A finales de agosto, la golfista malagueña Azahara Muñoz se quedó fuera del equipo europeo de la Solheim Cup, la Ryder femenina, que iba a disputarse a principios de septiembre. La capitana, Catriona Matthew, no incluyó a la española, que no se había ganado por resultados la clasificación directa, entre las seis invitaciones que se había reservado. No estaba siendo el mejor curso para Azahara, hoy la número 127 en el ránking mundial, de modo que la decisión tenía una racional base deportiva pese a que la andaluza ha sido uno de los pilares europeos en la competición en las últimas ediciones, con cuatro participaciones en su palmarés.
Pero al bajón en sus prestaciones, y seguramente de manera relacionada, se unía otro argumento que la mayoría desconocía: Azahara Muñoz está embarazada. En estado de gestación de 12 semanas compitió en agosto en los Juegos Olímpicos de Tokio (50ª clasificada) y en el Open Británico, uno de los grandes (no pasó el corte). Y decidió seguir jugando. Hasta ahora. Este domingo la malagueña completó la última jornada del Pelican Women’s Championship, en Florida, torneo del circuito estadounidense, con casi seis meses de embarazo. Era su último servicio antes de descansar definitivamente y esperar el nacimiento de su primer hijo, un niño para el que sale de cuentas el 1 de marzo.
“Ha sido un poco difícil por el hecho de estar súper cansada sobre todo el primer trimestre. Viajar a Europa, ir a los Juegos, vuelta a América, otra vez a Europa… fue un poco locura, aunque tuve mucha suerte porque me encontré muy bien físicamente. Solamente durante cinco días estuve regularcillo, pero ni náuseas ni nada, solo que no quería comer, no me encontraba bien. Esos días no me quería ni levantar de la cama. Como era verano, con el calor también me costaba entrenarme y ahí lo pasé un poco regular”, cuenta Azahara desde Estados Unidos, al terminar la tercera ronda del torneo. Su marido, Tim Vickers, le hace de caddie, de modo que se preocupa no solo de la bolsa de palos sino también de estar cerca de la futura mamá, que este próximo viernes cumple 34 años.
Azahara sí fue invitada a ser asistente de la capitana europea en la Solheim, pero renunció. Demasiado ajetreo. Desde la distancia disfrutó de la victoria ante Estados Unidos, esperando regresar al grupo para la cita de 2023, precisamente en Finca Cortesín, en su Málaga natal. Para entonces podrá acompañarle un niño que casi nacerá con un palo de golf bajo el brazo. “Decidí seguir jugando embarazada porque en el circuito tenemos un permiso de maternidad pero se coge el año en que nace tu hijo. Mi maternidad es el año que viene, porque lo esperamos para el 1 de marzo. Este año podía haberme cogido lo que se llama año médico, pero yo no me encontraba tan mal, aunque lo puedes fingir, como para ser baja. Y quería disputar los Juegos, cuando ya estaba de 12 semanas. Después de Tokio ya era tarde para cogerme el año médico”, cuenta la malagueña.
En este último torneo ha sido más que apreciable su “barriguita”. “Entre las compañeras tardé bastante en decirlo porque quería asegurarme de que todo iba bien. Las más cercanas lo sabían pero otras no lo supieron hasta las 16 semanas. Además tardó tiempo en que me saliera barriguita y no parecía que estuviera embarazada. Ahora sí y esta es ya mi última semana. Estoy contenta por haber pasado el corte y encima con mi marido de caddie. Ha sido especial, con lo gordita que estoy. Sinceramente ya estoy con ganas de terminar, se me hace pesado con tanto movimiento repetitivo. Me duele un poco todo. Pero no me puedo quejar, he llevado un embarazo buenísimo”, completa Azahara.
La tenista Serena Williams jugó (y ganó) embarazada el Open de Australia de 2017. Algunas atletas, como Alysia Montaño y Lindsay Flach, corrieron pruebas de velocidad incluso un mes antes de dar a luz. Azahara fue olímpica y ha seguido en la élite hasta el semestre.
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