Cuando el paleontólogo de Ferrol (A Coruña) Emiliano Aguirre comenzó a trabajar en el yacimiento burgalés de Atapuerca en 1976, este enclave era solo una promesa. Sus trabajos iniciales fueron la introducción de un libro fundamental para entender la historia de la humanidad en una zona declarada Patrimonio Mundial hace 21 años por la Unesco. Aguirre falleció este lunes a los 96 años, según ha confirmado la Fundación Atapuerca. Ana Crespo, secretaria general de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de España, recuerda que Aguirre fue el primer director del proyecto de Atapuerca: “Creo que, con rigor, puede decirse que fue su descubridor”.
José Luis Sanz, paleontólogo, divulgador español y uno de los innumerables discípulos de Aguirre en multitud de disciplinas científicas, considera que el profesor recién fallecido ha sido, sin duda, el responsable de “la entrada de España en la modernidad de la Paleontología”. De él destaca su enorme capacidad científica y docente, que ha dado lugar a “decenas y decenas de investigadores”: “No solo descubrió Atapuerca, sino que inició la investigación y puso en marcha la estructura multidisciplinar que ha convertido el yacimiento en referente mundial. Es el padre indiscutible de la Paleontología moderna”.
Aguirre comenzó a trabajar en la sierra de Atapuerca en 1976 y elevó sus hallazgos a la categoría de descubrimientos de importancia mundial hasta conseguir el reconocimiento internacional de este yacimiento, situado a 15 kilómetros al este de la capital de Burgos, como uno de los más importantes para entender la evolución humana.
Ya en 1983, Aguirre advirtió de que Atapuerca era un yacimiento único e insistía en la necesidad de mantener las campañas de excavaciones ante la falta de fondos, que obligaron a cerrar temporalmente las tareas previstas ese año.
Sus trabajos fueron reconocidos con el Premio Príncipe de Asturias a la Investigación Científica y Técnica en 1997, un año antes de que Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell asumieran la dirección de la Fundación Atapuerca.
El relevo no le distanció del yacimiento. Hasta el último momento se mantuvo en contacto con el proyecto y aportó un importante legado bibliográfico y documental sobre los hallazgos en la cueva.
Más de un millón de años
En los yacimientos de la sierra de Atapuerca se han encontrado restos fósiles y evidencias de la presencia de cinco especies de homínidos diferentes: Homo sp. (aún por determinar, 1.300.000 años), Homo antecessor (850.000 años), preneandertal (500.000 años), Homo neanderthalensis (50.000 años) y Homo sapiens.
Licenciado en Filosofía, Ciencias Naturales, Teología y doctor en Ciencias Biológicas, concibió desde el comienzo la cantera burgalesa como un proyecto multidisciplinar y a largo plazo.
Además del Príncipe de Asturias, en 1998 se le concedió el Premio de Castilla y León en Ciencias Sociales y Humanidades y en 1999, la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo. En 2000 fue nombrado académico numerario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y, posteriormente, miembro de honor del Colegio de Biólogos de Galicia.
La vinculación de Aguirre con Atapuerca la favoreció un estudiante de Ingeniería a quien dirigió la tesis y que halló unos dientes en la zona. En ese momento supo que eran humanos. En el corte realizado en el terreno para la construcción de una línea ferroviaria, el paleontólogo halló más fósiles
El científico no se centró solo en Atapuerca. Entre 1955 y 1962 descubrió en la provincia de Granada más de una veintena de yacimientos con fósiles de entre 900.000 y 1.200.000 años.
Emiliano de Aguirre fue también uno de los creadores de la escuela de paleontología de vertebrados de Madrid y asumió en 1985 la dirección del museo de Ciencias Naturales, creado en 1771 por Carlos III sobre la base de los fondos donados por Pedro Francisco Dávila, nacido en Guayaquil (Ecuador).
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