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Entre lo arquitectónico y la alta costura: así es la nueva y revolucionaria colección de Minotti



Cuando el sofá se popularizó entre la aristocracia en el siglo XVIII tenía un argumento de peso: era comodísimo. Y esa comodidad, pero con una estética sobria y moderna, es lo que el arquitecto Rodolfo Dordoni (Milán, 1954) nunca ha perdido de vista en sus más de dos décadas en Minotti, uno de los nombres esenciales del diseño italiano. Fundada en 1948, la empresa empezó fabricando mobiliario de calidad con alcance local hasta que, a finales de los años noventa, los hijos del fundador, Roberto y Renato Minotti, se lanzaron a la arena internacional con una imagen limpia y pulida, al estilo de las firmas de lujo que se empezaban a consolidar. Hoy la casa fabrica colecciones completas y se enfrenta a su próxima etapa convertida en una especie de patrón oro del mueble italiano: artesanal, tecnológicamente sofisticado e irreprochablemente elegante. Nos encontramos con Dordoni en la tienda Minim de Barcelona, durante su visita a España para celebrar los 23 años de unión entre arquitecto y empresa. Una feliz colaboración que ha marcado a toda la industria.
¿Cómo describiría su estilo, después de más de 20 años de colaboración con Minotti? Racional, muy racional. Pero racional no quiere decir cuadriculado, sino lógico. Usar el cerebro. Ser coherente. El diseño es un trabajo: conectar producción y mercado.

La silla Delaunay (1998), uno de los diseños de Dordoni. Federico Cedrone

Hace poco compré un sofá antiguo. Un clásico italiano de los años setenta. Muy bonito, pero muy incómodo, incluso con cojines nuevos. ¿Qué ha cambiado? Todo. La calidad de los materiales, el tamaño, las proporciones. Un cojín fabricado por una compañía como la nuestra tiene seis o siete capas de material para dar forma y comodidad. Uno más firme en el borde, otro más mullido en el centro… Es una pieza de ingeniería. La espuma que usa un tapicero tradicional no tiene nada que ver. Un artesano te hará un cojín precioso, pero eso no significa que sea cómodo.
¿No ha cambiado también el criterio? Antes, un sofá era un sofá, y ahora es el centro de la casa: un lugar donde comes, duermes o ves series durante horas y horas. En ese sentido, lo que ha cambiado para nosotros es que la exigencia de rendimiento es un factor más importante que nunca. Tienes que garantizar que tu producto sea duradero. Incluso cuando para nosotros sería más rentable fabricar muebles peores. Si lo cambias, que sea porque ya no te gusta, no porque se ha roto.
El Salone de Milán es todo un espectáculo. ¿No es contradictorio que una industria tan lenta, y que fabrica productos tan caros y tan longevos, presente tantas novedades? Sería más ético hacer un Salone cada dos años. El problema es el mercado: hay empresas pequeñas que viven de los contratos que cierran en cada edición. Es complicado. No todas las compañías son tan sólidas como la nuestra.

La colección Suitcase. Federico Cedrone

No era experto en sofás cuando llegó a Minotti. Eso no es del todo cierto. Aunque no tenía tanta experiencia como ahora. Entonces diseñaba para Driade, Moroso y Cappellini, donde fui director artístico durante diez años. Menos Moroso, no eran fabricantes especializados en sofás. Pero Minotti era una universidad, aprendí muchísimo. Todavía hoy, cuando trabajo para otras compañías, me doy cuenta. Me gusta acometer los proyectos con profundidad, y sufro si percibo que se toma a la ligera. No es lo que he aprendido.
Ningún experto puede tomarse su trabajo a la ligera, supongo, porque conoce sus complicaciones. Yo he aprendido que no basta con una forma bonita. Que la imagen no es suficiente, lo importante es lo que no ves. A eso me refiero cuando hablo de calidad.


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