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“En el vestuario soy un chapas”

Julen Aginagalde, en el Bidasoa-Nava de esta temporada.

A Julen Aginagalde y a su quinta, los nacidos en 1982 y 1983, les colgaron un sambenito que todavía recuerdan: nada menos que la “generación negra”. Aquella selección júnior fue la primera y única en la historia del balonmano masculino español que no se clasificó para un Europeo de su categoría. Y, además, con un penalti fallado en el último instante por el pivote vasco contra Francia, cómo no. Aquel accidente sigue salpicando sus conversaciones 20 años después, aunque ya sin dramas. La historia posterior no solo les ha limpiado, sino que les ha convertido en una generación dorada: 26 medallas entre los Albert Rocas, Viran Morros, Dani Sarmiento o Aginagalde. Una cuenta que ellos aún no han cerrado.

Les quedan los Juegos. El irundarra los espera desde el pasado verano al calor del hogar, en el Bidasoa, con su hermano Gurutz de presidente. Allí nació y allí volvió esta temporada tras siete cursos en el Kielce polaco, donde se refugió en 2013 cuando el hundimiento económico de la Asobal provocó la gran diáspora. A los 38 años, él fue el primero en regresar a casa de los grandes nombres que emigraron y esta debería ser su última estación de corto. La cercanía de la retirada, sin embargo, no le invita a muchas retrospectivas. El presente, dice, sigue mandando. “Me queda un poco de carrera y no voy a dar por cerrado este ciclo. Tengo ilusión por cosas y ojalá se puedan conseguir. Por ejemplo, una medalla olímpica o un título con el Bidasoa. ¿Por qué no?”, se pregunta.

“Me queda un poco de carrera y no voy a dar por cerrado este ciclo. Tengo ilusión por cosas. Por ejemplo, una medalla olímpica o un título con el Bidasoa. ¿Por qué no?”

Lo segundo no es cualquier cosa. Significaría quitárselo al Barcelona y eso no lo consigue nadie en España desde que él jugaba en el Atlético meses antes de hacer el petate a Polonia, hace dos vidas. Los azulgrana llevan 30 laureles consecutivos. A partir de este viernes se producirá un nuevo intento en la Copa del Rey que se celebra en Madrid en un formato de final a ocho y con un máximo de 1.500 espectadores en las gradas. “El Barça está a un nivel igual o superior a cuando me fui, y el resto ha bajado un poco. En un torneo de tres días, cuantos más partidos pasen, más preparados estarán y más complicado será para los demás, pero la motivación es la misma. De todas formas, la ilusión no es solo derrotar al Barcelona. Hay muchos alicientes. Nosotros nos cruzamos en cuartos con el Benidorm, que nos eliminó el año pasado, y después está la plaza europea asegurada para el otro finalista si el título te lo juegas contra el Barça [todos le dan por campeón de Liga y eso garantizaría un billete al finalista de Copa]”, comenta Aginagalde. En el Bidasoa, que va por el otro lado del cuadro que los azulgrana, ese es el camino más corto a las competiciones continentales.

“Puede ser que el balonmano en España sea diferente a antes de marcharme, que tenga menos físico y lanzamiento, pero en técnica y pillería individual el nivel es bueno. Son equipos muy tácticos, con jugadores que te hacen muchas cosquillas y te buscan los puntos débiles”, defiende este corpachón de 1,96m y 120 kilos, que empezó como central y lateral, y se tuvo que buscar las lentejas pronto en el pivote porque le faltaba salto y agilidad.

“Para el Mundial estaba con unas molestias en la espalda y lo hablé con Jordi [Ribera], pero luego la decisión fue suya”

La Copa también le sitúa ante un posible duelo en semifinales con mucha miga, con Rubén Marchán, el jugador del Ademar León que le sustituyó en el último Mundial, donde España fue bronce. “Era su primera vez en una competición de este tipo y lo hizo muy bien”, reconoce Aginagalde. “Yo estaba con unas molestias en la espalda y lo hablé antes con Jordi [Ribera], pero luego la decisión fue del seleccionador. No hay mucho más que decir sobre esto. Está claro que sería un sueño ir a los Juegos”, admite. El técnico catalán ha mostrado su intención de seguir llamando a la vieja guardia hasta Tokio, sin embargo, el buen despliegue de Marchán ha instalado, al menos, la duda. Vaya quien vaya, sí está claro que la historia de Aginagalde con la selección, con la que suma 191 partidos, 463 goles y seis metales, no irá más allá de Japón. “Es una etapa que se acaba, algunos jugadores ya tenemos una edad”, apunta.

Y cuando todo se termine, con España y el Bidasoa, lo que seguirá en su vida es más balonmano. “Es donde más experiencia tengo, donde más puedo aportar y donde más puedo seguir disfrutando. Me saqué el carné de entrenador y solo me falta entregar la memoria, pero ya veremos. Antes de este año me planteaba más cosas de futuro”, indica. Mientras lo decide, aún le quedan unos cuantos golpes de remo en las pistas, como hizo su padre con la trainera, aleccionando si es necesario a los jóvenes: “A veces te preguntan cosas y atienden a lo que digo, pero también soy un buen chapas en el vestuario, así que bastante cansados estarán de mí. Ahora el deporte de alta competición es más profesional”, concluye.

Fase final de la Copa del Rey

Cuartos de final. Viernes

Ademar León-Huesca (12.00)

Benidorm-Bidasoa (15.00)

Puente Genil-Granollers (17.30)

Barcelona-Logroño (20.00)

Semifinales. Sábado

Ganador de los cuartos 1 y 2 (16.30)

Ganador de los cuartos 3 y 4 (19.00)

Final. Domingo. 19.15

Televisión: LaLiga Sports TV y autonómicas. La final, también en Tdp.


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