Día 40º de vida del volcán de La Palma, y no muestra indicios de apaciguamiento. Todo lo contrario. “Está enfurecido”, describía en la tarde de este viernes la directora del Instituto Geográfico Nacional y portavoz del comité científico del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca), María José Blanco. El centro eruptivo, de esta manera, sigue expulsando, como en los días anteriores, potentes ríos de lava desde el noroeste del cono hacia el suroeste de la isla. Más adelante, el flujo de lava se bifurca en dos: una lengua vuelve a tomar dirección noroeste, siguiendo la senda trazada por otros ríos de magma, y una segunda va al suroeste. Esta última, la llamada colada tres, avanzó 900 metros en 24 horas, explicó Blanco, desbordando las lenguas anteriores y avanzando por terreno no hollado, para desgracia de viviendas y fincas agrarias.
“El problema lo tenemos en la colada tres”, ha confirmado por su parte el director técnico del Pevolca, Miguel Ángel Morcuende. Es la misma lengua que ha sepultado algunas de las pocas casas que quedan en pie en la localidad de Todoque y la que amenaza la carretera de acceso a Puerto Naos, vital tanto para las tareas de control como para la construcción de las nuevas desaladoras o el paso de los vecinos. Este enclave turístico se encuentra, no obstante, fuera de peligro, ha recalcado el portavoz. El Pevolca baraja ya varias alternativas por si, finalmente, la carretera quedase sepultada.
La lengua que se frenó en pleno casco urbano de la localidad de La Laguna (1.200 habitantes, en Los Llanos de Aridane) es otro motivo de preocupación para los expertos. Ha causado el traslado de todos sus habitantes y graves daños, tras arrasar la práctica totalidad del colegio, además del campo de fútbol y otras instalaciones neurálgicas de la zona. Este frente “pende de un hilo”, en palabras de Morcuende el jueves, dado que sigue recibiendo aportes de lava. Por eso, las personas evacuadas no pueden, de momento, regresar a sus domicilios.
El Pevolca no ha facilitado nuevos datos sobre el avance de las coladas. Hasta este jueves, la superficie afectada ascendía a 906 hectáreas, según los datos del sistema europeo de vigilancia Copernicus. Sus satélites apuntan a que ya se han visto afectadas 2.296 edificaciones. De ellas, 2.183 están completamente destruidas y otras 113 en riesgo o parcialmente dañadas.
El catastro, que ofrece datos más detallados al discriminar inmuebles como cuartos de aperos o alpendres, cifra en 1.293 las edificaciones destruidas el jueves (21 más que el miércoles). De ellas, 1.034 son de uso residencial y 136, de uso agrícola. Además, han quedado afectados 59.936 metros de carreteras y 266,61 hectáreas de cultivos, 6,8 más que en el último balance. De ellas, 143 eran plataneras, 58 de viñas y 23,5 de aguacates.
“Problema obvio de sismicidad”
“Tenemos un problema obvio de seísmos a mediana y alta profundidad”, ha explicado Miguel Ángel Morcuende. “Seguimos con el enjambre”. Así las cosas, en el último día se ha alcanzado la magnitud de 4,2 y la intensidad de IV. La magnitud mide la fuerza del terremoto, independientemente de cómo sea percibido en la superficie, y la intensidad, cómo lo siente la población. Se mantienen valores altos de la señal del tremor, que indica la energía que libera el volcán. El tremor es imperceptible para los humanos, pero cuando es detectado por los sismómetros puede indicar la posible aparición de magma en el exterior.
Con todo, el nivel de sismicidad actual sigue indicando, según María José Blanco, que es posible que se produzcan más seísmos que sean sentidos por la población, pudiendo alcanzarse intensidades de VI (fuertes) y originar pequeños derrumbes en zonas de pendiente. La escala de la intensidad va de I a XII, y un IV es moderada: se aprecia dentro de los edificios, se nota en puertas y ventanas, y los coches estacionados vibran.
Las autoridades están en alerta ante el previsible aluvión de turistas este puente. Todo parece indicar que la isla volverá a registrar, como ha sucedido en las últimas dos semanas, un lleno en sus establecimientos. Morcuende ha reclamado este viernes a los turistas que extremen las precauciones, usando chalecos reflectantes, y ha insistido en que se utilicen los autobuses que están disponibles para acceder a los puntos de observación y no circulen en vehículos privados, para facilitar así el trabajo de los servicios de emergencias.
Los visitantes, con todo, podrán llegar y salir de la isla sin mayores problemas. El régimen de vientos favorece la actividad aeroportuaria y la calidad del aire es buena en la mayor parte de La Palma. En los municipios más cercanos a la erupción y en Puntagorda, eso sí, existen episodios de mayor concentración de partículas, por lo que se recomienda usar mascarillas FFP2.
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