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El verano del colapso



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Mirarse al espejo no es fácil para todo el mundo. Un poco de celulitis aquí, unos pechos muy grandes o muy pequeños, unas estrías allá. Pecas, pelos, caderas, nariz, varices, pieles y pellejos, cejas y dientes. Lo que para algunos puede parecer bello, para otra puede ser una fuente de complejos. Esa palabra, Complejos, es el nombre que Lucía Bailón, de 30 años, ha elegido para un proyecto que está publicando en su página web y que ella define como “un proyecto fotográfico sobre la libre auto relación con una misma”. Desde junio de 2019, 23 personas se han puesto delante de su cámara y le han contado la relación no siempre fácil con sus cuerpos. Lo descubrimos a través de las palabras y las imágenes de la propia Lucía:
“Todo empezó con un vídeo de una conocida youtuber/influencer donde defendía que “TODAS SOMOS PRECIOSAS, TE TIENES QUE QUERER, TIENES QUE QUERER TUS COMPLEJOS PORQUE PARA OTROS SON PRECIOSOS”. Desde luego, no hay nada malo en ese tipo de mensaje, pero no dejó de parecerme un poco simple e inocente reducirlo todo a un cambio (impuesto) en la forma de verse. Me parece una ideología en general bastante extendida y peligrosa: el tener que verle sí o sí el lado bello y positivo a todas las cosas, queriendo evitar sentimientos reales de rechazo, duelo y dolor, los cuales son inevitables para una sanación real.
Hablando solo del aspecto físico, hay un ciclo bastante perverso: creces con unos estándares imposibles, esto genera complejos, te sientes mal, entonces recibes el mensaje de que deberías quererte y sentirte bien, y te sientes mal por no sentirte bien. Y las personas que llegan a ese estado de aceptación consigo mismas, son vistas a menudo como creídas, arrogantes, soberbias… Sea como sea tu relación con tu aspecto, está mal.
Quise contar en mi perfil de Instagram cómo es mi relación desde hace años con una determinada parte de mi cuerpo, la cual nunca me ha gustado, y sigue siendo así. Y no quería que nadie opinase ni contradijese mi percepción, solo quería contarlo y saber si más gente querría hacerlo, y así ha sido. Empecé el proyecto con un par de amigas y la magia de Instagram funcionó.
No soy yo la que le propone a nadie participar, son ellas las que se ponen en contacto conmigo. Todo el mundo que lo vea y quiera contar su historia es bienvenido. Antes de la sesión, quedamos para que me cuenten un poco. Es delicado porque necesito información pero a la vez no quiero ser invasiva, siempre dejo claro que pueden contar hasta donde quieran. Al final es su historia y yo no voy a forzar el proceso de nadie para tener más material. La entrevista es fundamental, ahí es donde salen frases y momentos que marcan el cómo yo pueda hacer las fotos. Por ejemplo, Elena, una de las participantes, tiene complejo con sus caderas. Durante la entrevista me contó cómo el flamenco le había ayudado en parte a reconciliarse, cómo pasaban de ser un complejo que se esconde a algo que hace que se sintiera con poderío. Y ese tipo de vueltas me parecen mil veces más interesantes que fotografiar una parte del cuerpo y ya. Lo que la persona me transmita, es fundamental”.
COMPLEJOS 2 – ROCÍO

(La fotografía original fue modificada para poder sortear las políticas de Tumblr)
En el momento en el que mi amiga Lu tomaba esta foto, me di cuenta de todas las veces que había tapado mi estómago a lo largo de mi vida para cubrir aquello que consideraba asqueroso en mi cuerpo.
Cuantas veces he escondido aquello que me disgustaba de mi persona, creyendo que a través de los ojos de otras personas podría realmente verme y que esa imagen constituía quién era yo.
A los once comencé a avergonzarme de mi tripa, en aquel momento era, juro por santo Bowie, poco más que piel y huesos. En tres años mi cuerpo evolucionaría naturalmente a aquello con lo que yo lo cebaba.
Idas y venidas, desastres adolescentes emocionales y una escasa autoestima golpeaban y mordían, las comparaciones diarias con cada chica eran automutilaciones. Yo, gorda con tripa, yo gorda con muslos, yo gorda, esa chica delgada. Chica feliz, yo con michelines, yo triste, contaremos en un escueto resumen.
A los diecisiete la situación me superó, cerré los ojos y paré de alimentar a mi cuerpo. Me sentí más fuerte que nunca mientras me hundía, la mayoría de las personas acogían mi pérdida de peso con entusiasmo sin saber que en realidad mis kilos se iban porque mi sustento diario pocas veces era mayor que un yogur, un trozo de pan o rodajas de tomate. Corría y corría, mi cuerpo era increíblemente fuerte, mi mente era la que lo doblegaba y obligaba.
Es impresionante cómo nuestra mente puede engañar cualquier órgano propio.
Más delgada, más normal, más querida. Aún escondía mi estómago vacío. Aún no apta.
Tomó un verano y ciertas explosiones darme cuenta que aquello me hacía mucho más infeliz y que si no paraba, jamás tendría suficiente. Tuve suerte, pero seguí odiando mi cuerpo por encima de todo. Aquellos limites que me contenían no eran como los de del resto, yo no era suficiente. Y la estúpida decisión de verme en ojos ajenos me convertía en una sombra sin valor. No tengo zorra idea de cuándo comencé a cambiar, cuándo cogí esos defectos y me liberé en cierta manera. El preciso -y precioso- instante cuando empecé a ser capaz de mirarme, mirarme de verdad. Coger esa grasa y aceptarla como parte de mi cuerpo natural, que es lo que es.
Sentirme cómoda con mi bello cuerpo renacentista. No voy a mentir, no profeso un amor absoluto por mi envoltura. Confluyen días y días. Pero poco a poco, levantando la manta centímetro a centímetro. No obstante, sí que estoy orgullosa de esos momentos en los que me miro en una foto, en un espejo o en un reflejo, y pienso: Fuck it, me follaría.
COMPLEJOS 21- SERGIO

