferencia de robustez en algunos casos era muy significativa e incluso encontraron que había algunos dos veces más robustos que gráciles. Por este motivo descartaron que se tratara de una diferencia causada por el sexo. Además, sugieren que no está relacionada con el crecimiento porque se encontraron fémures robustos en especímenes juveniles y algunos gráciles en adultos. Asimismo, midieron el diámetro de la base de los dientes o el espacio en las encías para comprobar si las muestras tenían uno o dos dientes incisivos delgados a cada lado de los extremos frontales de la mandíbula. Aquellos que cuentan con un único diente incisivo se correlacionan con una mayor gracilidad. Solo 12 de todos los fósiles analizados contaban con medidas de fémur y restos dentales.
El número de individuos analizados es un aspecto fundamental, según el paleontólogo, profesor emérito de la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales José Luis Sanz: “Este número no es suficiente para que sea estadísticamente significativo. De momento no me atrevería a poner nombre y decir que son especies diferentes hasta no tener una mayor cantidad de ejemplares”. Alcalá, por su parte, concuerda con la prematuridad de haberles nombrado y defiende que, aunque es posible que tengan razón, las pruebas que han dado para argumentarlo son “muy débiles”.
El Tyrannosaurus imperator se ha relacionado con restos encontrados en las capas inferiores y medias del sedimento. Se caracterizan por fémures más robustos y, generalmente, dos dientes incisivos. Esto se podría deber, según defienden, a que lo han conservado de sus ancestros. Tyrannosaurus regina, por su parte, se relaciona con restos de las capas superiores y, probablemente, medias del sedimento, con fémures más delgados y, por tanto, más gráciles, y un único diente incisivo. El ya conocido Tyrannosaurus rex se identificó en la capa superior y posiblemente en la media del sedimento, con especímenes con fémures más robustos y con un diente incisivo. Gregory Paul, investigador independiente, e ilustrador que ha ayudado a establecer el aspecto de criaturas del Mesozoico en documentales y películas como Parque Jurásico y uno de los autores de la investigación, defiende que solo una cuarta parte de los especímenes encontrados corresponden a esta especie.
La investigación, según cuenta, surgió tras una charla en 2010 de la Sociedad de Paleontología de Vertebrados, en la que John Scannella, conservador en el Museo de las Rocosas (Bozeman, Montana, EE UU), hablaba sobre los triceratops, una de las presas del Tyrannosaurus. En ese momento se planteó si, al igual que estos, este depredador habría desarrollado nuevas especies. Además, pretendía suscitar una investigación taxonómica sobre este dinosaurio, ya que consideraba que se estaba formando una especie de “basura” en la que los especímenes se arrojaban a Tyrannosaurus rex sin hacer antes un análisis anatómico y estratigráfico. Paul defiende que los fósiles encontrados indican que T. rex no era una sola especie que se mantuviera igual, sino que evolucionó conforme a la teoría darwiniana. Estos animales vivieron durante el Cretácico, que acabó hace 66 millones de años.
Los autores no descartan que la variación observada se deba al dimorfismo sexual atípico o a diferencias individuales extremas, pero defienden que la variabilidad en robustez es mucho más extensa que la observada en grandes especies de dinosaurios. Sanz destaca que es “muy de agradecer” que al final de la investigación exista una tabla con argumentos a favor y en contra de la investigación. “La única cuestión es que creo que algunos de esos problemas, como la pequeña muestra, es uno de los principales, como ellos mismos admiten”, sentencia.
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