Sandra Ramajo (Irun, 1987) cuelga las botas con la cabeza bien alta. Tras 11 temporadas en la Real, 286 partidos con la txuri urdin y un año distinto en Albacete, su mente dijo basta. Puede irse tranquila.
¿Cómo está?
Bueno, con sentimientos contrariados. Han pasado unos días pero todavía me siguen llegando mensajes de apoyo, muy emotivos y bonitos. Me están llenando mucho pero también me genera mucha nostalgia y cuesta asimilarlo.
¿Se queda con alguno?
¡Puf! Tendría muchos, de verdad. Me han escrito exjugadoras con las que empecé, amigos, familia, jugadoras recientes que me he encontrado este año, que me han hecho sentir muy especial en Albacete, y tampoco me lo imaginaba.
¿Cómo ha sido el proceso hasta decir basta?
Físicamente estaba bien, me marché de la Real recuperándome del cruzado y la temporada ha sido buena porque me ha respetado la rodilla. Ha sido un desgaste de tantos años en el fútbol, quería jugar un año más en Albacete porque todavía tenía esa ilusión pero el club también tenía que tomar decisiones. Con todo esto que está pasando y la crisis que va a llegar también al deporte no me han ofrecido la renovación y eso ha propiciado la retirada. No me lo esperaba, pero es un trabajo más y nos tenemos que dar cuenta que a veces no tenemos hueco donde a ti te gustaría. Eso adelantó el proceso porque no me veía preparada para otro cambio de ciudad.
¿Cómo ha sido el año después de tanto tiempo en casa?
Un año de aprendizaje, también en lo personal. La gente pensaría que el año pasado estando en casa lo tendría todo después de ganar la Copa, siendo la capitana… Lo valoras, pero necesitaba desafíos y cambios nuevos en mi vida. He crecido mucho porque me han tratado genial y me han hecho sentirme como en casa. Han sido mi segunda familia después de la Real.
Vayamos al pasado. ¿Dónde da las primeras patadas a un balón y cómo es su salto a la Real?
Como todo niño empecé en la plaza con mi hermana y mi padre, que siempre han sido muy futboleros. En la ikastola decidí que quería jugar al fútbol y mis amigas se fueron quedando en el camino. Mi primer club es el Dumboa, estoy allí dos años y paso al Mariño donde estuve cinco años en Nacional. Luego vino la Real con esa llamada y me quedé en ‘shock’. Era un orgullo poder vestir esa camiseta y defender ese escudo. He pasado mil etapas, con muchos altibajos, que acabaron con la Copa de Granada. He tenido una carrera que jamás soñaría.
Imagino que imposible quedarse con un momento, ¿no?
Fíjate que he saboreado más la rutina, todos los días de mi vida he sido feliz en la Real por mucho que haya habido altibajos. Durante estas 11 temporadas me han pasado muchísimas cosas buenas y no me podría quedar con una, prefiero echar la vista atrás y disfrutar de lo que he hecho. Obviamente, la Copa es un sentimiento y felicidad distinta que no se puede describir, pero también me quedo con los malos momentos porque te hacen resarcirte y superarte para ser mejor jugadora y persona.
(…)
No lo he mencionado en ninguna entrevista, pero la muerte de Tximist (preparador físico) me marcó mucho. Fue duro, pero al equipo nos hizo sacar esa garra que solo él tenía. Desde ahí arriba nos vio cómo evolucionábamos y dimos tantos saltos hacia adelante que parecía que él estaba empujando también.
¿Qué diferencia nota de la Real a la que llegó en 2008 a la de ahora?
Parece que 10-12 años son pocos, pero ha habido muchos cambios. Los últimos tres o cuatro años ha habido un giro importante con la televisión. Antes era inviable, cuando echaban un partido éramos todas felices. El fútbol femenino ha cambiado mucho y yo lo he vivido desde dentro; cómo se hacían los primeros contratos, cómo eran los primeros sueldos, los viajes de ir en autobús a algunos en avión, los vestuarios, dónde jugamos… Todo eso es muy reciente y aún queda muchísimo por hacer, aunque a la gente parece que ya le da igual el género y lo único que quiere es ver a su equipo.
¿Y ahora qué?
Primero asimilar la decisión y pensar con calma por dónde quiero tirar y qué quiero hacer. Me gustan los desafíos y seguramente seguiré ligada al deporte. Para eso sigo formándome, este año me he sacado el primer nivel de entrenador y el año que viene iré a por el segundo. También me sacaré cursos y másters de entrenador personal y ‘coaching’ para aplicar todo lo que he aprendido como futbolista. Mientras tanto, a trabajar como todo ser humano.
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