Al suroeste de la provincia de Ciudad Real se ubica la comarca del valle de Alcudia, un territorio de gran riqueza natural y un extraordinario patrimonio histórico. Aunque para muchos viajeros este valle de trashumancia, leyendas y naturaleza se reduce a una vista desde la ventanilla del AVE que une Madrid con Sevilla, una parada a mitad de camino, en la estación de Puertollano, permite descubrir un rico legado minero e industrial mientras se recorren sus enormes dehesas y sierras quebradas.
Puertollano: homenaje al minero
Hay otros símbolos de la que antaño fue su principal actividad, como el monumento al minero, erigido en el año 1983, una escultura de nueve metros de altura del artista andaluz José Noja que rinde tributo a las personas que han dedicado su vida a ese duro oficio. Está situada en lo alto del cerro de Santa Ana, desde donde se contempla una impresionante panorámica de Puertollano. También el Museo de la Minería, que simula un taller de selección de carbón y que refleja lo que supuso el hallazgo de este mineral para Puertollano, lo mismo que el castillete del antiguo pozo carbonero de Santa María. El museo está enclavado en el parque Pozo Norte, una de las cuencas mineras de mayor relevancia del valle de Alcudia, y ofrece un recorrido histórico de casi un siglo, el que va desde el descubrimiento del carbón en esta zona, en 1873, hasta 1975, cuando cesaron las actividades mineras.
No solo la mina es protagonista aquí: para demostrarlo están la fantástica iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, cuyos orígenes se remontan al siglo XVI, y el paseo de San Gregorio, en el que se encuentran algunas de las construcciones más emblemáticas de la villa, como la fuente Agria, la Casa de Baños y la ermita de la Virgen de Gracia, patrona de la ciudad. La nota más contemporánea la pone el muy recomendable Museo Cristina García Rodero, dedicado a la obra de una de las mejores fotógrafas de España, nacida en esta localidad y que ha sido la primera española en formar parte de la prestigiosa agencia Magnum.
Almodóvar del Campo, sobre el volcán
En la plaza del Carmen se levantan el neoclásico teatro municipal, la iglesia renacentista de Nuestra Señora del Carmen y la Biblioteca Cervantina, cuya colección de 500 ejemplares del Quijote incluye ediciones en chino o ruso y da fe de la presencia de Almodóvar del Campo en diversos pasajes de la novela universal de Cervantes. Y como colofón merece la pena visitar el centro cultural Casa de la Marquesa, ubicado en una antigua casa-palacio, la casa natal de San Juan de Ávila y la casa-museo Palmero, dedicada al pintor Alfredo Palmero (1901-1991), un pupilo de Sorolla que nació en esta localidad manchega.
En las afueras, un antiguo molino de viento del siglo XVIII, conocido popularmente como El Castillo, junto a un perfil metálico de don Alonso Quijano y Sancho Panza, componen el otro emblema de este lugar. Ocupa el emplazamiento donde, en otro tiempo, se encontraba una antigua fortaleza de los caballeros de Calatrava, que marcaba la frontera entre los reinos cristianos y musulmanes. Desde allí, hay unas estupendas vistas de la laguna de Almodóvar que ocupa el cráter del volcán.
La Bienvenida: romanos en el valle de Alcudia
En La Bienvenida, una pedanía de Almodóvar del Campo, está el yacimiento arqueológico de Sisapo, donde se han excavado los restos de una ciudad cuyos orígenes se remontan a finales del siglo VIII antes de Cristo (época tartésica). Todo parece indicar que este fue un lugar residencial creado por la cercanía de las minas de Almadén. Aquí vivían las clases dirigentes, que controlaban uno de los yacimientos de cinabrio (sulfuro de mercurio) más importantes del Imperio romano. La Casa de las Columnas Rojas es su composición más llamativa, pero también han sido encontrados cantidad de mosaicos y se especula con la existencia de un anfiteatro en una depresión adyacente que comienza a ser excavada. Sisapo es, sin duda, un testimonio clave de la historia del Imperio romano en la Península.
El yacimiento se puede recorrer libremente, y descubrir así dónde estuvo la gran domus (residencia romana para familias pudientes), aparte de las construcciones más antiguas, de entre las que destaca una muralla de bastiones. También se ha hallado una necrópolis fechada entre finales del siglo V y el VI.
San Benito, un ejemplo de bella arquitectura rural
El desvío desde Almodóvar del Campo a la pedanía de San Benito resulta especialmente agradable para los que buscan enclaves rurales y cultura popular, debido a la singular construcción de sus casas, con dinteles de granito en las fachadas y cubiertas abovedadas, y a su emplazamiento entre naranjos, chumberas y laureles. Muchas de ellas aún conservan sus antiguas puertas de madera, tachonadas de clavos, con postigos. Su mayor tesoro es la iglesia de San Benito, que acaba de cumplir 300 años desde que se puso en pie gracias al esfuerzo de los propios vecinos.
Brazatortas, aires de trashumancia
En la plaza del pueblo se respira un apacible aire rural y está presidida por la iglesia de San Ildefonso y del Cristo de Orense, del siglo XVII. Otro lugar de interés es el Museo Etnográfico Jacinto y Juana, que alberga más de 400 utensilios agrícolas, especialmente aperos, recopilados a través de los años por su propietario, Ángel Luis Fernández Burgos, heredados a su vez de sus padres Jacinto y Juana, que dan nombre al museo, donados o cedidos por particulares, adquiridos por el propietario o incluso fabricados por él mismo.
