La decisión de dejar sin efecto la falta y roja directa a Courtois por la acción sobre Icardi fue tan justa como fruto de la casualidad. No es una contradicción, ni mucho menos. Pero hay que explicarlo por partes.
La falta a Marcelo en el centro del campo existió. El empujón del jugador del PSG es leve, cierto. Pero es falta porque cuando empuja al brasileño, éste está en el aire y en estas circunstancias el que recibe la falta, por leve que sea, es muy fácilmente desequilibrado, como es el caso.
La acción continúa y acaba con la falta de Courtois a Icardi que el colegiado pita fuera del área, decisión que acompaña con la roja directa al portero del Real Madrid. Si considera, como es el caso, que se trata de una ocasión clara y manifiesta de gol, la expulsión es justa.
El VAR entra en acción para determinar si la acción se ha producido fuera del área o dentro, en cuyo caso sería penalti. Y cuando comprueba que es en el interior del área, aspecto que no admite discusión con la repetición, es cuando revisa la acción anterior. Y cuando se produce la casualidad que salvó al Madrid e hizo justicia.
Porque particularmente estoy convencido de que al echar la imagen hacia atrás para comprobar si es o no penalti, se van cuatro o cinco segundos atrás y es cuando, incluso sin pretenderlo, aprecian la falta del defensa francés sobre Marcelo que invalida el penalti y dictamina la infracción a favor del Real Madrid. ¿Casualidad? Sí. Pero justicia, también.
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