Aquel 9 de abril de 2018 tuvo una trascendencia emocional enorme para Iker Muniain. Había dejado atrás una muy grave lesión de rodilla y se presentaba en el estadio de La Cerámica con ilusión renovada. Llevaba más de medio año de convalecencia y su vuelta al equipo bilbaíno no pudo ser más dichosa: fue llegar y besar el santo.
Había relevado a Susaeta en el minuto 76 cuando el Villarreal estaba apretando –Bacca había anotado el 1-2 en el minuto 67- y a falta de tres para la conclusión del partido, el navarro anotó un gol muy propio de él, aunando rapidez y listeza para marcar casi en la misma línea de la portería. Aprovechó un servicio de Raúl García desde la derecha para rematar con la zurda.
Aquel encuentro fue quizá el mejor a domicilio de la era Ziganda.
Córdoba, en su estreno goleador como león, y Williams sacando petróleo de un rechace de Asenjo dentro del área habían adelantado a los bilbaínos.
Feliz
“Es un momento muy emocionante. Después de tanto tiempo trabajando, volver y hacerlo de esa manera con la victoria del equipo en una salida tan complicada y con un gol importante… Estoy muy feliz. Muy emocionado”, resaltó Muniain tras su reaparición.
“Se lo dedico a la gente”, añadió el navarro, que destacó que el trabajo que ha realizado para su rehabilitación física “tiene su recompensa”.
Es un momento muy emocionante. Después de tanto tiempo trabajando, volver y hacerlo de esa manera con la victoria del equipo en una salida tan complicada y con un gol importante… Estoy muy feliz. Muy emocionado
Atrás quedaba la lesión del cruzado de la rodilla derecha sufrida ante el Zorya en la Europa League. El contratiempo fue de una manera inesperada y absurda, de mala suerte. Aquel 27 de septiembre de 2017 fue maldito para Muniain, pero el 9 de abril de 2018 fue dichoso con su reaparición en Villarreal.
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