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El volcán de La Palma pone punto final a los 85 días “más trágicos” de su historia

La superficie de La Palma sigue ardiendo y despidiendo vapor de agua y gases diez días después de que el volcán se echara a dormir, recordatorio del infierno que asoló esta tierra entre el 19 de septiembre y el 13 de diciembre. 85 días y ocho horas de “tragedia”, según las palabras del presidente del Cabildo insular, Mariano Hernández Zapata. Acaba la erupción más larga de la historia en La Palma y la más destructiva del último siglo en Europa. Y, sin embargo, lo peor puede estar por llegar.

“El volcán se ha apagado, sí. Pero esta noticia me genera un sentimiento de incertidumbre”, asegura en conversación telefónica Davinia González, una esteticista que el 28 de septiembre, el mismo día que la lava llegó al mar, perdió su casa en la localidad de Todoque (Los Llanos de Aridane). Justo un mes después, las viviendas de sus padres y de su hermano corrieron la misma suerte. “Me pregunto qué va a pasar ahora con nosotros después de que se haya apagado el volcán y dejemos de ser una noticia importante para los medios de comunicación. Tristeza, angustia… no sé, me cuesta ponerle nombre”.

Y eso, a pesar de que Davinia González, puede considerarse relativamente afortunada: ha sido una de las primeras en recibir un piso adquirido por el Gobierno de Canarias. En su caso, en el municipio de Tazacorte. Pero no puede evitar mirar hacia atrás. Durante el último mes ha comprado muebles para su nuevo domicilio, pero lo ha hecho sin ilusión. “No es mi casa, y difícilmente lo va a ser”, se lamenta.

Ella, como tantos otros, va a tener que inventarse una vida nueva tras el annus horribilis palmero (además del volcán y la pandemia, el municipio de El Paso, donde se ubica el volcán, sufrió en verano un incendio que calcinó 800 hectáreas).

El sentimiento de desamparo que siente González es moneda común entre los palmeros tras estos 85 días en los que las coladas han arrasado 1.219 hectáreas. Rara es la persona no directamente damnificada o que cuente con un familiar o amigo que no sea propietario de una de las 1.576 edificaciones que han caído, según el recuento del catastro.

Imagen aérea de una casa cubierta por lava y ceniza en La Palma el 14 de diciembre.JORGE GUERRERO (AFP)

Testimonios como el de Davinia González se repiten por todos los rincones de la isla. María de los Ángeles (Chángeles para sus vecinos) acudía hace escasas semanas a la Casa Massieu, donde el Gobierno ha instalado el punto de atención al ciudadano. Chángeles (71 años) también residía en Todoque, junto a su marido y muy cerca de sus cinco hijos. Todos lo han perdido todo. “Vivía en una casita con su parcela… Todo era humilde, sí, pero yo era muy feliz. Era rica, y no supe apreciarlo”, se lamenta. ”Mi vida ya está llegando a su fin. En realidad, por quien lo siento es por mis hijos y mis cinco nietos”, relata antes de romper en llanto.

Davinia Viña y Adolfo Pais también vivían en Todoque. Él se dedica a la construcción, pero ella, además, trabajaba en una cooperativa platanera ubicada a dos manzanas de su casa y que también ha desaparecido por completo. “No he dormido durante muchas noches”, explicaba recientemente Pais, “y no me quedaba tranquilo hasta que comprobaba que seguía en pie”. Su vivienda, en la que vivieron 15 años, resistió durante 49 días. Pero finalmente, justo cuando la erupción tocaba a su fin, sucumbió ante la lava. “Con la naturaleza no podemos luchar”, aceptaba resignada Viña este sábado.

Los que más suerte han tenido se han limitado a sufrir solo la angustia de una de las 10 evacuaciones o el miedo a los temblores producidos por alguno de los más de 9.000 terremotos que han sacudido las casas de toda la isla, y algunas de las vecinas Tenerife y El Hierro. Los evacuados, sin embargo, tardarán todavía en regresar a sus casas. “No será un procedimiento inmediato”, aseguran fuentes del Puesto de Mando Avanzado. “Hay que tener paciencia. Al menos, eso sí, hemos dado el primer paso, que es que se acabe la erupción”.

Davinia Viña, Adolfo País y su hija, Nilsa País, fotografiados a finales de septiembre.Samuel Sánchez

Desconfianza hacia las ayudas

Las Administraciones públicas han prometido estos meses cuantiosas ayudas de todo tipo para asegurar el futuro de la isla. Actualmente, más de 7.000 personas permanecen evacuadas. De ellas, 2.329 se han visto directamente afectadas por residir en las faldas del cono de 200 metros nacido en pleno Parque Natural de Cumbre Vieja. Y este sábado ha servido para revalidar estas promesas.

El primero, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a través de su cuenta de Twitter: “Todo mi reconocimiento a los palmeros y palmeras. Seguiremos trabajando juntos y juntas, todas las instituciones, para relanzar la maravillosa isla de La Palma y reparar los daños ocasionados”. El líder del Ejecutivo regional, Ángel Víctor Torres, ha celebrado el final de la erupción volcánica y ha afirmado que la reconstrucción de la isla se abordará con la máxima celeridad y con toda garantía. “Ahora afrontaremos el verdadero principio de la reconstrucción”, ha asegurado, y será “con la máxima celeridad y con toda garantía”: “El compromiso sigue intacto. 2022 será un año mejor”.

Cuentan, sin embargo, con la desconfianza palmera. Una de las plataformas de damnificados ha convocado una manifestación de protesta este lunes para reclamar “un reparto inmediato de donaciones y ayudas” y “una gestión eficiente y rápida del problema habitacional”. “El posvolcán va a ser más duro que el volcán”, advertía hace unos días a este periódico Juan Morín, portavoz de la Plataforma de Afectados por el Volcán Cumbre Vieja 2021. “¿Las ayudas?”, se pregunta Davinia González. “Qué quieres que te diga. Solo he recibido algo del Ayuntamiento. De las ayudas estatales, no tengo esperanzas, sinceramente. No confío”.

En La Palma, no obstante, también hay espacio para el optimismo. Davinia Viña lo ha perdido todo, menos a su familia. Por eso, seguirá hacia adelante. “Formaré un hogar en otro lado con mi familia, con mucho amor y dando las gracias a Dios por otro día más de vida”, sentenciaba este sábado en un mensaje de WhatsApp. “Ahora más que nunca tengo ganas de vivir, y no solo sobrevivir. Vivir”.




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