Si antes de poder «conectar» necesitas al menos tres tazas de café, sé indulgente contigo mismo: quizás no dependa de ti, sino de tus genes. Para entenderlo: quién es madrugador o aquellos que se conocen como «alondras» o «mañaneros» es decir, las personas que dan lo mejor de sí en las primeras horas de la mañana, deben su inexplicable buen humor matutino a una combinación de características genéticas.
¿Eres madrugador? Dale las gracias a tus genes
Investigadores de la empresa de biotecnología 23andMe, con sede en California, han identificado 15 regiones del ADN humano que influyen en los ritmos circadianos , lo que determina la propensión no solo a ser madrugador, sino también a estar despierto y alegre desde la primera luz del día.
Las investigaciones anteriores sobre genética y ritmos circadianos se habían realizado principalmente en ratones o moscas de la fruta . Por tanto, se habían identificado algunos genes asociados con los biorritmos, pero no estaba claro cómo estos hallazgos podrían transferirse a los seres humanos. El nuevo estudio, publicado en Nature Communications , se basa en el análisis del perfil genético de 89.283 voluntarios, a quienes también se les pidió que completaran un cuestionario online sobre sus ritmos de sueño-vigilia.
Los resultados del estudio
Las respuestas se compararon con los datos genéticos: «Recopilamos datos para 15 millones de variantes genéticas. Los comparamos y nos preguntamos: ¿esta variante predice las respuestas que se dan a esa pregunta?», Explica David Hinds, responsable del estudio. En 15 regiones del genoma se encontraron variantes que predicen las preferencias de cada uno en cuanto al sueño y los biorritmos.
Tomados individualmente, no tienen mucho efecto: «Cada uno de ellos puede cambiar tus posibilidades de ser una alondra en un 5-25%», explica Hinds. Pero es su combinación lo que marca la diferencia: se ha observado una correlación entre la tendencia a considerarse una persona mañanera y la presencia de estas variantes en el ADN.
Las «alondras» del grupo también demostraron ser menos susceptibles al insomnio, menos necesidad de dormir ocho horas por noche y menos propensas a la depresión que los noctámbulos. A la misma edad y sexo, también mostraron un índice de masa corporal (IMC) más bajo, es decir, una relación más equilibrada entre peso y altura (sin embargo, estas son correlaciones y no relaciones de causa-efecto).
El estudio tiene algunas limitaciones: las respuestas se dieron online y, por lo tanto, son susceptibles de error; Los parámetros geográficos no se tomaron en consideración (el entorno y la luz externa juegan un papel fundamental en los biorritmos) y los investigadores no pudieron rastrear con precisión los genes individuales relacionados con el cronotipo de los voluntarios.
En el futuro, investigaciones de este tipo podrían ayudar a determinar el mejor momento, en función de las características genéticas de cada persona, para administrar ciertos tipos de tratamientos, haciendo que algunos de ellos (como la quimioterapia) sean más efectivos.
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