Emiratos Árabes: “El ataque a los petroleros fue obra de un Estado”


Los ataques a cuatro petroleros en aguas de Emiratos Árabes Unidos (EAU) el pasado 12 de mayo fueron “con toda probabilidad” obra de “un Estado”, según la investigación preliminar que ese país, Arabia Saudí y Noruega, donde estaban matriculados los navíos, han presentado ante el Consejo de Seguridad de la ONU. Pero el comunicado conjunto que al respecto han difundido este viernes no menciona, sin embargo, un responsable. Estados Unidos ha acusado en varias ocasiones a Irán.
La conclusión de que un Estado está detrás del sabotaje se funda en que se trató de una “operación compleja y coordinada, ejecutada por alguien con una significativa capacidad operativa”. El texto afirma que los ataques fueron planeados de forma que “inmovilizaran los barcos sin llegar a hundirlos o a inflamar sus cargamentos”. De hecho, no hubo víctimas ni derrames de petróleo, aunque dos de los buques estaban cargados.
El incidente, en medio de una escalada verbal entre Irán y EE. UU., alentó los temores sobre la seguridad de la navegación marítima en el golfo Pérsico, una ruta por la que transita el 20 % del petróleo mundial. Sin embargo, no ocurrió dentro de esa vía de agua sino a sus puertas, frente a las costas de Fujaira, uno de los siete miembros de la federación de EAU, en el golfo de Omán.
Coincidiendo con la difusión del informe, se han hecho públicas también las primeras fotos de los daños en tres de los petroleros, ya que hasta ahora sólo se tenía constancia gráfica del agujero que se produjo en el noruego Andrea Victory. Las imágenes muestran sendos boquetes bajo la línea de flotación en los saudíes Amjad y Al Marzoqah y el emiratí A. Michel, cuyo tamaño puede estimarse por comparación con los buzos que los examinan.
Los investigadores, que han contado con el apoyo de especialistas estadounidenses y franceses, también aseguran que los explosivos fueron colocados por buceadores desplegados desde lanchas rápidas. La Guardia Revolucionaria de Irán suele utilizar ese tipo de barcas y el consejero de Seguridad Nacional de EE. UU., John Bolton, ha responsabilizado directamente a Teherán del ataque. Sin embargo, las autoridades iraníes han negado cualquier implicación.
La tensión entre la República Islámica y Washington se ha disparado desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. El presidente norteamericano, que el año pasado sacó a su país del acuerdo nuclear firmado entre Irán y las grandes potencias en 2015, ha optado por una política de “máxima presión” convencido de que así logrará cambiar la agenda regional de Teherán. Esa actitud ha sido jaleada por sus aliados árabes.
Al igual que la Administración Trump, Arabia Saudí y Emiratos Árabes siempre han recelado de aquel pacto. “EAU ve el programa de misiles balísticos de Irán como una amenaza para los países árabes. El acuerdo nuclear no ha logrado cambiar su comportamiento”, declaraba este jueves el influyente ministro de Estado de Exteriores emiratí, Anwar Gargash, durante el Foro de Seguridad de Bratislava. “Queremos que Irán abandone sus aspiraciones imperiales”, aseguraba repitiendo una idea que preocupa más allá de la región.
Fuentes diplomáticas europeas coinciden en recelar tanto del programa de misiles de Irán como de su patrocinio a distintos grupos armados en países vecinos (desde el Hezbolá libanés hasta los rebeldes Huthi de Yemen, pasando por ciertas milicias iraquíes o sirias). Sin embargo, discrepan de la fórmula elegida por EEUU y sus aliados árabes, preocupados de que la “máxima presión” termine provocando un enfrentamiento por error como se temió tras el incidente de los petroleros.
De momento, lo que ha conseguido, aparte de estrujar económicamente a los iraníes, es un encastillamiento del régimen. Los sectores más conservadores se han visto reivindicados en su desconfianza hacia Estados Unidos y sus vecinos árabes, en tanto que el Gobierno del moderado Hasan Rohani ha perdido la baza popular que le había granjeado su promesa de apertura tras el acuerdo. En el último mensaje en ese sentido, Irán ha rechazado el llamamiento a nuevas conversaciones internacionales que incluyan sus ambiciones militares, además del programa nuclear, tal como sugirió el pasado jueves el presidente francés, Emmanuel Macron, tras entrevistarse con Trump.


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