Me están perturbando.
Ellos dicen una cosa, ellas otra, y de repente todo el mundo cambia de nuevo.
Ellas me dicen que no debería tener complejos físicos porque soy alto y guapo, pero también me dicen que pesar menos de setenta kilos no es sano, que coma más.
Ellos me dicen que no hay que obsesionarse con el sexo, pero llevan cuenta de todos los días que pasan entre polvo y polvo.
De repente todo el mundo cambia de nuevo.
Todo cambia porque es normal estar triste, pero a la vez es obligatorio dejar de estarlo.
Todo cambia porque no te pega boxear, es un deporte para hombres más hechos; y no te pega llorar con Blue Valentine, eso no es de machos.
Todo cambia porque es lícito tener complejos, pero a la vez no es lícito pareciéndote a un superhéroe, pero a la vez no puedes ser un superhéroe si no das la talla, dentro del traje.
Todo cambia porque deberías hacer ejercicio para dejar de tener ese físico, pero a la vez deberías tener cuidado, que ese físico no te permite hacer ese ejercicio, te acabarás haciendo daño.
Todo cambia porque no hay que obsesionarse con la imagen, pero recuerda, se te cae el pelo.
Todo cambia porque eres guapo, y listo, y duro, y sensible, y tienes todo donde deberías, pero igual no tienes todo lo que deberías, y a lo mejor no todo donde deberías.
Todo cambia, y todo cambia de nuevo.
Y me están perturbando.
COMPLEJOS 20 – ELENA

Complicada mi relación con ciertas partes de mi cuerpo. Hay partes que no me gustan y siempre he tratado de esconder y, sin embargo, son esas mismas zonas las que trato de enfatizar en otros ámbitos. Hablo de mis caderas y, por ende, mi gran trasero.
Siempre me pasa lo mismo. “Engaño” con la cara, los hombros y el poco pecho que tengo, pero cuando me pruebo ropa… Una talla de ombligo para arriba y dos tallas más de ombligo para abajo. Lo de llevar vestidos, complicado, aunque cada vez me voy llevando mejor con ellos. Y, por supuesto, camisetas y jerséis larguitos que me tapen esas majestuosas caderas. Todos los días el mismo ritual delante del espejo: estirar hacia abajo la camiseta.
Recuerdo la primera vez que me puse delante del espejo con una falda de ensayo: ¡ostras!, pensé, esto ni para abajo ni para arriba. ¡Cómo marcaba esa licra negra! Pero qué bonita era. Poco a poco, me fui acostumbrando a verme con ella en las clases. Empecé a ver mi cuerpo como un instrumento para poder trasmitir lo que sentía. Es lo que tiene el flamenco. Que va de sentimientos. Tal es así, que empecé a dejar de ver unas caderas y un culo enorme y comencé a verme bonita. Me gustaba cómo se empezaban a mover a compás. Cómo combinaban esas caderas con el resto de mi cuerpo. Y me empezó a gustar el verme con esas faldas ajustadas que no me hacían justicia.
Según han ido pasando los años, he ido cogiendo confianza en mí misma. Confieso que sigo tapándome las caderas cuando salgo a la calle pero también es verdad que a veces me pongo ropa que sé que hace unos años ni me atrevería. Y esto ha sido gracias al flamenco. Cuando bailo, me olvido de todo lo superficial. Me siento una mujer poderosa, dominante, atractiva. Y eso es lo que alimenta mi ego y hace que cuando salga de las clases o me baje del escenario, me vaya con un chute de energía y agradeciendo a mi cuerpo por tener esas curvas que me permiten fluir con la música y trasladarme a otro mundo.
COMPLEJOS 12 – AURORA

