Elon Musk sigue jugando al gato y el ratón con Twitter. El fundador de Tesla ha advertido este lunes, en una carta a la empresa, que podría echarse atrás en su intención de comprar la tecnológica si la red social no proporciona datos sobre cuentas falsas y spam. No es la primera amenaza de Musk sobre el particular, pero sí la primera formulada por canales oficiales, en comunicación directa a la empresa y no a través de tuits, desde que abordó la compra de Twitter en abril. Sobre la mesa están los 44.000 millones de dólares que el hombre más rico del mundo ha prometido para cerrar la adquisición.
Según el comunicado, Twitter ha incurrido en un “claro incumplimiento material” de sus obligaciones y, por tanto, Musk se reserva todos los derechos para rescindir el acuerdo de fusión. En la apertura del parqué, las acciones de Twitter caían un 5,5%, hasta un precio de 33,97 dólares por título, muy lejos de los 54,20 dólares ofrecidos por el magnate, señal de que los inversores confían cada vez menos en que la operación salga adelante.
Twitter había minimizado hasta ahora las repetidas advertencias de Musk de que el acuerdo estaba “en pausa”, a la espera de obtener los datos para proseguir con las negociaciones. A mediados de mayo, Musk anunció una primera “pausa temporal” para que la red del pájaro azul le proporcionase datos sobre el porcentaje de cuentas falsas.
La insistencia del fundador de Tesla y SpaceX en tener más información sobre Twitter ha dado ahora un salto cualitativo, al manifestar en la carta su sospecha “de que la empresa está ocultando los datos solicitados”, lo que introduce una nueva variable en la que supuestamente iba a ser la operación del año: la mala fe. Musk subraya que la dirección actual de Twitter está “resistiéndose y frustrando” la transferencia de información, lo que equivale a un “claro incumplimiento material” de los términos del acuerdo de compra.
Teóricamente acérrimo defensor de la libertad de expresión, hasta el extremo de estar dispuesto a devolverle la cuenta a Donald Trump —le fue cancelada tras instigar a sus seguidores en el asalto del Capitolio—, Musk insiste en que la existencia de cuentas de spam o falsas en la red social se eleva al menos al 20% de su base de usuarios, frente al mínimo 5% que la firma de Palo Alto admite.
Musk reitera que necesita los datos para realizar su propio análisis de Twitter y que no cree en las “laxas metodologías” de la empresa. “Musk claramente tiene derecho a los datos solicitados para permitirle prepararse para la transición del negocio de Twitter a su propiedad y para facilitar la financiación de su transacción”, escriben sus abogados en la carta.
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El actual director ejecutivo de Twitter, Parag Agrawal, ha discutido públicamente con Musk en Twitter sobre los bots. Agrawal ha explicado que un número indeterminado de empleados analizan “miles de cuentas” para determinar la incidencia de las cuentas falsas, mientras señalaba que no podía dar más detalles por la debida privacidad. “Desafortunadamente, no creemos que esta estimación específica se pueda realizar externamente, dada la necesidad crítica de utilizar información tanto pública como privada”, escribió Agrawal en mayo en respuesta a las primeras críticas de Musk al respecto.
La financiación es la otra patata caliente en manos de Musk, que asegura disponer del respaldo financiero necesario para la macroperación, a través de acciones y préstamos y con accionistas como el inversor saudí Alwaleed bin Talal, miembro de la familia real, y la firma de capital riesgo Sequoia Capital, de California. A finales de mayo anunció que renunciaba a comprar Twitter con deuda vinculada a sus acciones de Tesla.
La caída de las acciones este lunes apuntala las dudas sobre la oferta inicial de Musk de 54,20 dólares por acción, y amplía aún más la brecha entre las expectativas del mercado y el precio fijado por el multimillonario. Desde que se anunció la compra de Twitter, el pasado 14 de abril, las acciones apenas han superado, y muy brevemente, los 50 dólares.
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