El último debate presidencial en Chile desnuda a un incómodo candidato de la derecha extrema

Los candidatos presidenciales de Chile Gabriel Boric, José Antonio Kast, Yasna Provoste, Sebastián Sichel, Eduardo Artes y Marco Enríquez-Ominami.
Los candidatos presidenciales de Chile Gabriel Boric, José Antonio Kast, Yasna Provoste, Sebastián Sichel, Eduardo Artes y Marco Enríquez-Ominami.POOL (Reuters)

A seis días de las presidenciales del próximo domingo 21, los candidatos a la presidencia de Chile se han visto la cara por última vez en el debate organizado por la Asociación Nacional de Televisión de Chile, Anatel. En un ejercicio de dos horas y 45 minutos, donde se abordaron asuntos clave como la gobernabilidad, la seguridad pública y el medio ambiente, la ciudadanía ha podido ver el desempeño de seis de los siete candidatos que estarán en la papeleta, porque el séptimo –el populista Franco Parisi– ha hecho una campaña virtual desde Estados Unidos sin pisar Chile, aprovechando un vacío de la legislación chilena. Con un rating en torno a los 40 puntos, lo que equivale a unos 3,1 millones de televidentes, una de las principales conclusiones de la noche fue el bajo desempeño de uno de los candidatos favoritos de acuerdo con las encuestas, el representante de la derecha extrema, José Antonio Kast.

No se le vio ni seguro ni sonriente como en los debates anteriores, donde no tenía sobre su espalda la presión por encabezar varios de los últimos sondeos. Fue precisamente este despliegue del que no tiene nada que perder el que lo hizo subir en las encuestas, hasta llegar a empatar y superar incluso a su principal contrincante, el diputado Gabriel Boric, el candidato del Frente Amplio de izquierda en alianza con el Partido Comunista, otro de los favoritos para pasar a la segunda vuelta del 19 de diciembre. En la órbita de Donald Trump y de Jair Bolsonaro, pero sin sus estridencias, al abogado de 55 años le cambió el semblante cuando Boric, prácticamente al comienzo del debate, le enrostró distintas iniciativas polémicas contenidas en su programa. El diputado de izquierda lo hizo con el documento en la mano y citando las páginas, lo que dejó desconcertado a Kast, enredado entre las hojas de su propio programa. “Aquí hay una serie de actos discriminatorios que ponen en riesgo avances que han sido sustantivos en materia de respeto a los derechos humanos de todos y todas. Y acá lo importante es que necesitamos un presidente de todos los chilenos, que sea capaz de escuchar. ¿Han visto a José Antonio Kast pactar con alguien que piense diferente?”, aseguró en otro momento Boric.

Fue un debate con fuertes críticas cruzadas entre los distintos postulantes a La Moneda, pero fue Kast, que mostró un semblante cansado, el principal blanco del resto de los competidores. Comenzó sus intervenciones con una bandera de Cuba y manifestando su apoyo a la ciudadanía que este lunes intentó movilizarse en la isla contra el régimen y una de las primeras preguntas que le hicieron los periodistas apuntó a la comparación que hizo el viernes entre la dictadura de Pinochet y el régimen de Ortega en Nicaragua. En referencia a las primeras elecciones democráticas chilenas de 1989, con el militar todavía en el Gobierno, Kast aseguró: “No se encerró a los opositores políticos”. En el debate de esta noche, el candidato del Partido Republicano dijo que se le interpretó errónea o maliciosamente, porque nunca ha desconocido las violaciones a los derechos humanos.

Pero hubo tres caídas especialmente evidentes: cuando le consultó a una de las entrevistadoras si estaba casada, cuando aseguró no estar de acuerdo con su propio programa en una iniciativa relativa a la energía y al reconocer que no conocía el PIB tendencial de Chile. El candidato conservador –que basa su discurso en el orden, el crecimiento económico y el control de la inmigración–, mostró su debilidad en temas económicos, un frente especialmente conflictivo para el candidato Boric, que en este debate no cometió grandes errores, pero tampoco brilló entre los competidores.

En medio de un período de veda de las encuestas –por ley no pueden ser publicadas 15 días antes de las elecciones–, no resulta evidente si este debate llegará a inclinar la balanza en los días finales de la carrera a La Moneda, pero existe consenso que en esta presidencial polarizada y competitiva cada acierto y error puede resultar determinante. Mientras el postulante de la izquierda defendió la columna vertebral de su programa de Gobierno, los cambios estructurales profundos, se ocupó de dar ciertas señales de moderación en lo económico y en el orden público. Como a Kast, la situación de Nicaragua ha complicado al diputado de 35 años, porque sus socios del Partido Comunista publicaron una carta de apoyo al régimen, aunque parte de la nueva generación de esta formación y el propio candidato tomaron distancia. Un segundo momento de tensión se produjo cuando se le consultó por una denuncia de acoso sexual que reflotó en los últimos días en Chile, que dataría de comienzos de los 2000, cuando era presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile. “No hay hoy una acusación presentada, pero estoy totalmente disponible para cualquier tipo de investigación, porque no basta que yo afirme mi inocencia. Se le tienen que entregar todas las garantías a quienes se han sentido y han sido víctimas de acoso, abuso o maltrato”, aseguró el abanderado de la izquierda.

Mientras Kast no mostró precisamente su mejor desempeño en la última puesta en escena común ante la opinión pública –en un momento hizo callar a Boric, visiblemente ofuscado–, el abanderado del oficialismo, Sebastián Sichel, se manejó como no lo había hecho en los anteriores debates, lo que mantienen vivas sus esperanzas de pasar al balotaje. Ganador de las primarias del sector celebradas en julio, mostró las cartas de una derecha moderna, no extrema, en la línea de diferenciarse de Kast, que lo fue superando en las encuestas con el correr de las semanas. Mientras tanto, la única mujer candidata, Yasna Provoste, abanderada democristiana, defendió el legado de la Concertación de centroizquierda que gobernó Chile, aunque no haya sido precisamente un eje durante su campaña. “Somos herederos de esa Concertación que ha logrado reducir la pobreza, que ha dado estabilidad, que ha dado gobernabilidad”, aseguró la senadora, que no ha logrado diferenciarse exitosamente de Boric y que tiene limitadas opciones de pasar al balotaje, al menos de acuerdo a los sondeos.

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Desde el mismo progresismo, Marco Enríquez Ominami –que postula por cuarta vez a La Moneda– fue el principal francotirador de la noche. Con habilidad comunicativa y gran desplante ante las cámaras, apuesta por convencer a la ciudadanía de que tiene mejores opciones que Boric de ganarle a Kast en la segunda vuelta. En el extremo izquierdo, el candidato Eduardó Artés, un profesor ultra, que aseguró que él mismo encabezaría las protestas contra un Gobierno propio.

Con siete competidores, ninguno sobrepasa el 30% de la adhesión, de acuerdo con las últimas encuestas, y un 23% de los electores todavía estaría indeciso, por lo que la participación electoral en un sistema de voto voluntario será un factor determinante que podría inclinar la balanza.

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