En caso de emergencia, Arturo Vidal


El Barça fichó el pasado verano a Antoine Griezmann y Frenkie de Jong para activar a un equipo paralizado desde la final de Berlín 2015, víctima del síndrome Neymar Junior, fichado en 2017 por el Paris Saint Germain. No ha pasado ni un año y Griezmann fue suplente en el último partido de LaLiga disputado el viernes en el Sánchez Pizjuán, De Jong descansó por una sobrecarga en el gemelo derecho y Ansu Fati, la sorprendente novedad de la temporada, ni siquiera salió al campo a pesar de su decisiva participación en el partido anterior disputado en el Camp Nou contra el Leganés.

Aun siendo suplente, Ansu Fati es el azulgrana más codiciado, sobre todo por los equipos de la Premier, no se sabe qué pasará con Griezmann y De Jong puede ser baja por un mes después de sufrir una lesión en el sóleo, de acuerdo al parte médico emitido por el FC Barcelona. Ausente ante el Leganés, el centrocampista internacional holandés tampoco jugó en Sevilla, no se alineará ante el Athletic, Celta, Atlético de Madrid y Villarreal y es duda para el encuentro de vuelta de la Champions frente al Nápoles —1-1 en la ida—.

La ausencia de De Jong supone un directo en la mandíbula para el Barça. El holandés ha sido un centrocampista imprescindible desde su llegada —lleva 38 partidos disputados, 27 de Liga— junto con Busquets. El club le consideró una contratación estratégica por entender que sería la pieza articular sobre la que construir el futuro Barça. No se sabe de ningún barcelonista que se quejara por su precio —75 millones y 11 variables— y solo se ha discutido sobre su ubicación: no juega igual que en el Ajax ni con Holanda, sino que ejerce de volante más adelantado en el Barça.

Jugador versátil e inteligente, imponente por su despliegue y ritmo, De Jong forma parte del grupo señalado para tomar el mando del equipo de treintañeros que capitanea Leo Messi con Piqué, Busquets, Jordi Alba, Rakitic y Luis Suárez. El Barça siente que De Jong, Ter Stegen y Ansu Fati, y está por ver si Griezmann, deben liderar la transición paralizada desde la conquista de la Champions de 2015. La política deportiva está cuestionada por incorporaciones como las de Coutinho, Dembélé, Arda Turan o André Gomes.

La organización defensiva tiene la garantía de Piqué y especialmente del portero Ter Stegen. Menos se discute sobre la ofensiva y el liderazgo de Messi. El nudo del conflicto está en la divisoria y, sobre todo, en los volantes porque de momento el puesto de medio centro —por más vueltas que se le da— siempre acaba en Busquets. Así que la cuestión a resolver está en las plazas que dejaron vacantes Iniesta, Xavi y Neymar. El Barça perdió regate y desequilibrio y también jerarquía y mando en la medular, asunto que obliga a reparar sobre todo en De Jong.

El tridente

La potencia del tridente formado por Messi, Luis Suárez y Neymar desvirtuó de alguna manera la importancia de la línea de centrocampistas que siempre marcó el estilo del Barça desde la llegada de Johan Cruyff. El Dream Team se desplegó a partir de Pep Guardiola, después de apostar por Luis Milla y a veces por Koeman; el equipo de Frank Rijkaard y Ronaldinho tuvo como punto de referencia a Xavi en la demarcación de interior. Y Guardiola dio vuelo a los interiores a partir de un medio centro equilibrador como Busquets.

Busi se mantiene como pivote y, en cambio, no se sabe quiénes son los volantes, si bien nunca se dudó de De Jong. Jugadores como Rakitic, Arturo Vidal, Arthur o hasta Riqui Puig mezclan en la alineación en función de las rotaciones, de los rivales o del torneo, ya sea LaLiga o la Champions. La lesión del holandés obliga a Setién a buscar alternativas coyunturales para un equipo que dejó de pensar en aquel futuro que se adivinaba con la llegada de De Jong, Griezmann y la irrupción de Ansu Fati. Un suplente por el que equipos como el Manchester United parecen dispuestos a pagar la mitad de las deudas del presidente Josep Maria Bartomeu cuando queda un año para las elecciones del Barça


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