Dos meses. El líbor (London InterBank Offered Rate) tiene los días contados. Este índice de referencia, usado para millones de préstamos en todo el mundo, se extinguirá el 31 de diciembre tras 52 años operativo. Son los mismos que tiene Juan Manuel Núñez, un mecánico de aviones de Las Palmas de Gran Canaria al que esas siglas le han condicionado la vida. Como a las 70.000 personas que, según cálculos de las asociaciones de consumidores, tienen hipotecas multidivisa en España, la desaparición del líbor le supone un nuevo sobresalto. El último de una larga lista. “Nadie me ha llamado y, al estar en procedimiento de juicio, cualquier cosa que me digan la consultaré con mi abogado”, relata, “no tengo ni idea de qué va a cambiar”.
Núñez y su esposa contrataron una hipoteca de Bankinter en 2007 por más de 47 millones de yenes, pese a que nunca pisaron una sucursal de esa entidad ni manejaban habitualmente divisa japonesa. El valor era el equivalente a los 286.000 euros que necesitaban para financiar la compra de una casa. Aún recuerda las visitas a la oficina de un agente autorizado por la entidad. “Te lo vendían como un chollo”, rememora. “En aquella época, el euríbor [el índice abrumadoramente mayoritario] estaba casi al 5% y la diferencia era de pagar unos 1.300 euros al mes a pagar 800″. Firmaron.
Antonio González, que tiene 55 años y trabaja en el sector de la seguridad, entró en 2008 en una sucursal del Banco de Valencia en Madrid. Quería abaratar la hipoteca con la que había adquirido una casa en Guadalix de la Sierra (60 kilómetros al norte de la capital), donde vive. Le ofrecieron un préstamo en francos suizos. “Me dijeron que no estaba referenciado al euríbor sino a otro índice, el líbor, y que se pagaba mucho menos interés”. Firmó y al poco tiempo descubrió algo más. “Lo que no te dicen es que está influenciado por el cambio de divisa y que el capital pendiente puede subir hasta el infinito”.
Eso fue lo que les sucedió a ambos tras la crisis financiera de 2008 y la crisis del euro que siguió. La moneda común se depreció y cada vez necesitaban destinar una suma mayor para pagar sus préstamos en moneda extranjera. González recuerda especialmente una fecha: el 15 de enero de 2015, el Banco Nacional Suizo decidió eliminar el techo de cotización que había impuesto a su divisa respecto al euro. La revalorización del franco provocó que él, que había pedido el equivalente a 164.000 euros, llegara a deber al banco más de 220.000.
Más desapercibido le pasó el 6 de julio de 2012. Ese día, la Oficina de Fraudes Graves (SFO, por sus siglas en inglés) del Reino Unido anunció una investigación por las sospechas de manipulación del líbor. Fue el principio del fin para el histórico índice que, desde los bancos de Londres, se había expandido por todo el planeta.
Un largo proceso
La agonía del líbor ha durado nueve años desde entonces. La Asociación Española de Banca defiende que “los bancos españoles llevan preparándose para la desaparición desde mucho antes de que se confirmara su cese, para determinadas divisas y plazos [la referencia a dólares se mantendrá hasta 2023], el pasado mes de marzo”. Las fuentes de la patronal bancaria añaden que las compañías “han estado analizando esta transición durante todo este tiempo, siempre con el objetivo de proteger al cliente”. Y concretan que la actuación se ha dirigido a identificar los contratos afectados y a estudiar “la mejor forma de aproximación a los clientes para comunicar la sustitución o acordar un índice sustitutivo, en los casos en los que el contrato no lo tenga previsto”.
Asufin (Asociación de Usuarios Financieros) cree que no ha sido suficiente. El pasado enero ya pidió al Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores que obligasen a la banca a informar a los afectados y buscar alternativas. Casi todos los contratos se firmaron entre 2006 y 2008, por lo que contienen cláusulas de respaldo que actualmente “podrían considerarse abusivas”, según la asociación. Diez entidades tienen actualmente multidivisas en cartera. Pero llegado noviembre, CaixaBank es la única que ha contactado con algunos prestatarios. “Los afectados han vivido una auténtica pesadilla”, afirma la presidenta de Asufin, Patricia Suárez. “El problema no es solo el líbor, es que nadie les está resolviendo el problema de la multidivisa, salvo los tribunales”. La justicia ha estimado que estos préstamos eran abusivos si no se informaba al cliente correctamente de los riesgos.
Tanto González como Núñez han logrado que en primera instancia sendos jueces hayan condenado a sus prestamistas a recalcular la hipoteca en euros desde el principio y devolverles lo pagado de más. Pero ambas sentencias han sido recurridas por la entidad, lo que significa que el proceso puede demorarse años hasta que llega a una Audiencia Provincial y, en caso de nuevo recurso, hasta el Supremo.
En resumidas cuentas, siguen como estaban. “Es un lío monumental y ahora estamos indefensos, a merced de lo que quiera decidir el banquero de turno el último día del año”, se queja González, quien, pese a ser cliente de CaixaBank (que absorbió el Banco de Valencia y, con ello, su préstamo), no ha sido informado todavía de qué pasará con su crédito el próximo 1 de enero. Esa situación, afirma, le produce “ansiedad”.
Sin alternativa para el yen
Una portavoz de CaixaBank explica que la campaña de comunicación iniciada el pasado septiembre se dirigía solo a los préstamos en moneda japonesa. “Se estaba a la espera de ver si los reguladores daban alternativa legal o no; estaba claro que en el caso de los yenes no la habría, y se empezó a avisar a esos clientes”, indica. Ahora se hará lo mismo con los hipotecados en francos suizos, para quienes la Comisión Europea dispuso hace 10 días que la nueva referencia será el saron, el índice propuesto por los reguladores helvéticos. Asufin calcula que un 52% de las 70.000 hipotecas multidivisa firmadas en España están referenciadas a francos; un 46% a yenes y un 2% a otras monedas.
Bankinter, que concedió el préstamo a Núñez en yenes, asegura que ya tiene “aprobado el plan de comunicación para los clientes potencialmente afectados” e iniciará “próximamente” una campaña informativa. Las fuentes del banco se reservan la propuesta que les harán, pero destacan que “sobre una cartera hipotecaria de 29.000 millones de euros, los casos potencialmente afectados representan una cifra muy poco significativa”. También CaixaBank subraya el poco peso de estos préstamos —”todos heredados de otras entidades”— en su balance.
Para el mecánico de aviación canario, el mayor temor es que la nueva modificación suponga el encarecimiento de unas cuotas que ya “se comen un 65%” de una nómina “bastante alta”. “Vivimos con recortes”, describe. Con dos hijas de 15 y 18 años, apenas pueden destinar presupuesto a actividades de ocio. “Yo vivo con tarjeta de crédito para todo lo que es comida e imprevistos. La tarjeta va aumentando y, cuando llega la paga extra, se lleva todo”, lamenta al otro lado del teléfono. Días después remite un correo electrónico. Quiere dejar constancia de que la situación por la que están pasando él y otros afectados también provoca “mal dormir, estrés y problemas de convivencia” en la familia.
Source link