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Emilio de Justo, torero triunfador en Sevilla y Madrid: “Quiero estar con los mejores”

El torero Emilio de Justo reconoce que aún está en una nube después de que el pasado 2 de octubre saliera por tercera vez en su carrera a hombros por la Puerta Grande de la plaza de Las Ventas. Él en las nubes, y el traje que vestía esa tarde, en manos del sastre, que intenta recomponer los muchos destrozos (“benditos destrozos”, dice el torero) que sufrió en su camino, entre una multitud de aficionados, hacia la calle de Alcalá.

De Justo llegó a Madrid para participar en una de las corridas de la Feria de Otoño (que terminó este martes) procedente de Sevilla, donde nueve días antes había zarandeado los arcos de La Maestranza ―enfundado en el mismo vestido, de color obispo y oro― con otro triunfo incontestable de dos orejas ante un toro de Victorino. Sevilla y Madrid, las dos plazas más importantes del toreo, rendidas ante un torero grande que es, sobre todo, un ejemplo de resistencia, esfuerzo y sacrificio.

“Estoy muy emocionado porque he conseguido el sueño de cualquier torero, y aún no he podido poner los pies en el suelo”, comenta. “No es fácil asumir y digerir tantas emociones, pero me toca volver a la realidad y cerrar la temporada del mejor modo posible”.

Tras unos días de descanso (“mi cuerpo y mi mente lo necesitaban”), Emilio de Justo ha vuelto a Sanlúcar de Barrameda, su lugar de concentración, donde vive y entrena desde 2016, aunque su casa familiar está en Cáceres. En un pueblo de esa provincia, Torrejoncillo, nació él hace 38 años con el nombre de Emilio Elías Serrano Justo. Pero el viaje al sur ha estado cargado de buenos recuerdos.

“Triunfar en Sevilla ha sido una sensación única; una de las tardes más bonitas de mi vida como torero”, cuenta De Justo. “Allí me sentí acogido como si fuera sevillano, y palpé la identificación del público conmigo. La Maestranza es una plaza insuperable que sabe ver toros con una torería y sensibilidad muy especiales”.

“Y un triunfo de Puerta Grande de Madrid es lo más grande que le puede suceder a quien se viste de luces”, prosigue el torero. “Porque no es solo salir a hombros; es sentir a la plaza entregada, tan emocional y apasionadamente. Es vivir algo grandioso”.

Emilio de Justo, con las dos orejas del quinto toro de la corrida del 2 de octubre en Las Ventas.PLAZA1

Y ambas experiencias las ha gozado quien es un ejemplo de resiliencia en el toreo. Emilio de Justo tomó la alternativa en 2007 y su particular travesía del desierto duró 11 años; se refugió en Colombia, donde encontró amigos y razones para mantener la ilusión; en Francia, donde aprovechó oportunidades, y en su tierra natal, donde contó con la ayuda de su familia. Y así, entre algunas dudas, con una fuerte vocación, una gran capacidad de sacrificio y una confianza ilimitada en sí mismo aguantó hasta que el 30 de septiembre de 2018 le sonrió el triunfo soñado con su primera Puerta Grande en Madrid. “Es verdad que el triunfo sabe mejor después de tan largo sacrificio. Sabe a recompensa, sí. Y me hace sentir orgulloso de haber sido capaz de remontar etapas tan difíciles”, reconoce.

No obstante, asegura que su vida no ha cambiado con el triunfo. “Sigo con mi rutina de siempre, aunque es verdad que mi nueva situación me afianza como profesional”, añade.

Pregunta. El escritor Camilo José Cela dejó dicho que “en este país, el que resiste gana”.

Respuesta. Puede ser. La resistencia ha sido fundamental para estar hoy aquí. Fueron muchos los años en los que me tocó armarme de paciencia. La vocación jugó un papel fundamental para no caer preso del aburrimiento. A veces, he pensado que abandonar hubiera sido lo más fácil. Esta es una profesión muy dura, muy bonita y muy ingrata, también. Pero conmigo ha sido justa; me considero un privilegiado por ocupar ahora un lugar importante en el toreo.

P. ¿Cómo se siente un torero cuando los demás lo consideran figura?

R. Es muy bonito, ciertamente. Figura es una palabra demasiado fuerte, y el hecho de que se me pueda considerar así me llena de compromiso y responsabilidad.

P. ¿Y usted se considera como tal?

R. Yo prefiero seguir mi camino, y mejorar y crecer como torero.

P. ¿Y ahora qué? ¿Será usted una figura moderna que exige la ganadería más comercial?

R. Yo quiero estar con los mejores, como cualquier torero; con los compañeros que están arriba y las ganaderías más reconocidas; pero nunca perderé mis señas de identidad. Hay varias ganaderías con las que me siento a gusto, como Victorino o La Quinta, y quiero seguir haciéndolo. Mi meta es estar con los mejores y seguir mi línea.

Emilio de Justo, a la salida de la plaza de Las Ventas el 2 de octubre.Plaza1

P. Y todo ello sin perder su concepto del toreo…

R. Sin duda. Trato de cimentarme en el clasicismo, en la pureza y la verdad del toreo, que es lo que me emociona. Pretendo ser capaz de plasmar mi tauromaquia a encastes distintos con diferentes registros. De todos modos, soy consciente de que para alcanzar la consagración como figura debo dar un paso más: tener un punto de ambición y amor propio del que ahora carezco.

P. Decía usted en una entrevista reciente que debe trabajar mucho porque carece de talento natural para el toreo.

R. Tengo mis virtudes y defectos, como todos, pero considero que no he nacido con el don de la facilidad para torear que otros tienen. Algo tendré cuando he triunfado en Sevilla y Madrid, pero he debido sacrificarme mucho para ser el torero que sueño. Y eso es trabajo, mucho trabajo, para mejorar y mejorar.

Emilio de Justo torea este sábado en Jaén y cierra la temporada española el domingo en Arenas de San Pedro. Después, quedará a la espera de América, donde ya tiene plaza fija en Cali y Manizales. Mientras tanto, Sanlúcar de Barrameda, donde vive en un piso alquilado, será la parada y fonda de un torero extremeño erigido en figura por méritos propios tras muchos años de ostracismo.


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