Llegar a una final siempre es difícil pese a que en los últimos años se han disputado algunas. Lástima que en ninguna de ellas se llegó al objetivo. Habrá quien diga que la Supercopa, pero yo sigo pensando que no tiene comparación con ganar una Copa o la Europa League; algo que pudo darse en un momento dado ante el Barça o el Atletico de Madrid.
Es por lo tanto una nueva ocasión para seguir escribiendo la enorme historia de un club distinto que puede alcanzar la gloria en un mercado futbolístico que cada vez entiende menos de romanticismos y localismos. En Granada hay tanto en juego que es hasta difícil explicarlo con las palabras correctas. Estamos ante unas semifinales y todo el mundo entiende que puede ser campeón.
No hay rivales galácticos, ni equipos de ensueño. No están los que llegados este momento te vapulean, entre otras cosas porque están diseñados para eso y es precisamente en estas citas donde no suelen fallar. El nuevo formato de Copa nos regala la posibilidad y no hay que desaprovecharla.
El de esta noche es un partido de entender. Un choque de sensaciones, emociones y miedos. Un encuentro en el que no solo hay que manejar el balón. Hay muchos factores que van a determinar lo que suceda en el verde y quien mejor lo interprete se llevará el gato al agua.
La ventaja es del Athletic, pero con eso no se puede jugar. No es bueno y tampoco este equipo sabe hacerlo. Tengo confianza plena en estos leones y su cuerpo técnico. No me cabe ninguna duda de que van a competir de la mejor forma posible. El ambiente va a ser muy fuerte. Tenemos jugadores que disfrutan con esto. Su experiencia y, sobre todo, su capacidad para competir juegan a favor de un grupo que quiere reivindicarse y que sabe que está a dos pasos de alcanzar la gloria. Aupa Athletic.
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