El juez que investiga la brutal agresión sexual a una menor en Igualada (Barcelona) no tiene la menor duda: Brian Raimundo C. M., el hombre de 20 años detenido por los Mossos d’Esquadra, es el presunto autor de la violación. En el auto en el que acordó su ingreso en prisión preventiva, al que ha accedido EL PAÍS, el magistrado concluye que el único sospechoso es autor de la agresión sexual, pero también de un delito de asesinato en grado de tentativa. “De no haber sido asistida [la víctima] con celeridad y prontitud, el resultado no hubiera sido otro que su muerte”, afirma tras describir la agresión. Las cámaras de seguridad, que grabaron al hombre persiguiendo a la adolescente por el polígono, fueron una de las claves para resolver el caso.
Los hechos ocurrieron a primera hora de la mañana del 1 de noviembre de 2021. Una adolescente de 16 años había asistido a una fiesta de Halloween en la discoteca Epic, en un polígono industrial de Igualada. Hacia las 6.00, la chica salió de la discoteca para coger el tren y regresar a casa. El auto describe, sobre la base de los informes de la policía autonómica, cómo Brian Ramundo C. M. siguió durante varios metros por la calle a la víctima y aceleró el paso hasta “atacarla sorpresivamente para satisfacer su ánimo libidinoso”.
El hombre “atacó brutalmente a la menor, propinándole fuertes golpes en la cabeza y agrediéndola sexualmente” con “sucesivas penetraciones anales y vaginales”. El agresor llegó a introducir “objetos” en el cuerpo de la menor, que le provocaron desgarros internos. Después, la “abandonó” y la dejó “tirada en el suelo” en la calle Països Baixos, con lesiones importantes y en un lugar donde a esas horas apenas había gente. Unos camioneros la encontraron pasadas las 7.00 y alertaron a los servicios de emergencia, que trasladaron a la menor al hospital, donde tuvo que ser intervenida en dos ocasiones.
La agresión conmocionó a los vecinos de Igualada y provocó manifestaciones de rechazo. También puso presión sobre la Unidad Central de Agresiones Sexuales (UCAS) de los Mossos, que puso todo su empeño para resolver un caso que ha sido una prioridad. La familia de la víctima, representada por el abogado Jorge Eduardo Albertini ―que incidió desde el primer momento en la tentativa de asesinato― pedía respuestas. Hace una semana, después de cinco meses de investigación, la policía autonómica detuvo en un piso del centro de Igualada a Brian Raimundo y registró su piso, donde se han encontrado restos de ADN de la víctima en una prenda de ropa de él.
El auto judicial es del sábado, cuando el detenido pasó a disposición judicial. El juez no disponía entonces de los resultados del registro, pero sí detalla cómo los Mossos fueron capaces de llegar, tras descartar a otros candidatos, al único sospechoso de la violación. La clave, según se desprende de la resolución, fue la reconstrucción del recorrido que víctima y agresor hicieron esa noche a través de las cámaras de seguridad de distintas empresas y locales ubicados en el polígono industrial. El suceso ocurrió en una “horquilla temporal” de 20 minutos, entre las 6.16 y las 6.40.
Todo empezó con una denuncia por “unos daños causados en un vehículo en los que estaban implicados un grupo de jóvenes”, en una zona próxima a la discoteca Epic. Allí apareció, por primera vez, la imagen de Brian Raimundo. La policía ha reconstruido el recorrido que ambos hicieron en los momentos anteriores a la agresión. A las 6.13, las cámaras de una empresa graban a la menor y al investigado “caminando detrás de ella”. Otras cámaras permiten apreciar cómo el hombre “comienza a acelerar el paso detrás de la menor” y cómo ambos coinciden en la calle Països Baixos. Durante los 20 minutos siguientes, las cámaras “no captan imagen alguna” de personas que accedan a ese tramo de calle, lo que permitió a los Mossos elaborar un “informe de descarte”; en otras palabras, la única persona que estaba en el lugar de los hechos en el momento que ocurrieron era Brian Raimundo.
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La misma ropa
Tras la agresión, el hombre se fue “caminando hacia el centro de Igualada”. Allí, en la calle Sant Sebastià, en pleno núcleo antiguo, está el piso que compartía con otros jóvenes y que fue registrado durante más de ocho horas por los Mossos. Las cámaras de una empresa dieron otra importante pista porque permitían apreciar claramente su indumentaria y algunos de sus rasgos, como el pelo rubio, capucha, pantalón negro, deportivas blancas, manga de la chaqueta arremangada y una mochila de la marca Under Armour. Algunas de las prendas halladas en su casa “coinciden plenamente” con las que llevaba esa noche.
Además de las cámaras, en auxilio de los Mossos acudieron también las antenas de telefonía. Los móviles de víctima y agresor repiten a esas horas en la cercana antena de la calle de Irlanda. Y aún otro elemento a favor de los investigadores: en el móvil de Brian Raimundo apareció una captura de pantalla hecha el 1 de noviembre a las 5.47 en Google Maps, en el que se detalla el recorrido que debía realizar entre la avenida Europa ―muy cercana a la discoteca Epic― y su domicilio.
Un hombre “solitario”
El juez concluye que “los indicios son sólidos”, “responden a los cánones de la lógica y la coherencia” y son suficientes para “considerar que el investigado” fue el autor de la agresión. Y envía al hombre a prisión porque considera que se dan todos los requisitos que contempla la ley: riesgo de fuga, riesgo de reiteración delictiva y riesgo de destrucción de pruebas. El juez recuerda que se trata de un joven nacido en Bolivia, que está en España desde hace 15 años ―se encuentra en situación irregular― y que no tiene “arraigo familiar ni social”.
Aunque en su declaración, en la que solo respondió a las preguntas de su abogado, dijo que su madre vive en España, lo cierto es que lo echó de casa por un presunto abuso sobre una hermana menor de edad. “Ciertos hechos acaecidos en su pasado”, recoge el juez sin citar explícitamente ese episodio, hacen pensar en “un pronóstico de alta peligrosidad”. Pero es que además, los seguimientos llevados a cabo por los investigadores demuestran que Brian Raimundo, señala el juez, llevaba una vida “en cierto modo solitaria, sin apenas contacto con otras personas o lazos sociales estables”.
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