Donde quiera que vaya el aspirante a la nominación demócrata Beto O’Rourke, pocos saben pronunciar bien su nombre. Rich Salas si lo sabe.
“Beto”, dice con perfecta pronunciación el empleado de la Universidad de Des Moines al presentar a O’Rourke durante una reciente acto. “Qué gran nombre”.
Salas comenta que O’Rourke “habla muy bien español, mejor que yo”, mientras los presentes corean “¡Viva Beto!”.
Es un cántico que tal vez no tenga mucho eco en Iowa, donde tendrá lugar la primera consulta de las primarias presidenciales, pero que puede rendir grandes dividendos en unas primarias con un calendario que incluye dos estados con grandes poblaciones hispanas entre las primeras votaciones.
Los hispanos son apenas el 6% de la población en Iowa, donde habrá asambleas partidarias el 3 de febrero, y menos de la mitad de ese porcentaje en New Hampshire, que le sigue.
Pero luego viene Nevada, donde los hispanos constituyen el 30% de la población. Y diez días después California y Texas, donde viven más de 13 millones de hispanos que pueden votar en el “Super Martes”, casi la mitad del electorado hispano de toda la nación, según el Centro de Investigaciones Pew.
Esto quiere decir que los candidatos que consigan sólido apoyo hispano podrían encarrilar su candidatura y sobrevivir por lo menos a las primeras etapas de las primarias, que pueden ser demoledoras para muchos de los 23 aspirantes demócratas.
En total hay en juego 4,051 delegados a la convención nacional, incluidos casi 500 en California y más de 260 en Texas.
La distribución de los delegados será proporcional al voto, lo que implica que los ganadores no se llevarán todo, como antes, y que los candidatos que reciban una buena cantidad de votos de hispanos podrán seguir en carrera incluso si no ganan la contienda.
“Creo que los candidatos deben pensar en cómo darse a conocer entre la comunidad hispana”, expresó Matt Barreto, cofundador de la consultora hispana Latino Decisions. “Es algo que puede mantenerlos vivos y darles proyección nacional incluso si no ganan en Iowa o New Hampshire”.
Es una estrategia arriesgada, que implica apostar a un electorado mayormente joven, reacio a acudir a las urnas.
El exgobernador de New Mexico, Bill Richardson, que fue el único hispano en la contienda presidencial del 2008, hizo mucha campaña en Nevada, pero ya había quedado muy rezagado al llegar allí, tras terminar cuarto en Iowa y New Hampshire.
El censo indica que la participación hispana en las elecciones de mitad de término del 2018 subió un 13% respecto a la del 2014, para llegar al 40.4%, pero fue inferior a la de los blancos, que llegó al 55%, y la de los afroamericanos, que fue del 51.1%.
De todos modos, Barreto señaló que la cantidad de hispanos que dijeron haber votado subió en los últimos ciclos y que el porcentaje no fue mayor porque hay muchos hispanos de escasos 18 años y los jóvenes en general son más reticentes a acudir a las urnas.
Se anticipa que los hispanos desplazarán a los negros como la minoría racial más grande en la votación del 2020. Constituyen el 13% del electorado, según el Pew.
No todos los hispanos son demócratas, pero dos tercios dijeron haber votado por ese partido en el 2018, de acuerdo con el VoteCast de AP, un estudio del electorado en las elecciones de mitad de término.
“No ha habido muchos candidatos presidenciales hispanos”, declaró Julián Castro, ex alcalde de San Antonio y secretario de vivienda del gobierno de Barack Obama, y el único hispano en la actual contienda. “Hay una sensación de que se están superando algunas barreras”, agregó por teléfono.
Castro ha visitado Nevada más que ningún otro candidato y ha lanzado importantes iniciativas en torno a temas que interesan a los hispanos, como un llamado a despenalizar el cruce ilegal de la frontera entre Estados Unidos y México y a que el estado ofrezca guarderías infantiles.
O’Rourke es de ascendencia irlandesa, pero habla bien español y proviene de El Paso, Texas, donde más de una cuarta parte de la población es inmigrante, la mayoría mexicanos.
Kamala Harris puede tener ventaja en su estado, California y en una reciente presentación en Nevada su campaña distribuyó auriculares para quienes quisiesen escuchar sus comentarios en español.
Entre sus principales asesores figura Emmy Ruiz, directora de la campaña de Hillary Clinton en Nevada, y una de las directoras de su campaña a nivel nacional es Julie Chávez Rodríguez, nieta de legendario líder campesino César Chávez.
Cristóbal Alex, quien dirigió el comité de acción política Latino Victory, asesora a Joe Biden.
Bernie Sanders, por su parte, tiene el apoyo de Carmen Yulín Cruz, alcaldesa de San Juan, Puerto Rico, que dijo cosas muy fuertes sobre el presidente Donald Trump después del devastador paso del huracán María por la isla. Kirsten Gillibrand invitó a Yulín Cruz cuando Trump emitió su informe anual sobre el Estado de la Unión.
Castro visitó Puerto Rico apenas lanzó su candidatura. También lo hizo Elizabeth Warren, mientras que O’Rourke y Pete Buttigieg también hablan de ir a la isla. Las primarias de Puerto Rico están pautadas para el 8 de marzo.
Cristina Tzintzún, directora ejecutiva de Jolt, una agrupación de Texas que organiza a los hispanos, dijo que los candidatos no pueden aspirar al voto hispano solo por su ascendencia o porque tienen algún asesor de esa comunidad.
“La gente quiere diversidad”, manifestó Tzintzún, quien apoyó a Sanders en las primarias del 2016. “Lo que importa es quién ofrece soluciones osadas”.
Castro visitó Nevada seis veces desde diciembre y asistió a una actividad organizada por un activista que está en el país sin permiso.
“Es probable que mi historia, la forma en que me crié, tenga mucho eco entre numerosos hispanos”, dijo Castro, cuya abuela era mexicana y cuya madre es una conocida activista de la causa de los hispanos. “Mi historia es la de ellos”.
O’Rourke también espera que su historia lo ayude entre los hispanos dado “que vivo en la frontera con México, de que una cuarta parte de la gente con la que vivo y que representé en el Congreso nació en otro país”, según dijo a la prensa en Des Moines.
Agregó que va a hablar en español “en todos los sitios que pueda”.
Castro habla un poco de español, pero no mucho, y no cree que eso sea importante.
“Se cree a menudo de que la única forma de conectarse con los hispanos es hablando bien español y eso está muy equivocado”, sostuvo. “Eso es un enfoque muy unidimensional. Vamos por ese voto de una forma mucho más comprensiva”.