85GG; Sí señor, eso existe.
De pequeña siempre quise tener el pecho grande. Y tenia clarísimo que si no, me operaba.
Debe ser que el universo me escuchó, porque con once años empezó a crecer.
Y a crecer. Y a crecer. Y a crecer.
Y a caer.
Porque sí, la ley de la gravedad existe. Y si eres tetona, esto lo aprendes rápido.
Llevo toda la vida escuchando que lo que la mano no cubre, no es teta sino ubre. Yo, por desgracia, tampoco tengo las manos muy grandes…
He oído comentarios sobre estas dos de lo más creativo durante toda mi vida. Sin pudor, sin importar como me pudiese sentir. Y yo me callaba. Escuchaba, asumía y callaba.
Me ha dolido la espalda, las he tapado, las he enseñado, las he odiado… He pasado de parecer “gorda” a “puta” en medio día, solo poniéndome una ropa u otra. He salido de fiesta y me han dicho “Parece que vas pidiendo guerra” solo por llevar un mínimo escote como el resto de mis amigas.
Y, después de todo, he aprendido a ponerlas por bandera. Porque no son grandes, no.
Son superlativas.
(Puedes descubrir el resto del proyecto Complejos aquí)

HEMOS ESTADO TRABAJANDO EN…

– ¿Quién se encarga de los cuidados no remunerados en España? ¿Cómo se reparten estas tareas? Este año no hay convocada huelga laboral en la mayor parte del mundo porque el 8M cae en domingo. Pero muchas mujeres seguirán cuidando a hijos y familiares, cocinando y limpiando.
– Cientos de microcuentos para Twitter inspirados por esta foto de Cristina García Rodero. Todavía hay veces en las que Twitter nos deja historias maravillosas y esta es una de ellas
– La fiesta de la regla. Decenas de estudiantes fueron obligadas en India a enseñar su ropa interior para demostrar que no tenían la regla hace unas semanas y una asociación ha celebrado en Nueva Delhi un festival para celebrar la menstruación como respuesta.

– La historia de Duralex, una vajilla tan irrompible como nuestra nostalgia. ¿La tuviste? ¿Aún la tienes? ¿Qué recuerdos te trae? Cuéntanoslo por Twitter o respondiendo a este correo.

… Y NOS HA GUSTADO MUCHO LEER

– El argumento del “sexo duro” en los crímenes es otra manera de culpar a la víctima (The Guardian, en inglés). Este texto comienza con el asesinato de Grace Millane en Nueva Zelanda y sirve de ejemplo para explicar algo que está ocurriendo. Cada vez hay más agresores/asesinos que alegan como defensa que estaban practicando “sexo duro” con sus víctimas y que se les fue de las manos aunque, como en ese caso, el asesino pasara más de 10 minutos asfixiando a la víctima. Como explica el texto de The Guardian, ese argumento no hace más que alimentar la idea de que la víctima tiene parte de responsabilidad, que algo malo estaría haciendo, que se lo estaba buscando.
– Esta entrevista a Yolanda Ramos tiene grandes frases (como el titular: “El éxito no es difícil, lo difícil es estar en el sofá de tu casa y que no te llame ni dios”) pero nos hemos enamorado especialmente de sus fotografías.
– Las portadas de las 100 mujeres del año. La revista Time elige anualmente a “la persona del año”. Bueno, hasta 1999, era “el hombre del año”. De hecho, en 1975 eligieron a “las mujeres estadounidenses”. Esta semana ha intentado saldar una deuda histórica eligiendo a las 100 mujeres del año y dedicándoles una portada. Han tenido que hacer 89 nuevas. Es un proyecto precioso.

UNA REFLEXIÓN

En la última semana he recibido notas de prensa de todo tipo de productos e iniciativas que intentaban subirse a la ola del 8M para vendernos algo. He recordado este reportaje sobre la mercantilización de las luchas sociales (ahora es el feminismo, pero antes fue el medio ambiente, por ejemplo). Me alegra ver que nos ofrecen entrevistas con mujeres que han montado empresas y tienen magníficas ideas. Pero recordemos que existen el resto del año. Y pongámonos a trabajar ya en el #9M #10M.
Y, para calentar motores para este 8M, volvamos a escuchar a miles de mujeres en Bilbao, hace dos años, cantando A la huelga. (Pincha sobre la imagen para ver el vídeo).
Selección del contenido de La Matяioska: Mari Luz Peinado @mluzpeinado

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