La derrota del Athletic en el Villamarín se fraguó en los primeros 20 minutos de partido. La caraja inicial de los leones, reconocida públicamente por los propios protagonistas, permitió a Joaquín hacer tres goles, convertirse en el foco principal de muchas portadas y ganarse, seguramente, la renovación a sus 38 años. Los rojiblancos lo intentaron hasta el final, pero sucumbieron en el intento.
Nadie supo frenar la avalancha verdiblanca. Ni dentro ni fuera del campo. No suele ser fácil, en cualquier caso, evitar este tipo de desastres inesperados. A los bilbaínos no les quedó más remedio que capear el chaparrón de la mejor manera posible.
Siempre quedará la duda de saber qué habría pasado caso de haber estado Raúl García en el césped. No se trata de una cuestión meramente futbolística. Es algo más relacionado con una cuestión de carácter.
A muchos de los presentes en el Villamarín les quedó la duda en torno a una jugada, con 1-0 todavía en el marcador, con centro lateral de Yuri que no pudo rematar Williams tras un contacto con Álex Moreno. La repetición de la secuencia de esta acción se presta al debate. Hay opiniones para todos los gustos al respecto.
Las protestas de los jugadores del Athletic tras este dudoso lance brillaron por su ausencia. El propio Williams levantó los brazos y poco más. Resulta evidente que con Raúl García hubiese habido otro tipo de reacción. Individual y seguramente colectiva. La jugada, por insistir que no quede, se presta como poco a la duda.
El mérito de los leones, el gran mérito podría decirse, fue estar compitiendo hasta el último segundo del encuentro pese a haber ido por 3-0 en el minuto 20. Haciéndolo además con un bloque titular muy mermado a nivel ofensivo dadas las bajas de Raúl García, Muniain e incluso la de Aduriz. No es lo mismo formar con estos tres hombres arriba que con una delantera integrada por Williams, Sancet, Córdoba y Kodro. No se trata ya de una simple cuestión de fútbol, sino de carácter y veteranía.
El Betis, pese a ganar con los tres madrugadores goles de Joaquín y dos buenas manos de Unai Simón, se mostró como un bloque vulnerable a nivel defensivo. Un equipo que ataca bien, pero que a la hora de contener carece de contundencia y fiabilidad. El Athletic no paró de intentarlo, pero sin llegar a disponer de grandes opciones de cara a portería.
Siempre quedará la duda de qué habría pasado el domingo en el Villamarín de haber estado Raúl García en el verde.
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