Almadén, patrimonio minero de la humanidad
Almadén tiene un corazón de cinabrio. Escondido en las profundas entrañas del valle de Alcudia, se encuentra el mayor yacimiento de mercurio del mundo. Dicen que de sus tierras ha salido a lo largo de la historia la tercera parte del mercurio consumido por el hombre. Esto es mérito suficiente para estar incluido, desde 2012, en la lista del patrimonio mundial de la Unesco.
Visitar Almadén es, como mínimo, una experiencia turística diferente. Por estas tierras se practicó desde la antigüedad el monocultivo del mercurio. En tiempos romanos se exportaba íntegramente a Roma su producción para elaborar el bermellón, un producto de lujo que se aplicaba por ejemplo a los tintes, las pinturas o a los productos cosméticos. Con el declive del Imperio romano llegó también la decadencia de las minas de Almadén. Fueron los banqueros alemanes del clan de los Fugger, en el siglo XVI, quienes retomaron la explotación y la ciudad volvió a florecer. En el siglo XVIII por ejemplo se construyó el Real Hospital de Mineros de San Rafael, la plaza de Toros o la Real Cárcel de Forzados que muestran la dimensión e importancia de la ciudad en aquellos tiempos.
A principios del siglo XX los pozos echaron el cierre definitivo y surgió entonces una nueva explotación comercial: el turismo industrial y minero. Hoy, se puede visitar el interior de una de las explotaciones más antiguas del mundo. Entre los espacios más interesantes se encuentran el Centro de Interpretación de la Minería, donde se pueden conocer los diferentes sistemas de explotación utilizados en la mina durante los últimos 15 siglos, y el Museo del Mercurio. También es posible visitar el Real Palacio de la Superintendencia, del siglo XVIII, ubicado junto a la iglesia de San Sebastián, que era el edificio destinado a viviendas de los superintendentes y también albergaba las oficinas de contabilidad y pago.
Otro lugar único y emblemático es la plaza de Toros, única en el mundo por su forma hexagonal, y considerada como una de las más antiguas de España. Con 24 viviendas de dos plantas adosadas en su exterior, forma un original conjunto urbano. En su día, las rentas de las viviendas alquiladas se sumaban a la recaudación de las corridas de toros y se destinaban a la construcción del hospital de Mineros de San Rafael.
También son relevantes el Museo Arqueológico Etnográfico, el Museo Taurino y, sobre todo, el Real Hospital de Mineros de San Rafael, que además de ser sede del Archivo Histórico de las Minas de Almadén tiene tres salas, una de ellas dedicada a explicar la historia del edificio, de finales del siglo XVIII, otra para mostrar el proceso de la metalurgia del mercurio y la tercera centrada en la vida y costumbres de la comarca.
Chillón, con vistas a tres comunidades
A los habitantes de Chillón, un pueblo a apenas cinco kilómetros de Almadén, les gusta presumir de que desde lo más alto de su término municipal se pueden divisar tres comunidades: Castilla- La Mancha, Extremadura y Andalucía. Chillón perteneció al reino de Córdoba y está ligada a la antigua ciudad de Sisapo; aún quedan restos de la calzada romana que pasaba por esta villa, según los itinerarios de Antonino, un documento de la Roma antigua que se supone redactado en el siglo III en el que aparecen recopiladas las rutas del Imperio romano. Su patrimonio más famoso es la iglesia de San Juan Bautista y Santo Domingo de Silos, del siglo XVI, adosada al antiguo castillo de los Donceles: se ven una parte de las murallas exteriores flanqueadas, en su parte posterior, por cuatro torreones. El Museo Etnográfico y la ermita de la Virgen del Castillo, construida sobre las ruinas de un castillo de origen árabe en la sierra de la Virgen, completan el trío de visitas turísticas.
Pero lo mejor de Chillón sin duda es su situación, en el acceso a las comarcas del valle de Alcudia, en Ciudad Real; Los Pedroches, en Córdoba; y La Serena, en Extremadura.
El festival de las grullas del valle de Alcudia
Las 149.463 hectáreas que abarcan el parque natural Valle de Alcudia y la Sierra Madrona no solo tienen como atractivo su patrimonio natural, arqueológico, rupestre o minero. Desde hace unos años también es el escenario de un encuentro muy especial: el festival de las Grullas. Cada año (este 2021 se canceló por la pandemia) se desarrollan una serie de actividades en torno a las grullas, que visitan en temporada invernal la zona —un verdadero refugio vital para estas aves en su proceso migratorio desde el norte de Europa—. El lugar escogido es la pedanía almodovareña de La Bienvenida, y el objetivo es dar a conocer la variada flora y fauna de esta reserva natural.
Es una buena ocasión para acercarse al valle de Alcudia. Al margen de las rutas más trilladas, es un sorprendente refugio de la naturaleza aún en estado virgen, con bosques de árboles centenarios y con una gran riqueza de aves, con hasta 160 especies de pájaros pese a no tener humedales. Por un lado, están las dehesas ganaderas, un mar de encinas y pastizales que se extiende hasta donde alcanza la vista; por otro, al sur, se topa con una sierra de perfil quebrado y crestones, que esconde muchos puntos de interés geológico: cañones, hoces, cascadas naturales, pedrizas y crestones de cuarcita, cuevas naturales y formas de origen volcánico. El valle de Alcudia es también el territorio que sobrevuela el águila imperial ibérica, la cigüeña negra o el buitre negro, y en el que conviven el lobo, el lince y la cabra ibérica.
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