Una universidad de Washington, la capital estadounidense, se situó el pasado verano en el foco mediático por un hallazgo inesperado y una historia rocambolesca. En una caja de zapatos, dentro de una bolsa de basura y sobre unos buzones, se halló, abandonado desde hacía décadas, el vestido de cuadros azules que Dorothy, encarnada por Judy Garland, llevó en El mago de Oz, la célebre película de 1939. La historia de la prenda, encontrada de forma casual por un profesor que limpiaba su despacho, dio la vuelta al mundo y volvió a demostrar que todo aquello relacionado con las viejas estrellas de Hollywood llama la atención del público.
Ahora, la casa estadounidense Bonhams, con sede en Los Ángeles, California, ha dado a conocer que será la encargada de sacar a subasta el célebre vestido de Garland. Su responsable de cultura popular, Helen Hall, ha explicado en un comunicado que se enorgullecen de ser parte de la vida de la prenda, que “tiene una increíble historia”. “Los vestidos importantes de esta icónica película aparecen muy raramente en el mercado de subastas, y ser capaz de identificar la escena en la que Judy Garland lo llevó es emocionante”, afirma.
La casa de subastas estima que la pieza alcanzará un precio de entre 800.000 y 1,2 millones de dólares (entre 745.000 y 1,12 millones de euros). Hace seis años, en 2015, se subastó el otro vestido de Garland de El mago de Oz que existe con la blusa a juego (del pichi suelto hay un par de versiones más) y logró una cifra de 1,46 millones de euros, cuando se estimaba que alcanzaría un tercio menos de esa cifra. La prenda saldrá a subasta el 24 de mayo.
El dinero recaudado irá a parar al departamento de Teatro de la Universidad Católica de Washington, de donde salió el vestido el pasado verano, aunque hay que remontarse casi un siglo para conocer toda su historia. Todo empezó en 1937, cuando el dominico Gilbert Hartke, profesor del centro, fundó ese departamento, que gestionó con gran éxito durante casi 40 años, convirtiendo el lugar en un referente del teatro a nivel nacional y a Washington en una ciudad amante de las tablas.
Por allí pasaron Susan Sarandon o Jon Voight, y también una actriz que quizá ahora pocos recuerden llamada Mercedes McCambridge, que llegó a ganar un Oscar, por El político, en 1950, que volvió a estar nominada al gran premio en 1957 por Gigante y que dobló al demonio de El exorcista. McCambridge, que estudió en Washington entre 1972 y 1973, se convirtió en buena amiga del padre Hartke, y habría sido ella quien le regaló el vestido de Garland, buena amiga suya. Hartke, todo un personaje coleccionista de prendas de famosos y también de anécdotas, falleció en 1986 y muchos en la universidad pensaron que la historia del vestido no era más que una leyenda, pues nadie lo encontró, pese a muchas búsquedas.
Hasta el pasado verano, cuando el coordinador de operaciones del departamento de Teatro, Matt Ripa, empezó a despejar su despacho a causa de las obras de la facultad y, sobre unos buzones, vio una bolsa de basura que intentó alcanzar con ayuda de un colega, tal y como explicó él mismo en una publicación universitaria. “Sobre la bolsa había una nota de nuestro expresidente indicando que había encontrado ‘esto’ en su oficina y que tenía que haberlo trasladado cuando dejó el cargo. Sentí curiosidad por lo que contenía y abrí la bolsa de basura; dentro había una caja de zapatos ¡y dentro de ella estaba el vestido!”, contaba con sorpresa. Rápidamente y ya con guantes examinaron el vestido para después llevarlo al Museo Smithsonian, donde verificaron su autenticidad y comprobaron que tenía un bolsillo interno oculto, como otras de las prendas similares, y el nombre “Judy Garland” bordado a mano.
Ahora, la decana de la facultad de Teatro de la universidad, Jacqueline J. Leary-Warsaw, ha explicado que no ha sido fácil tomar la decisión de sacar la prenda a subasta, pero que era la mejor opción. “Descubrir este histórico vestido fue un momento memorable para la Universidad Católica de América y estamos orgullosos de llevarlo a subasta, para que su próximo dueño pueda atesorar un trozo de historia”, ha afirmado. “Aunque decirle adiós a este vestido es agridulce, los ingresos ayudarán a las futuras generaciones a capacitarse para sus carreras profesionales en el teatro. Puede que los fondos ayuden a preparar a las próximas Mercedes McCambridge o Judy Garland”.
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