Aitor Elizegi salió elegido presidente del Athletic el 27 de diciembre de 2018, en pleno día de los Inocentes y por un escueto margen de diferencia de 85 votos en las urnas, y horas más tarde comenzó con una andadura al frente del Athletic que llegó ayer, día de San Juan, a su final. Tres años y medio de andadura en los que al máximo responsable de la entidad de Ibaigane le ha tocado gestionar en plena pandemia mundial del coronavirus, con todos los integrantes del club confinados en sus respectivos domicilios, sin competición y actividad exterior alguna ni siquiera en Lezama y con las gradas de San Mamés vacías o semivacías durante mucho tiempo.
Días complicados, sin duda, para dirigir cualquier entidad. Los tres candidatos que aspiraban ayer a sucederle en el cargo hablaban de “claros y oscuros” durante su gestión, destacaban el carácter histórico de este mandato dado que nunca antes se había atravesado por una coyuntura como la provocada por el COVID e incidían en el hecho de que al final, con cierta apretura de tiempo, había conseguido sacar adelante dos de sus proyectos estrellas: la grada de animación y los nuevos estatutos.
Elizegi es la amabilidad personificada. Su discurso, cierto es, resultaba un tanto difuso. Sus intenciones, en cambio, no. Ahí queda un presidente para la historia.