En Amberes empezó todo


El 11 de julio de 2010 un tanto de Andrés Iniesta en el minuto 116 de la prórroga permitió a la Selección Española batir a Holanda, levantar su primer Mundial y, por fin, tocar el cielo con las manos.



Noventa largos años de historia del combinado nacional sintetizados en una acción para la posteridad que borró de un plumazo los interminables sinsabores que precedieron a la gran gesta.Pero para llegar al final del camino siempre tiene que haber un origen, y el de la Selección Española de Fútbol se remonta a un lejano 28 de agosto de 1920.

La ciudad de Amberes acogió los Juegos Olímpicos y la delegación española viajó a tierras belgas con 59 representantes (todos hombres) de seis disciplinas deportivas diferentes. Una tercera parte de la expedición la formaban 21 futbolistas, con abrumadora mayoría de vascos (15), más tres catalanes y otro tres gallegos.

Dinamarca, el primer rival

El 12 de agosto y acompañados por el seleccionador Paco Bru, el tesorero Luis Argüello y el masajista Manuel Lemmel, la expedición partió de la estación de tren de Irún para poner rumbo a Amberes y, de paso, a la historia del fútbol español.

El primer partido oficial de la selección española tuvo lugar en Bruselas, una de las sub sedes de aquellos JJOO. El rival era la potente Dinamarca, que llegaba a la cita como vigente subcampeona de los dos anteriores Juegos Olímpicos (1908 y 1912). A falta de Mundiales (cuya primera edición tuvo lugar 10 años después en Uruguay) y con el fútbol de clubes todavía en pañales, no había nada mejor que unos Juegos para calibrar el potencial futbolístico de cada país.

Casi 3.000 personas se dieron cita en el estadio La Butte para presenciar el duelo de octavos de final entre daneses y españoles. A las órdenes de Paco Bru y vistiendo camiseta roja, pantalón blanco, medias negras y un león bordado en el pecho formaron Zamora,Otero, Arrate; Samitier, Belauste, Eguiazabal Pagaza, Sesumaga, Patricio, Acedo y Pichichi. O lo que es lo mismo: dos defensas, tres medios y cinco delanteros organizados en el llamado sistema ‘Pirámide’, exportado por los ingleses y preponderante en aquella época.

Patricio y Zamora, los héroes

Según narran las crónicas, tras una primera parte muy igualada y sin goles, España sale en la reanudación dispuesta a tutear a la favorita Dinamarca y se adelanta en el 54’ gracias a un disparo potente y ajustado de Patricio, que aprovecha una buena asistencia de Pagaza.

España se quedó durante muchos minutos con un hombre menos por la lesión de Samitier, que tuvo que ser atendido en el vestuario hasta que pudo reincorporarse al juego, pues en ese tiempo no estaban permitidos los cambios. El asedio final de Dinamarca lo neutralizó Ricardo Zamora para sellar el 1-0 final con varias intervenciones milagrosas que dejaron boquiabiertos a los espectadores.

Un complejo sistema de clasificación permitió a España entrar en la lucha por las medallas

La actuación de ‘El Divino’, que entonces solo contaba 19 años, fue tan portentosa que sus compañeros lo sacaron a hombros del campo y el portero suplente, el realista Agustín Eizaguirre, decidió hacer la maletas y volver a San Sebastián al entender que ya no iba a tener más oportunidades.

La euforia de la expedición española duró poco, pues al día siguiente, diezmada por las lesiones de algunos jugadores sucumbió ante la anfitriona Bélgica por un claro 3-1.

Una plata histórica

La derrota apeó a España del camino a la final, pero gracias a un complejo sistema de competición (el sistema Bergvall), el cuadro de Paco Bru pasa a una repesca de consolación que le permite optar al podium.

Contra Suecia el conjunto español se impuso por 2-1 en un duelo que pasó a la historia por la famosa frase de Belauste: “¡Sabino, a mí el pelotón que los arrollo!”, gritó antes de entrar con el balón en la portería sueca. Un diario holandés tituló al día siguiente “La Furia Roja”, comparando el desempeño de la selección con el saqueo de Amberes de los Tercios de Flandes en 1575.

España avanzó derrotando 2-0 a Italia y en la final de consolación tumbó a Países Bajos (3-1), después de que Checoslovaquia no se presentara. En Amberes nació la leyenda de la ‘Furia Roja’, sobrenombre con el que se conoció a la selección durante muchos años. Hasta que Iniesta y compañía cambiaron el rumbo de la historia.


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